Jesús Rodríguez Montes
San Luis Acatlán
Primera parte
Solicitaron entrevistarse con los coordinadores de la agrupación indígena, que es el órgano de dirección de la Policía Comunitaria. El propósito: notificarles que durante esos días, un helicóptero Eurocopter matrícula XA-SCR (certificado de aeronavegabilidad 10AIM100) al servicio de la empresa, estaría realizando sobrevuelos por los cerros de la zona a no más de 35 metros de altura.
Casi a ras del suelo, sobre un territorio boscoso, como es en esta zona de pueblos indígenas donde la agreste Montaña se une a la Costa Chica de Guerrero, la aeronave desplegaría su vuelo.
Los sobrevuelos de la aeronave, como era de esperarse, ocurrieron en las horas siguientes. Desde la sede de la Casa de Justicia que la CRAC instauró en Espino Blanco, localidad me’phaa de Malinaltepec, a orilla de la arruinada carretera federal Tlapa-Marquelia, los agentes de la Policía Comunitaria y cientos de lugareños observaron cómo el helicóptero maniobraba por los aires, rozando las copas de los árboles en las laderas.
A diferencia de lo que ocurre con las comunidades, en los gobiernos federal y estatal se tiene información de estos proyectos desde hace años, como se comprueba en documentos oficiales de la Secretaría de Economía (SE). Ahí también se precisa que en el caso de los tres proyectos, las concesiones tienen una vigencia de 50 y 46 años, respectivamente.
Guerrero, “desde tiempos de la Conquista ha sido importante en su producción de minerales metálicos y fue en Taxco donde se abrió la primera mina”, dice el documento Panorama Minero del Estado de Guerrero, emitido por el Servicio Geológico Mexicano (SGM) y la Coordinación General de Minería (CGM), ambas dependientes de la SE federal.
Establece que durante la última década “se ha incrementado sustancialmente la exploración de minas” en la entidad y que resulta “evidente que el potencial geológico-minero sigue siendo muy amplio y favorable, considerando que el territorio guerrerense no ha sido suficientemente explorado y cuenta con grandes posibilidades para la localización de nuevos yacimientos de interés económico, en zonas geológicamente prospectivas con evidencias de mineralización, que justifican trabajos exploratorios de mayor detalle, y que representan un gran atractivo para la inversión nacional y extranjera”.
Bajo esa perspectiva, no resulta extraño que desde el gobierno se haya dado anuencia a 550 concesiones de explotación y exploración a empresas mineras tan sólo de 2000 a 2009, es decir, en menos de una década, de acuerdo a la Dirección General de Minas y la Dirección de Cartografía y Conceciones Mineras, de la SE federal, que especifican en una lista los Títulos de Concesión Minera Expedidos durante ese período. Las concesiones implican 1 millón 583 mil 928 hectáreas donde se desarrollarán los proyectos.
Para 2011, los proyectos más ambiciosos de extracción de minerales tienen la mira puesta en pueblos indígenas de La Montaña y Costa Chica, que serán emprendidos por empresas de capital británico y, en apariencia, también de capital canadiense.
En el Proyecto Mina San Javier y La Diana los trabajos ya superaron la etapa de exploración y ahora Camsim está articulando los permisos correspondientes con los núcleos agrarios implicados. La propia minera ha difundido a través de internet (http://www.youtube.com/watch?
Derek Sutherland, presidente de Camsim –cuyo domicilio legal se establece en Acapulco- en uno de los videos explica en qué consisten los proyectos que desarrollarán para la extracción de plata y oro, principalmente, en un perímetro de 15 mil hectáreas de “extraordinario” potencial. Se hace referencia a que en este lugar la plata resulta de fácil extracción y 30 vetas de este mineral han sido identificadas en la superficie. Además, se ha detectado que hay otros metales como plomo, zinc y hierro.
Para el proyecto Mina San Javier, Camsim considera –según consigna en su página web– que tiene ventajas en cuanto a infraestructura, como el hecho de que se instaurará en un lugar donde anteriomente ya había operado una mina, muy cerca del poblado me´phaa Xochiatenco. Ahí hay infraestructura carretera, eléctrica e hídrica.
Puntualiza los avances y ventajas con las que cuenta: “En el Proyecto San Javier hoy en día hay un molino, trituradora, el circuito de flotación y de laboratorio. Hay dos pequeños ríos corriendo muy cerca del sitio del molino, que proporciona el suministro de agua suficiente, sin embargo, son lo suficientemente lejos para no molestar a las operaciones mineras. Excelente infraestructura de transporte ya está en marcha, los caminos forestales proporcionan un acceso seguro desde y hacia la propiedad”.
Malinaltepec
En los primeros días de noviembre de 2010, en la comunidad me’phaa de Paraje Montero, Malinaltepec, se llevó a cabo la asamblea donde los indígenas de este núcleo agrario dieron su anuencia a la empresa minera Camsim. En otros núcleos agrarios, de mayor tamaño, la empresa no ha encontrado las mismas facilidades, por el contrario, se ha enfrentado a un grupo de campesinos organizados que, aseguran, realizarán las acciones que les sean posibles para evitar la explotación de sus territorios por los daños que provocarían en el entorno.
Es el caso en Totomixtlahuaca, del municipio de Tlacoapa; en Colombia de Guadalupe y Ojo de Agua, de Malinaltepec; y en los bienes comunales de Iliatenco, donde en asamblea realizada el 6 de noviembre los comuneros en definitiva se negaron a convenir con la empresa, a pesar de que les ofreció dinero.
Melitón Santillán Cantú es un sacerdote de 47 años oriundo de Iliatenco. Actualmente es párroco de Malinaltepec. Desde hace varios años participa activamente en la organización de la gente para la protección de los recursos naturales y ahora se ha enrolado en el movimiento anti mineras que comienza a desplegarse en los pueblos, pues está convencido de que las empresas “no están aquí como para responder a la gente pobre y en mi parte de sacerdote, representante de Jesucristo que es un profeta, que no sólo anuncia las buenas noticias, sino también las malas, no puedo quedarme callado frente a una injusticia que se va a cometer contra el pueblo pobre”.
En una entrevista realizada en las faldas del cerro de la localidad El Tepeyac, Malinaltepec –un entorno colmado de pinos y encinos, el frío se torna intenso apenas cayendo el atardecer– Santillán cuenta que, en calidad de comunero, acudió a la asamblea de los bienes comunales de su pueblo, donde más de mil comuneros, en presencia de enviados de la empresa y de la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA), votaron a mano alzada en contra de la explotación de la mina. Uno de los primeros reveses para la minera.
En esa asamblea, asegura Santillán, los enviados de la empresa, de apellido Larequi, les confirmaron que días antes en Paraje Montero ya habían aceptado el proyecto y que a cambio, les dieron una serie de compensaciones, incluyendo un millón de pesos “sólo por la exploración”.
En Iliatenco, “la Secretaría de la Reforma Agraria estuvo como queriendo animar a la gente con proyectos productivos que supuestamente mandó la Sedesol (Secretaría de Desarrollo Social) federal; pero la gente dijo que no”, cuenta.
Por ejemplo –sostiene el sacerdote– en Iliatenco los empresarios revelaron que en Paraje Montero dieron un millón de pesos para conseguir la anuencia, pero después, en una reunión con campesinos de este núcleo, negaron su dicho.
Esa situación le ha originado un conflicto a Santillán, pues en Paraje Montero los representantes de los Bienes Comunales le han pedido que vaya a comparecer para aclarar lo del dinero y lo tildan de “mentiroso”, pero él sostiene que se trata de una acción de la empresa y de comuneros aliados con el objeto de desarticular el movimiento de otros campesinos de la zona que ya se están organizando para impedir los proyectos.
Dice que por participar en la organización de las comunidades, ha sido objeto de amenazas en años anteriores. Actualmente, revela que su oposición a las mineras también le ha valido nuevas acciones de amedrentamiento.
Miguel Ángel Mijangos Leal, activista con más de 15 años de experiencia en procesos de desarrollo comunitario en La Montaña y ex integrante del Programa de Aprovechamiento Integral de Recursos (PAIR), un proyecto de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en entrevista explica que el procedimiento a seguir para obtener una concesión minera resulta “tan sencillo” como presentarse ante la oficina de la Secretaría de Desarrollo Económico, llenar un formato burocrático para la solicitud dirigida a la Dirección General de Promoción Industrial, Agroindustrial y Minera, y pagar cierta cantidad de dinero.
Charlando con lugareños, el reportero confirma que aquí no se sabe nada de que en 2011 se instaurará el ambicioso proyecto minero denominado Corazón de Tinieblas, un nombre que bien equivale al misterio que hay en torno a él, cuando menos entre los habitantes y las autoridades municipales.
Para llegar a la cabecera de Zapotitlán Tablas, municipio que en la región adquirió fama por el encono violento que hay entre las organizaciones Liga Agraria Revolucionaria del Sur Emiliano Zapata (LARSEZ) y Antorcha Campesina, hay que atravesar una carretera que a pocos meses de haber sido oficialmente rehabilitada con recursos federales y estatales, ya está en mal estado.
Para llegar a las comunidades los indígenas tienen que atravesar caminos de tierra, algunos sinuosos al extremo. Precisamente en esas comunidades es donde se planea instaurar el proyecto minero, en un área de 43 mil 700 hectáreas, aunque los habitantes aún no lo saben.
Un chofer de transporte público, oriundo de la cabecera, dice al reportero que, a diferencia de lo que ha ocurrido en San Luis Acatlán y Malinaltepec, por Zapotitlán no se han observado sobrevuelos de helicópteros.
La regidora de Seguridad Pública, Aracely Sánchez Espinobarros, se muestra sorprendida ante las preguntas del reportero, sobre todo cuando le dice que precisamente este municipio se considera para el proyecto el perímetro de mayor tamaño.
–¿Qué se saben en el Cabildo sobre el proyecto minero Corazón de Tinieblas?
–Nada señor, al menos ante el
Cabildo no ha llegado información de nada de eso, supongo que si se va a hacer, cuando menos al Cabildo tiene que llegar la información.
En la página oficial del gobierno de Guerrero, en la reseña del municipio, se dice que en Zapotitlán existen veneros de antimonio, cuarzo y cobre. Sin embargo, un joven cuenta que en el cerro Altiapa, ubicado frente a la cabecera, algunas personas afirman que “han encontrado oro”, o cuando menos suponen que de ese mineral se tratan las impregnaciones brillantes que observan en las piedras. “Aquí cerca hay un pueblo que se llama Barranca Oro, ya es en Acatepec (municipio vecino), ahí sí dicen que hay oro, eso dice la gente”.
En el documento Títulos de Concesión Minera Expedidos entre 2000-2009, se especifica respecto al proyecto Corazón de Tinieblas, que la concesión legal está a nombre de la Minera Zalamera S.A. de C.V., que opera otros proyectos en pueblos indígenas de Chiapas y Oaxaca y que es aliada de la británica Hochschild Mining.
Este proyecto contempla los municipios de Malinaltepec, Tlacoapa, Zapotitlán Tablas y San Luis Acatlán. Territorialmente, el proyecto está dividido en tres partes: Corazón de Tinieblas, en su mayor parte en Zapotitlán, concesionado desde 2005 hasta 2011 para exploración, en un área de 43 mil 700 hectáreas; Corazón de Tinieblas Reducción Sur y Reducción Norte, con una extensión de 2 mil 800 y 3 mil 300 hectáreas respectivamente, concesionadas para reducción de 2009 a 2059.
http://www.suracapulco.com.mx/
Los proyectos mineros en La Montaña han comenzado a generar una amplia expectación, sobre todo en quienes no están de acuerdo con ellos. En respuesta al silencio de las autoridades, que a cuentagotas han soltado información sobre el tema, varios indígenas, por sus propios medios, se han dado a la tarea de investigar y se han encontrado con experiencias de otros estados donde las mineras, lejos de contribuir al desarrollo de sus comunidades, han sido el principal motor para provocar división entre comuneros y un irreversible daño al medio ambiente, sobre todo cuando el método de extracción de minerales que se aplica es a cielo abierto.
La CRAC y otras organizaciones locales han comenzando a articular una campaña de información en los pueblos, mediante la conformación de brigadas de información anti mineras. Se distribuyen volantes donde aparece la fotografía del helicóptero realizando sobrevuelos y, en letras grandes, resalta la pregunta: “¿Tú sabes qué anda haciendo éste?”. Y el texto añade: “¿Estás de acuerdo con que nos sigan invadiendo, queriendo llevar nuestras riquezas, dejándonos en la ruina? ¿Estás de acuerdo que vengan a contaminarnos, a acabar con nosotros? ¡Hay que ponerles un alto porque las consecuencias son graves!”.
Mientras que en la estación de radio comunitaria La Voz de los Pueblos, órgano de difusión de la Policía Comunitaria, se transmiten spots en el mismo sentido e informan de los daños al entorno y a los seres humanos que provoca el cianuro, sustancia empleada en el proceso de extracción de minerales.
“Lo que se ha hecho es investigar un poco lo que ha ocurrido en otros lugares y lamentablemente la información que nos ha llegado en videos y diversos documentos, es que donde se explotan los minerales, sobre todo a cielo abierto, se produce un serio impacto ambiental, se desgarran cerros, se acaba con la flora y la fauna del lugar, pero no sólo eso, sino que se ha envenenado el cauce de los arroyos y los ríos por el procedimiento que utilizan, que se valen de sustancias tóxicas para el ser humano”, dice Máximo Tranquilino Santiago, coordinador de la CRAC en San Luis Acatlán.
Po su parte, el alcalde de este municipio, Vicario Portillo Martínez, en entrevista telefónica confirma que en el Ayuntamiento tampoco han recibido información oficial sobre las mineras.
Ante un proyecto de tal magnitud, dice Pablo Guzmán, también coordinador de la CRAC, el gobierno debiera considerar el derecho que tienen los pueblos a la libre consulta, como establece la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Y afirma que las empresas “han sorprendido a algunos compañeros para firmar convenios que al final se traducen en un gran problema, que al final derivan en un gran daño social. Al final lo que quieren ellos es lograr su propósito no importándoles cómo quede la región y la zona, eso es saqueo y sería un robo”.
Por ello, anuncia que desde los primeros días de 2011, en la región se desplegarán brigadas de información, actividades previas a una magna concentración de comunidades de La Montaña que se realizará el 5 de febrero, en la localidad de Colombia de Guadalupe, Malinaltepec, para tratar el caso de las mineras.
No se cumplen las leyes de
protección al ambiente
Según estudios realizados por investigadores del proyecto Manejo Integral de Ecosistemas (MIE), auspiciado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y que operó durante ocho años en La Montaña, la zona cuenta con una riqueza de recursos naturales en una superficie de 692 mil hectáreas, de las cuales 281 mil 332 tienen una cubierta boscosa natural que representan dos ecorregiones globalmente importantes: Las selvas secas (selvas bajas caducifolias) del pacífico y los bosques de pino-encino de la Sierra Madre del Sur.
A juzgar por los hechos, dice el estudioso y activista por los derechos ambientales en la región, Miguel Ángel Mijangos Leal, para el gobierno explotar la riqueza mineral es más importante que proteger el entorno de La Montaña, por eso es que ante los proyectos mineros han optado por “pasarse por el arco del triunfo” leyes de protección al medio ambiente, como la Ley de Desarrollo Forestal Sustentable, la Ley de Aguas Nacionales o la Ley de Fauna Silvestre.
De entrada, precisa que un proyecto minero de esta naturaleza requiere de un estudio de impacto ambiental donde se asegure que no habrá afectaciones mayores al entorno. A nadie se le ha informado si las empresas cumplieron con ese criterio ante las dependencias correspondientes.
En el territorio hay también bosques mesófilos o de niebla, un ecosistema que en muy pocas regiones de México y de América es posible encontrar y que de acuerdo a las leyes mexicanas, adquieren una protección especial por sus características. “Ahí ni siquiera debe de permitirse ni el aprovechamiento forestal y mucho menos las mineras”, critica.
Pero además, hay experiencias en Guerrero, como en la mina instaurada en El Carrizalillo, en el municipio de Eduardo Neri, donde las empresas arrasaron con vestigios arqueológicos sin que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) hiciera algo para controlarlo. Advierte que ese mismo riesgo sin duda alguna se corre también en La Montaña.
Ojo de Agua es una localidad me’phaa de Malinaltepec donde los lugareños ya han acordado impedir que su territorio sea parte del proyecto minero. Desde 2009 se han organizado para proteger sus bosques no sólo contra las mineras, sino también contra la explotación de madera que realizaba la empresa local Temilitzin, Sociedad Cooperativa de Responsabilidad Limitada de Capital Variable, la cual supuestamente fue creada para operar como una empresa al servicio de los Bienes Comunales de Malinaltepec, aunque en los hechos, los únicos beneficiados han sido comuneros de un grupo que controla políticamente al núcleo agrario.
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