Anticapitalistas en la Otra

Anticapitalistas en la Sexta es un espacio de discusión y organización política de carácter anticapitalista e internacionalista, que busca enlazar las luchas y fortalecer la unidad de las y los trabajadoras de la Ciudad, el Campo, el Mar y el Aire, y del resto de l@s explotad@s por el sistema capitalista para avanzar en la construcción de un Programa Nacional de Lucha y su Plan de Insurrección. Como segundo propósito buscamos difundir las luchas, denuncias y actividades de los adherentes a La Sexta en el país y el mundo, y también de todos aquellos que que sin ser parte de La Sexta se encuentren abajo y a la izquierda.

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Video del mes: Palabras del mes: Es preciso no olvidar que en virtud y por efecto de la solidaridad del proletariado, la emancipación del obrero no puede lograrse si no se realiza a la vez la liberación del campesino. De no ser así, la burguesía podría poner estas dos fuerzas, la una frente a la otra, y aprovecharse, por ejemplo, de la ignorancia de los campesinos para combatir y refrenar los justos impulsos de los trabajadores citadinos; del mismo modo que, si el caso se ofrece, podrá utilizar a los obreros poco conscientes y lanzarlos contra sus hermanos del campo. CARTA DE EMILIANO ZAPATA A GENARO AMEZCUA Tlaltizapán, Febrero 14, 1918

Firma en contra de la reactivación del proyecto de despojo en Atenco

domingo, 6 de noviembre de 2011

TESIS SOBRE EL PROGRAMA, LA TACTICA GENERAL Y LA POLITICA GENERAL DEL PROLETARIADO PARA LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA EN MÉXICO


PRESENTACIÓN

XXX ANIVERSARIO DE LA PUBLICACIÓN DE LAS TESIS SOBRE EL PROGRAMA, LA TÁCTICA GENERAL Y LA POLÍTICA GENERAL DEL PROLETARIADO PARA LA  REVOLUCIÓN SOCIALISTA EN MÉXICO

Hace treinta años se editaron por primera vez las tesis, que cimbraron políticamente a la sociedad mexicana, apenas a cinco años del movimiento del 68.

En aquel momento fueron sumamente importantes, porque resumen y hacen un análisis crítico de la lucha de los comunistas mexicanos y define la política proletaria para la revolución socialista.

Durante estos treinta años han sucedido hechos importantes para la lucha del proletariado a nivel nacional e internacional: la caída del muro de Berlín como culminación del proceso iniciado por Gorbachov con la Perestroyka que le quita la mascara a los países que se llamaban socialistas, nombrándolos por lo que eran en realidad países capitalistas. La ciudadanización de los movimientos políticos y sociales. El objetivo de la burguesía de acabar con los grandes sindicatos obreros desde el minero de Gran Bretaña, los italianos y en México la ofensiva contra los contratos colectivos. El surgimiento de nuevos movimientos como el EZLN y el llamado altermundista.

A pesar de los años transcurridos continúan siendo vigentes, porque definen claramente el objetivo histórico de la clase obrera y de la humanidad. Además precisan ampliamente cuál es y en qué consiste el sistema político capitalista, que se manifiesta como democracia y dictadura burguesas. Democracia para la burguesía y dictadura para la clase obrera y campesina.

Define claramente cuál es la posición comunista frente a todas las tendencias que en ese momento se dicen comunistas y revolucionarias; que no son más que burdas copias y repeticiones de la liberación nacional, enarbolada por todas las burguesías emergentes del mundo.

Consideramos que siguen siendo en esencia válidas con todo y sus limitaciones y errores, por tal razón las reimprimimos al cumplir treinta años de su publicación con el objetivo de iniciar una amplia discusión en torno a estas tesis y superarlas, para poder realizar, la revolución socialista.

Agradecemos sus comentarios a: cpiobrerasac@hotmail.com

TESIS SOBRE EL PROGRAMA, LA TACTICA GENERAL Y LA POLITICA GENERAL DEL PROLETARIADO PARA LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA EN MÉXICO

GRUPO “MARXISTA-LENINISTA”

SEPTEMBRE DE 1973

Cooperación: $5.00

I  CARÁCTER DE CLASE DE LA PRÓXIMA REVOLUCIÓN EN MÉXICO.

1.- El carácter de clase de la próxima revolución ésta determinado por el desarrollo histórico de nuestro país, al que obedece la existencia de la moderna sociedad capitalista mexicana.

a.- En los últimos 40 años del siglo XIX y en la primera década del siglo XX el capitalismo se desarrolló rápidamente en México. La burguesía se había fortalecido en todos los sentidos, obtenía o arrancaba concesiones económicas, políticas y sociales de sus enemigos. Su creciente fuerza le había permitido influir y participar aunque todavía en un plano secundario, en el aparato estatal. Sin embargo, tanto su poder político cada vez mayor, como el desarrollo capitalista tropezaban con fuertes obstáculos.

Por una parte, el Estado porfirista todavía representaba y defendía en primer lugar los intereses de los sobrevivientes del régimen feudal, que por el desarrollo del capitalismo se encontraba ya en un avanzado estado de descomposición. Por otra parte, ese mismo Estado defendía los intereses de los imperialistas y de la burguesía comerciante intermediaria, quienes aliándose a los terratenientes feudales sobrevivientes, apoyándolos políticamente y ayudándolos a mantener lo fundamental del poder político en sus manos, trataban de frenar el pujante capitalismo nacional.

La burguesía comerciante intermediaria frenaba el desarrollo industrial interno, porque su actividad básica consistía en introducir las mercancías extranjeras. El imperialismo, aunque desarrollaba en cierta medida las relaciones capitalistas, en ocasiones asociado a industriales mexicanos, tenía como objetivo central mantener a México en calidad de colonia o semicolonia que lo abasteciera de materias primas baratas, le garantizara una reserva de productos estratégicos básicos como el petróleo y los minerales y fuese, además, un mercado seguro para sus mercancías.

b.- La burguesía mexicana, en particular los industriales y el sector agrario ligado directamente a la industria, veían como una necesidad fundamental de su desarrollo el dejar de compartir el poder político con los representantes del viejo orden feudal. La burguesía necesitaba, y así se lo planteó, tomar todo el poder político en sus manos, como condición básica para romper de una vez por todas las relaciones de producción feudales que subsistían, creando así las condiciones para el amplio y libre desarrollo del sistema de explotación capitalista.

La burguesía trató de llegar a un acuerdo con sus enemigos para que le cedieran pacíficamente el poder. Estos, durante el período 1911-1913, aparentaron aceptar y respetar la transacción política que había permitido que al frente del gobierno quedaran los representantes de los capitalistas. Más tarde, al desatarse la contrarrevolución  feudal en 1913, la burguesía se vio obligada, en unión con las masas populares, a desarrollar la lucha armada revolucionaria para alcanzar sus objetivos.

2.- Qué significo la Revolución Democrático-Burguesa de 1910.

a.-  En la revolución democrático-burguesa iniciada en 1910, tomaron partes  todas las clases oprimidas que, junto con la   burguesía, también estaban interesadas en acabar con el viejo sistema  de  explotación  y de   opresión.  Los  campesinos participaron de manera destacada a su lado se encontraron la pequeña burguesía y la clase obrera. Gracias a la   guerra civil,  que dio por resultado la derrota de la contrarrevolución feudal, la  burguesía que había dirigido políticamente e ideológicamente  el proceso revolucionario, pudo tomar el poder  político en 1916, consolidarlo  en la medida que organizaba su propio estado y promulgaba su Constitución en 1917.

La burguesía destruyó  el estado, la democracia y la dictadura feudales, se convirtió de clase  dominada y oprimida  en parte, en la clase dominante de toda la sociedad. Desde el  momento que creó su propio instrumento de dominación política, su  estado, la burguesía gozó ampliamente, totalmente, de  todas  las libertades y derechos  que bajo la  dominación de sus enemigos,  estos le habían  concedido con limitaciones. La burguesía impuso su poder político sobre las clases que, aliadas y dirigidas por  ella, le habían ayudado a derrotar a sus enemigos.

El estado  burgués mexicano sirvió para imponer  la democracia   y la dictadura de la  burguesía sobre las demás clases. Desde que fue construido en 1916-17 ha sido el aparato de represión empleado, por   los capitalistas para  dictar sus leyes, vigilar  su aplicación y obligar a  la población a obedecerla. El estado burgués mexicano representa los intereses  de la burguesía en su conjunto, tiene como misión  fundamental garantizar su dominación política, preservar la existencia de su brutal sistema  de explotación y defenderlo de sus enemigos.

El estado burgués  mexicano fue creado también para administrar  los negocios comunes de la burguesía, cuidando que las ganancias generadas por estos vayan a manos de los  capitalistas privados.

b.-  En el  marco de la democracia y la  dictadura burguesa, el capitalismo liquidó los resabios feudales  y se desarrolló más  y aceleradamente que antes, en las ciudades y en el campo. El desarrollo del capitalismo en nuestro país acusa diversas peculiaridades que han sido determinadas por nuestro pasado histórico,  la cultura, las luchas políticas, etc. Al surgir México como país capitalista en la  etapa de consolidación del imperialismo, éste se convirtió en un elemento condicionante del capitalismo mexicano. Sin embargo, las particularidades del capitalismo en México, entre ellas la influencia imperialista, no desvirtúan, en contra de  lo que algunos piensan, la esencia capitalista  de la sociedad burguesa mexicano, por el contrario, la demuestran y la ponen de relieve. El desenvolvimiento de esta sociedad ha obedeció, obedece  y obedecerá alas leyes fundamentales del capitalismo, exactamente  igual en su esencia a como se han expresado en todos los países capitalistas.

La revolución democrática-burguesa tuvo algunos aspectos antiimperialistas, como respuesta de la burguesía a la alianza  y al apoyo  que el imperialismo brindó a los restos feudales, y contra la actitud  imperialista de controlar determinadas ramas de la producción para   su exclusivo beneficio. La nueva situación de la burguesía mexicana como clase dominante, así como su  acelerado fortalecimiento económico, le  han permitido arrebatar de manos del imperialismo sectores fundamentales de la producción y aliarse a él para explotar juntos a la clase  obrera y al pueblo mexicano. Al mismo tiempo, la burguesía mexicano lucha constantemente contra el imperialismo  por guardar para si las mayores ganancias  de esa explotación conjunta y  porque trata de ganar poco  a poco  algunos de los mercados  tradicionales del imperialismo.  Cuando esta lucha se agudiza da origen a fricciones políticas y económicas.

c.- Bajo el régimen porfirista los campesinos, la pequeña burguesía y los obreros sufrían la doble opresión de los   terratenientes feudales y de los capitalistas en ascenso.  La sustitución de la democracia y la dictadura feudales por la democracia y la dictadura burguesa, para las clases oprimidas significó tan solo  el cambio de  un yugo por otro, sufrir únicamente entonces, la dominación capitalista.

Desde 1917, la existencia de la democracia burguesa ha significado para los obreros, la pequeña burguesía y el semiproletariado, que los derechos y libertades políticas burguesas escritas en la constitución burguesa de 1917 sólo existan para ellos en las circunstancias, en la medida y durante el tiempo que  la burguesía ha considerado conveniente. La democracia burguesa significa en la práctica que obreros, pequeñoburgueses y semiproletarios pueden hacer uso de los derechos y libertades que la burguesía dice haberles otorgado sólo cuando ella lo cree adecuado. En términos generales, prácticamente, la clase obrera y las masas trabajadoras no cuentan ni pueden hacer uso de ningún derecho, de ninguna libertad democrática-burguesa.

La esencia de la democracia burguesa consiste en que todos los derechos y las libertades existen sólo para la burguesía, porque tiene  en sus manos el poder político; mientras las clases oprimidas no gozan de ninguno de esos derechos  y libertades y en cambio sufren la dictadura burguesa, ya sea descaradamente como represión ejercida en su contra por el Estado Burgués o son sometidas por esa misma dictadura que se oculta y disfraza  con promesas de cambios y con las miserables migajas  que, en forma de  reforma,  de concesiones económicas  y políticas, arroja la burguesía a sus enemigos para mitigar su descontento, para frenar los brotes de rebeldía y para  ahogar el gérmen revolucionario que está latente en las protestas y las luchas de los trabajadores.

En la sociedad capitalista, la democracia  sólo existe para la burguesía porque ella poder político; la democracia burguesa es  la dictadura burguesa contra sus enemigos, porque gracias a ese mismo poder los puede mantener sometidos, protege su sistema y les niega abierta o veladamente el uso de los derechos y libertades políticos burgueses.

3.- Por qué es necesaria la Revolución Socialista  en México.

a.- Al pasar el poder político a manos de la burguesía, en el período  1916-1917, la revolución democrática-burguesa había terminado. La lucha entre la burguesía y el proletariado se convirtió en la contradicción principal de la sociedad capitalista mexicana. La lucha por una nueva revolución, la lucha por la Revolución Socialista en México estaba planteada ante nuestra clase obrera desde 1917. A lo largo de los 55 años transcurridos ésta tarea ha exigido de todos aquellos  que  en ese tiempo han pretendido haber  hecho suya la causa del proletariado, una lucha consecuente para desarrollar y hacer avanzar la Revolución  Socialista. Al margen  de que se tuviera o no conciencia de que la Revolución Socialista era el siguiente paso histórico a dar en México, la necesidad de luchar  por ella estaba planteada para los propios hechos.

Sin embargo, ni en 1917 ni en todos los años posteriores, la clase obrera ha estado preparada para luchar por el socialismo. Nuestros obreros no pudieron ofrecer en  ese entonces ni después , una perspectiva política contraria a la de la burguesía por su atraso teórico,  político e intelectual y, sobre todo, porque no tenían su propio Partido  Político dirigente que les inculcara su propia  política, la política proletaria, los organizara para dar  su lucha de clase, les creara  su conciencia de clase  y los dirigiera al derrocamiento del poder de la burguesía y al establecimiento de la dictadura del proletariado. Hasta ahora la clase obrera mexicana no tiene todavía ese partido.

b.- La  contradicción entre el capital y el trabajo, la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones capitalistas de producción que las frenan, la contradicción entre la producción social y la apropiación individual de la riqueza, la aberrante contradicción entre  la miseria creciente de los obreros  que producen y sostienen sobre sus espaldas a la sociedad burguesa y la insultante acumulación de las propiedades y la riqueza en manos de unos cuantos burgueses que viven como parásitos del trabajo, el sudor y la sangre de la clase obrera, sólo podrán ser resueltas a favor de las masas explotadas por medio de la Revolución Socialista Mexicana.

El triunfo de nuestra clase obrera y nuestro pueblo sobre la burguesía y el imperialismo son inevitables, así lo indican las leyes de la historia. Pero la Revolución Socialista no se dará ni se puede dar como un fenómeno espontáneo, es necesario que el proletariado mexicano adquiera conciencia de su papel histórico como clase llamada a destruir la sociedad burguesa y, sobre todo es necesario que LUCHE CONSECUENTEMENTE para lograr sus objetivos históricos. La Revolución Socialista exige del proletariado, de los comunistas y del Partido Proletario un altísimo nivel de conciencia; exige, como nunca antes, un claro, amplio, preciso y correcto conocimiento y dominio de las leyes que rigen la lucha de clases en la sociedad capitalista.

La revolución Socialista entendida como la primera revolución consciente de la historia, requiere que  junto con hacer consciente a la clase obrera de su tarea histórica, se  organice paciente y metódicamente todos los días. Además, para derrotar a sus enemigos, la clase obrera tendrá que organizar a todos sus posibles aliados, prepararlos y prepararse para recorrer un largo y duro camino.
La victoria de la Revolución Socialista en México, sólo se logrará utilizando la violencia revolucionaria contra la burguesía y el imperialismo. La lucha para derrocar a la burguesía y destruir su poder político habrá de manifestarse, por tanto como  una guerra civil revolucionaria dirigida por los trabajadores y su partido.

La Revolución socialista en México tendrá como objetivos fundamentales la destrucción de la democracia, la dictadura y la propiedad privada burguesas para instaurar la democracia y la dictadura del proletariado y organizar la sociedad socialista. Al destruir el Estado Burgués Mexicano, el proletariado organizará el Estado Socialista.

II.                EL SIGNIFICADO HISTORICO Y EL PROGRAMA DE LA REVOLUCION SOCIALISTA.

1.- La Revolución Socialista  “es la lucha de la inmensa mayoría en beneficio de la inmensa mayoría”.

a.-  El aspecto central de la Revolución Socialista radica en que, a diferencia de todas las revoluciones anteriores, destruye la propiedad  privada de los instrumentos de producción y los convierte en propiedad social, destinando los productos y beneficios resultantes de la producción planificada, a lograr la satisfacción de las necesidades materiales del pueblo trabajador y a procurar, asimismo, la satisfacción de sus necesidades espirituales.

Al abolir la propiedad privada, el proletariado será consciente de que éste es el único camino para liberarse  y liberar a la humanidad de la explotación y la lucha de clases. Será consciente también, de que al destruir la propiedad privada, destruye la base fundamental en que  se apoya la explotación del hombre por el hombre, en particular, la base de sustentación de la explotación capitalista.

b.- Desde el punto de vista político, la característica esencial de la Revolución Socialista es la instauración de la dictadura del proletariado, como condición inicial y  básica del desarrollo de la nueva sociedad socialista.

El Estado Proletariado, representante del nuevo poder político, habrá de ser la garantía de la defensa organizada y sistemática de  la sociedad socialista, contra los intentos de la burguesía y  del imperialismo por recobrar sus privilegios y  restaurar su “paraíso”

2.- El Programa Proletario.

a.-  El Programa Proletario resume en su parte práctica, los objetivos que se propone alcanzar, las medidas que habrá de aplicar la clase obrera al triunfo de su Revolución, y la estrategia del proletariado mexicano.

Este Programa es la respuesta en un nivel superior a las aspiraciones y necesidades de los obreros y de las otras clases oprimidas por el capital; el Programa Proletario es la única y verdadera solución a los problemas y demandas de las masas trabajadoras.

Su programa es el elemento político fundamental que le permitirá al proletariado deslindarse políticamente de la burguesía y de las otras clases. Le permitirá definir su propia fisonomía política, definir su propia política, la política socialista; será el arma fundamental para que la clase obrera organice su lucha de clase consciente, contra sus enemigos y por sus objetivos históricos.

Con el Programa Proletario será posible crear y desarrollar la conciencia de clase proletaria, de los trabajadores, pues es el único instrumento eficaz para combatir y derrotar la inconciencia histórica, la espontaneidad de la clase obrera, que en México se expresa bajo la lucha por reformas de todo tipo, como política burguesa.

b.- El primer punto práctico de ese Programa, de esa estrategia,  debe señalar que nuestra clase obrera se propone  destruir la democracia y la dictadura  de la  burguesía a fin de establecer en su lugar la democracia y la dictadura del proletariado.

El siguiente punto deberá señalar  que  nuestro proletariado se propone la destrucción  de la propiedad privada burguesa. Esta tarea se  realizará simultáneamente a  la toma del  poder político, en aquellas ramas de la economía en que sea posible expropiar rápidamente a la gran burguesía y poner  bajo la administración y control de los obreros y su  estado, las empresas sometidas a tal  medida.

La  conversión de la propiedad privada en propiedad social deberá afectar en primer lugar a las industrias y servicios básicos: siderurgia, minería, petróleo, electricidad, construcción, bancos, compañías aseguradoras, financieras, teléfonos, telégrafos, ferrocarriles, aviación, transporte de carga y de pasajeros, prensa,  radio, televisión, el gran comercio y  la gran propiedad agrícola y ganadera que serán controladas, administradas y trabajadas colectivamente por el proletariado agrícola.

c.- En lo  que toca al semiproletariado  del campo, que habrá de ser el aliado fundamental, así como el más firme y  seguro, de la clase obrera en la Revolución Socialista, en un punto específico del programa se les garantizará el usufructo de la tierra, además de darles todos los elementos para desarrollar su  trabajo: fertilizantes, maquinaria, crédito, asesoría técnica, mercado seguro para sus productos (pues el estado proletario controlará la compra y distribución de estos), etc. Esto implicará que, al mismo tiempo, los obreros y su partido lucharán permanentemente para reeducar políticamente a los semiproletarios y convencerlos para que organicen su trabajo de modo colectivo, bajo la forma de cooperativas, como un paso previo a la colectivización plena.
En otro punto  se establecerá que a la pequeña burguesía campesina se le garantizará, bajo el futuro régimen socialista, la posesión de sus tierras y de sus instrumentos de labranza También a ella habrá de brindársele la ayuda del estado proletario en todos los terrenos. Este punto significa que el proletariado no puede, ni debe plantearse, en la primera etapa de la Revolución Socialista, acabar con la propiedad de los pequeños agrícolas. Por el contrario, debe dejar muy clara la posición ya señalada arriba, pues, de otra manera, la clase obrera  correría el grave riesgo de tener que enfrentarse con grandes núcleos de la pequeña burguesía rural que, temerosa de perder su medio de subsistencia, se sentirían  obligadas a colocarse al lado de la burguesía y el imperialismo para defender  la propiedad privada.  Bajo el régimen socialista, sin embargo, el Partido Proletario deberá luchar tenazmente, en el terreno ideológico y político, para crear las  condiciones que conduzcan a la desaparición de los pequeños explotadores del campo, que entrañan un serio riesgo por ser embriones de burguesía.

La importancia de la cuestión agraria radica en que los puntos prácticos acerca de ella, incluidos en el Programa de la clase obrera, serán, junto con las posiciones políticas del proletariado respecto  de  la democracia y la dictadura de la burguesía, la base sobre la que se deberá creer la alianza de la clase obrera, con el semiproletariado y la pequeña burguesía campesina, para luchar juntos por la Revolución Socialista.

Asimismo, a la pequeña burguesía urbana: artesanos, pequeños comerciantes, pequeños industriales, etc., se les ofrecerá en el programa respetar, al principio de la sociedad socialista, su existencia como trabajadores independientes dueños de sus instrumentos de trabajo, y hasta como pequeños explotadores, mientras se crean las condiciones que hagan inútil su existencia como pequeños productores.

d.- El programa debe incluir un punto en que se mencione que el Estado Proletario organizará el Ejército Revolucionario Obrero que, junto con las milicias integradas por trabajadores, semiproletarios, etc., defenderá el nuevo orden social, ocupando así el lugar de las masas armadas que habrán participado en la guerra civil contra los capitalistas.

El programa incluirá también como puntos concretos las respuestas o soluciones que la clase obrera se propone dar a los problemas educativo, religioso, médico, habitacional, etc.

III.             EL PROGRAMA PROLETARIO Y LA LUCHA POR REFORMAS.

1.-  El programa de la burguesía está sintetizado en la Constitución de 1917.

a.- Al tomar el poder político en 1916-1917, la burguesía mexicana sintetizó en su constitución sus objetivos políticos, económicos y sociales, Desde entonces, la Constitución es el Programa de la Burguesía.

Deseosa de mantener bajo su dirección y control político a los obreros y a las demás clases, la burguesía incluyó en su programa, en su constitución, una serie de concesiones económicas, políticas y sociales, que eran sus soluciones a los problemas de las masas trabajadoras, soluciones con las que ha tratado de aparecer ante ellas como representante y defensora de sus intereses. Así, la burguesía mexicana institucionalizó las soluciones que pretendía dar a las necesidades del pueblo: la jornada de 8 horas, la educación pública gratuita, leyes obreras, asistancia médica, agua potable, drenaje, urbanización, seguro social, y ha seguido institucionalizando aquellas reformas que circunstancias específicas de un período dado le exigen, o convienen a sus maniobras  y a  su demagogia. Cabe hacer notar cómo el énfasis  que últimamente ha puesto en las llamadas seguridad y justicia social, lo  han llevado a dar  un mayor impulso al ISSSTE, la Conasupo  y a la creación  del  Infonavit y otros organismos.

Todo eso  tenía como objetivos centrales el mantenimiento del poder político en manos de la burguesía y la conservación y desarrollo  de su sistema de explotación. La política de la burguesía consiste precisamente en eso: perpetuar su dominación política, la propiedad privada burguesa y el régimen capitalista. En México, como en todos los países capitalistas, la política burguesa se manifiesta en dos formas fundamentales: por una parte, como represión violenta que ejerce el Estado  Burgués en contra de las luchas, protestas, peticiones, etc., de las clases oprimidas, por otra, como concesiones en distintos terrenos, como reformas destinadas a apaciguar y a debilitar la rebeldía y el descontento de las masas explotadas, mientras la burguesía mantiene su dominación política.

También son política burguesa las luchas que se dan por toda clase de soluciones y objetivos burgueses, que por su misma naturaleza no pueden alterar esencialmente la sociedad capitalista, dejan intactas la democracia y la dictadura burguesas, contribuyen a crear ilusiones en las masas oprimidas acerca de que es posible resolver sus problemas sin destruir el capitalismo, impiden la creación  de la conciencia socialista de los obreros y frustran la organización de su lucha para lograr su liberación del yugo capitalista.

b.- Por su contenido de clase, las reformas son soluciones democrático-burguesas a los problemas de la clase obrera  y el pueblo, son soluciones que no ponen en peligro en ningún momento la existencia del régimen capitalista, aunque puedan significar el sacrificio de una parte de las ganancias de la burguesía o el que ésta permita que sus enemigos usen limitadamente los derechos y libertades políticos.

Las reformas son medidas burguesas que satisfacen temporalmente y limitadamente las necesidades y exigencias obreras y populares. En realidad no resuelven los problemas. En la práctica, las reformas se convierten en paliativos de la opresión, la miseria, la explotación, el hambre y los innumerables sufrimientos que padecen nuestros obreros y nuestro pueblo.

c.- El proletariado y las masas trabajadoras de nuestro país fueron y siguen siendo educadas por la burguesía con su política, ella las organizó y las enseño a luchar por reformas. Apoyándose en la profunda inconciencia histórica de los obreros, valiéndose de la enorme incultura popular, aprovechando que las masas ignoran que sus sufrimientos tienen como causa básica la existencia del sistema capitalista, la burguesía, por medio de su Estado y de todas sus organizaciones políticas, de todos sus partidos, ha alentado y fomentado en los obreros, pequeñoburgueses y semiproletarios una lucha permanente por concesiones, por reformas.

Así, la burguesía engaña y seguirá engañando a las masas populares con las migajas que les arroja y que mejoran momentáneamente sus condiciones de vida, tratará de seguir engañándolas con promesas de nuevas reformas que “darán una  ¡vida mejor!”, sin necesidad de destruir el capitalismo.

La lucha constante por reformas, en particular la lucha sindical, definida correctamente como la lucha burguesa de la clase obrera, demuestran claramente la dominación política que ejerce la burguesía sobre ellos. Esta, al hacerlos luchar con las armas políticas que ella misma les ha proporcionado, defiende eficazmente su sistema, pues de esa manera desgasta su espíritu combativo, hace que desperdicien sus energías y que los mejores elementos sean absorbidos por objetivos que no representan, ni representarán jamás, una auténtica perspectiva revolucionaria.

d.- Las reformas son soluciones contrarias al Programa Proletario, éste sólo  puede alcanzarse en la lucha  contra la democracia y, por tanto, contra la dominación capitalista y en un tenaz y permanente combate contra el programa  político de la burguesía.

Quienes hacen suyas las reformas, quienes las convierten en  banderas para organizar y llevar a la lucha a los trabajadores, aunque digan sostener el programa proletario e incluso mencionen sus consignas  generales, en los hechos se colocan al lado de la burguesía, le hacen el juego, relegan a un plano puramente teórico la lucha por el socialismo, refuerzan en las masas las ilusiones en la democracia burguesa, contribuyen a encubrir la opresión capitalista y, en  la medida que desarrollan tales actividades y propaganda sus concepciones reformistas, luchan contra la Revolución Socialista.

Estas gentes se convierten en consejeros de la burguesía, cuando no caen en las posiciones de la filantropía pequeño burguesa. Toda  su palabrería seudosocialista, acerca de que es necesario destruir la sociedad, sólo les sirve para mal cubrir sus deseos de “hacer mejor”, más “humano” y menos opresivo al  capitalismo.

IV LA TACTICA GENERAL  DE LA LUCHA DE CLASE DEL PROLETARIADO EN LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA

1.- El enemigo a derrotar.

a.- En el momento que la burguesía mexicana tomó el poder político se convirtió en la clase enemiga que el proletariado y sus aliados habrán de derrotar por medio de la revolución  socialista. La burguesía entendida como clase, considerados todos los sectores que la integran: financiero, industrial, comercial, terrateniente, etc., está colocada desde 1916-17 en el campo de la contrarrevolución.

La estrecha alianza existente entre nuestra burguesía y el imperialismo para explotar al proletariado y al pueblo mexicano, determina que con la revolución socialista también se luche para derrotar al imperialismo. En México la lucha socialista tendrá que darse simultáneamente contra la burguesía mexicana como expresión nacional del capital y contra el imperialismo que es su forma internacional. Ambos,  burguesía e imperialismo son, en nuestro país, la contrarrevolución.

La lucha revolucionaria de la clase obrera mexicana por la revolución socialista es la forma  nacional en que se librará aquí la lucha internacional del proletariado de todo el mundo contra el sistema capitalismo mundial. Al combatir al imperialismo, se manifestará en otra forma el contenido internacional de nuestra revolución socialista; desarrollarla y fortalecerla debilitando a la burguesía y al imperialismo, hasta lograr la victoria sobre ellos, es la mejor manera de expresar la solidaridad, la hermandad, el internacionalismo proletario que unen a nuestro obreros con lazos indestructibles a los trabajadores de todo el planeta.

b.- La burguesía actuará como clase, como un todo, tratando de aplastar la lucha revolucionaria. La esencia contrarrevolucionaria de la burguesía descarta de antemano cualquier posible “alianza” con sus pretendidos o supuestos sectores “progresistas”, “democráticos”,  “revolucionarios” o seudosocialistas.

Quienes en nombre de la revolución socialista planteen luchar en determinadas circunstancias al lado de sectores o grupos burgueses, no se dan cuenta que tales luchas sólo podrían llevarse a cabo en base a objetivos burgueses, aplicando consecuentemente, la política burguesa que  tan sólo beneficiaría a los capitalistas o a una parte de ellos. El origen de algunas de estas equivocadas concepciones seudorevolucionarias y seudoproletarias, estriba en que quienes la formulan  no alcanzan a distinguir las profundas diferencias existentes entre la lucha contra el imperialismo, en la que parecen coincidir y tener tareas comunes. Estas gentes no pueden entender que el antiimperialismo burgués es única y exclusivamente una lucha entre explotadores para llevarse la máxima ganancia o el mayor porcentaje de ésta, pero manteniendo la propiedad privada, la dominación burguesa y reforzando las ataduras económicas y políticas que mantienen esclavizados a los obreros. El antiimperialismo proletario, por el contrario, se propone acabar de una vez por todas con el capitalismo nacional e internacional, ve en la burguesía y al imperialismo al mismo enemigo bajo las dos formas, nacional e internacional, a las que debe derrotar para acabar con la propiedad privada, el yugo burgués, la democracia y la dictadura burguesas y la humillante y brutal esclavitud asalariada que padece el proletariado mexicano.

No puede ni debe alentarse  ninguna ilusión, ninguna esperanza en el supuesto revolucionarismo de  la burguesía, enemiga de clase del proletariado. Al contrario, debemos fomentar una total desconfianza hacia la burguesía y hacer énfasis siempre en su invariable posición contrarrevolucionaria.
Lo anterior no significa que se descarte de modo absoluto la posibilidad de que algunos elementos burgueses, a nivel individual o de pequeños grupos, en su mayoría intelectuales, simpaticen o hasta colaboren con la causa proletaria, sobre todo en momentos de crisis revolucionaria.

La creciente influencia que el sector financiero va logrando en la dirección del estado burgués, le permite que la política aplicada por éste lo beneficie más que a cualquier otro sector de la burguesía. Sin embargo, tal fenómeno no modifica en nada el principio marxista que señala que el actual estado mexicano sirve, representa y defiende los intereses de toda la clase capitalista. Aquellas gentes que no comprenden esa ley, cometen o corren el peligro de cometer, el gravísimo error de creer que el enemigo a vencer no es la burguesía en su conjunto, como clase, sino su sector  financiero. Semejante tesis los deja indefensos ante la política burguesa y en posición de poder ser  utilizados por diferente grupos burgueses en  sus luchas con los grupos financieros.

2.- La dirección Política y la Hegemonía del Proletariado en la Revolución Socialista.

a.- El proletariado es la única clase verdaderamente revolucionaria en la sociedad capitalista, porque es su producto más peculiar y la base en que ésta se sostiene, porque como clase carente de toda propiedad, de todo derecho, de toda libertad, es la única capaz de luchar consecuentemente contra la burguesía y el imperialismo por los objetivos de la revolución socialista, que son sus objetivos históricos, de clase.

El proletariado mexicano es la única clase capaz de organizarse y levantarse por ella misma, con sus solas fuerzas, contra el capital  nacional y extranjero, porque es la única, clase oprimida que posee un ideología propia: el marxismo-leninismo. La aplicación de los principios  del socialismo científico a las circunstancias históricas de nuestro país, permitirá que nuestra clase obrera, al elaborar su propia política, se  distinta tajantemente de la burguesía y  de las otras  clases y organice su partido político que la dirija en la revolución socialista y la lleve a la victoria.

Sólo después de organizarse políticamente a sí misma, nuestra clase obrera podrá organizar al resto de las clases oprimidas para la lucha por el socialismo, pues sólo  ella puede dar soluciones radicales, definitivas y correctas a las necesidades de esas clases, con la revolución.

Si el proletariado  no le da  su dirección consciente, científica, a la lucha de clases que se libra en nuestro país, la revolución socialista no podrá realizarse. Ninguna otra clase, ningún partido que no sea el partido proletariado, podrá dirigir la lucha de clases al socialismo.

Sólo el proletariado es capaz de organizar la sociedad socialista y establecer las bases que  le  permitirán transformarla en la futura sociedad comunista.

b.- Para dirigir su revolución, organizarse y organizar revolucionariamente a sus aliados y derrotar a sus enemigos,  nuestra clase obrera necesita crear su propio partido político.

La misión permanente del partido es la de organizar la lucha de clase del proletariado y crear con la política proletaria la conciencia socialista de los obreros, a fin de dirigirlos a la toma del poder político. El  partido revolucionario del proletariado deberá desarrollar la teoría de la revolución socialista en  México, teoría cuyos  elementos fundamentales  son el programa, la táctica general del proletariado en   su  revolución y  la política general del proletariado en todo el período de la lucha para derrocar a la burguesía. Esa teoría resultado de la aplicación de las leyes políticas  generales del  marxismo-leninismo a nuestra realidad, le permitirán al partido garantizar la independencia política e ideológica de la clase obrera y su papel político como clase dirigente del proceso revolucionario socialista.

Para  saber si esa teoría se apega a los principios del socialismo científico es obligación de los comunistas y de su organización política estudiar profunda y detenidamente, con un elevado espíritu crítico, la experiencia política de la clase obrera de TODO el mudo, con el fin de establecer con el máximo rigor las categorías y las leyes políticas descubiertas y  formuladas por el marxismo y analizar con ellas su programa, su táctica y su política generales. Asimismo, deberán saber extraer de las victorias y las derrotas de los obreros de los demás países, aquellas enseñanzas que les permitan hacer avanzar con rapidez y seguridad, sin cometer errores importantes, la lucha revolucionaria en México.

Los comunistas y su partido deberán tener mucho cuidado en no trasladar mecánicamente a México las experiencias, programas, tácticas o la política elaboradas para otros países cuyas circunstancias históricas son esencialmente distintas a las existentes en la actualidad aquí.

Los comunistas mexicanos debemos combatir siempre el dogmatismo que hace presa de muchísimos elementos que se dicen socialistas, unido casi siempre al subjetivismo, el dogmatismo es la principal fuente en que se generan los múltiples intentos de aplicar mecánica  y literalmente la política de la clase obrera de otros países a México, negando la necesidad de desarrollar y aplicar creadoramente la teoría marxista a nuestras condiciones. Debemos combatir resueltamente el dogmatismo porque en tanto es una asimilación unilateral, inexacta, mutilada del marxismo y de la experiencia histórica del proletariado es, asimismo, fuente de concepciones revisionistas.

El partido proletario tiene la obligación de defender firme e intransigentemente la política y la ideología proletaria contra todos los intentos de la burguesía por corromperlos, introduciendo en ellas sus concepciones, en particular, las ideas reformistas.

El partido proletario sólo puede ser resultado de la fusión del socialismo científico con el movimiento obrero. La doctrina marxista debe ser introducida desde fuera del movimiento obrero por los intelectuales portadores del marxismo, bajo la forma de POLITICA SOCIALISTA. Desde un principio, el éxito de esa tarea depende de la consecuencia y el acierto con que los comunistas desarrollen la lucha contra la política burguesa que domina a los trabajadores.
La tarea permanente de los comunistas, aún antes de construir su partido, y tal vez entonces sus esfuerzos deber ser mayores, es introducir, difundir, educar con la política, el programa y la táctica general del proletariado a la clase obrera, lo que significa que, simultáneamente, combatan la espontaneidad, la inconciencia  histórica de los trabajadores que se expresa como política burguesa, como lucha por reformas, lucha que debilita y paraliza la conciencia revolucionaria latente en ellos, al llevarlos a mantener esperanzas en el capitalismo  y la burguesía.

La lucha contra la espontaneidad de las luchas obreras, contra la política burguesa, es la esencia de la misión de los comunistas, pues sólo de esa manera podrán organizar la lucha de  clase y crear la conciencia de clase de los obreros.  Sólo así podrán convertir el movimiento inconsciente en movimiento consciente. Para que los trabajadores abandonen las filas de la burguesía y no se encierren,  más en los estrechos marcos de su lucha burguesa: la lucha sindical,  a la que tanto sus enemigos como los falsos comunistas la han limitado durante mucho tiempo presentándoselas como revolucionaria, los comunistas deben difundir ampliamente entre  ellos el programa proletario denunciando la constitución, la ley federal del trabajo, etc., como el programa burgués.

El partido revolucionario del proletariado agrupa únicamente a un reducido núcleo de la clase obrera, el partido es la minoría consciente organizada del proletariado porque la asimilación, así como la aplicación organizada y disciplinada del marxismo como CIENCIA  de la política y de la lucha de clase, sólo pueden lograrla pequeños grupos de elementos preparados para ello por su cultura, experiencia política, educación, decisión, entrega, firmeza, etc. El parido debe reunir, entonces, a lo mejor de la clase obrera y de aquellas clases que estén dispuestos a hacer suya la causa socialista, el partido debe tener como núcleo central a un grupo de políticos PROFESIONALES  que a la par que juegan el papel dirigente, le dé  continuidad a la lucha, sea depositario de la experiencia del proletariado, la sepa asimilar y trasmitir al resto de los militantes.

La creación de la vanguardia política de la clase obrera será posible porque al introducir la política socialista en el seno de la clase obrera, de ella se destacarán y seleccionarán los más abnegados, capaces, inteligentes, firmes, resueltos, audaces y valientes de sus hijos para integrarse a las filas de los socialistas organizados. Algunos grupos de la pequeña burguesía intelectual, que por tener acceso a la cultura y a las ideas socialistas, están en condiciones de adherirse a la lucha socialista, jugarán un importante papel en la educación y organización revolucionaria de los obreros y en la creación de su partido, si son capaces de renunciar definitiva y radicalmente a las concepciones políticas de la clase de que provienen y de adoptar de manera plena, intelectual y emotivamente, la gran causa del socialismo.  En el partido sólo existirá la categoría de comunistas para designar a todos sus militantes, haciendo a un lado su origen de clase.

Los comunistas y su futuro partido luchan y lucharán siempre por educar con su política a toda la clase obrera. Sin embargo, las diferencias existentes entre los sectores que la forman, diferencias originadas en la mayor  o menor experiencia de lucha, la aparición de nuevas ramas de la producción y la incorporación de numerosos elementos provenientes del campo a las filas obreras, las tradiciones sindicales, etc., determinan que en una primera etapa del trabajo de los comunistas que, además, se caracteriza por la difusión al nivel propagandístico de la política socialista, sólo unos cuantos de los obreros más capaces, poseedores de cierto desarrollo intelectual, respondan a los llamados a incorporarse a las filas socialistas. Lo cual no significa que la gran mayoría de los obreros sea indiferente a la acción de los comunistas. Cierto es que en el período inicial, que será más o menos largo, no manifestarán un claro  y firme apoyo a la revolución, sin embargo, poco a poco grupos más o menos amplios de obreros sentirán interés por las ideas socialistas, se sentirán atraídos por ellas e irán reconociendo que la política socialista y las soluciones que propone son correctas y,  en la medida que esto ocurra, aunque de inmediato no se declaren partidarios del socialismo, su naciente simpatía por la revolución se irá convirtiendo cada vez más, bajo la influencia de la política de los comunistas, en colaboración activa con múltiples y distintas actividades revolucionarias.

La primera etapa de la lucha de los comunistas mexicanos tendrá como uno de sus objetivos, la integración de núcleos socialistas entre los trabajadores, a fin de que ellos desarrollen dentro de la gran masa una permanente labor de propaganda y agitación de la política, el programa y táctica socialistas. Al unísono, esos grupos seleccionarán y organizarán a los mejores elementos de aquellas que  manifiesten sus simpatías y su  deseo de colaborar con la lucha revolucionaria. La labor comunista estaría condenada al fracaso, si no somos capaces de crear  unan capa más o menos amplia de simpatizantes del  socialismo que apoye, aliente, proteja y nutra nuestras filas con nuevos militantes.

También al principio, la lucha de los comunistas “los condena” a ser, más que nada, un grupo político de vanguardia, cuya misión consiste en difundir sus posiciones y ganar simpatías para su causa.   Durante ese lapso, los comunistas no serán todavía y cometerían un gravísimo e imperdonable error si así lo creyeran, la organización política DIRIGENTE del proletariado; si han sido capaces de elaborar el programa, la táctica y la política generales de la clase obrera, si luchan consecuentemente por llevarla al  seno de  ésta, ese grupo o grupos  son ya potencialmente el partido  proletario. Pero dado que la fusión del socialismo  científico y el  movimiento obrero,  o lo que es lo mismo, la asimilación y la aplicación práctica por parte de los obreros de la política socialista a sus luchas cotidianas es UN PROCESO, que requiere tiempo y esfuerzos cuyos resultados se obtienen lentamente, el partido en tanto fruto de ese proceso, sólo puede aparecer en una etapa posterior en que la política socialista ya ha echado raíces sólidas en algunos núcleos de la clase obrera.

El partido entendido como organización política dirigente real de las luchas del proletariado, existe cuando los comunistas han ganado el reconocimiento y la aceptación de su política por parte de determinados sectores obreros. La calidad de organización proletaria dirigente habrá de ganarse en una larga, tenaz, decidida y difícil lucha contra la política burguesa. Sólo cuando la clase obrera empiece a actuar bajo las consignas socialistas, cuando  enarbole la bandera de la revolución proletaria y luche por el programa socialista, se podrá hablar de la existencia histórica, real, auténtica, de su partido político.

El partido proletario deberá funcionar de acuerdo con el centralismo democrático. La existencia de un solo programa, de una sola línea política para todos los militantes, es la  base de la unidad de acción política, organizada y disciplinada, con que tienen que actuar los comunistas para que su  lucha tenga perspectivas de  éxito. El centralismo democrático exige, como una condición esencial, la creación de un  grupo de dirigentes política proletarios capaces, firmes, probados, portadores y creadores de la política proletaria que sepan darle firmeza, continuidad y perspectivas al partido y capaces, además, de saber asimilar, analizar y transmitir la experiencia adquirida por la clase y el partido nacionalmente  y por el proletariado mundial. Para que el centralismo democrático funciones efectivamente, para que sea una realidad, es necesario que la mayoría de los militantes posean un alto, un muy alto nivel de conciencia, que comprendan  y dominen  en alto grado la política socialista. Para que el centralismo democrático sirva al desarrollo del partido, es necesario que todos los militantes participen en la elaboración y discusión de la política partidaria.

La crítica y la autocrítica, instrumentos básicos para la superación  y el mejoramiento permanentes de la acción de los comunistas, no pueden existir si la mayoría de los miembros del partido caen en el conformismo y no luchan por asimilar cada vez más las posiciones de su organización, si no luchan por elevar su trabajo en todos los sentidos. La democracia dentro del partido presupone el derecho de todos los miembros a manifestar sus opiniones y a sostenerlas, aún en el caso de haberse adoptado una decisión. Presupone también el derecho a ser electo a puestos de dirección en distintos niveles, pero implica también que una vez tomadas las decisiones exigidas por los problemas políticos, todos los miembros, incluidos aquellos que siguen opinando en otro sentido, deben acatar y aplicar las medidas adoptadas. Sólo así, subordinándose la minoría a  la mayoría y los organismos inferiores a los superiores puede darse la unidad de acción partidaria. La aceptación de los acuerdos  debe ser, en todos los casos, fruto de la disciplina consciente de los militantes que saben que la práctica política, analizada a la luz de las categorías políticas marxistas, será siempre el factor que permita determinar lo acertado de las decisiones tomadas.

La lucha de los comunistas mexicanos para destruir al sistema capitalista deberá ser siempre clandestina. La clandestinidad será una forma de protección permanente de la acción de los comunistas, que no deben renunciar nunca a ella, pues de hacerlo, se exponen a ser aplastados por la burguesía. La naturaleza de sus objetivos, la  lucha para destruir la democracia y  la dictadura burguesas, son las razones que les imponen a los comunistas y al futuro partido proletario la lucha secreta o clandestina, ya que  semejante tarea no puede darse dentro de los marcos de la legalidad burguesa. Los comunistas saben que la democracia y la dominación de la burguesía que ocultan su carácter de dictadura contra los enemigos del capitalismo, bajo palabras demagógicas acerca de los derechos de expresión y de reunión, así como la libertad de prensa, etc., desconfían totalmente de la burguesía y de sus mentiras y, por ello, tratan de impedir que ella conozca la forma en que desarrollan sus actividades. Más aún, una parte de su trabajo entre la  clase obrera tiene como objetivo preparar a los trabajadores en los principios de la lucha clandestina, inculcándoles una absoluta desconfianza hacia las normas de la legalidad burguesa.

3.- Las otras fuerzas revolucionarias.

a.- Para que la revolución socialista triunfe es  necesario que  nuestro proletariado, dirigido por su partido, sea capaz de crear una correlación de clases favorable a su causa. Nuestra clase obrera deberá ganar a aquellas clases, que por sufrir también el yugo de la burguesía y la explotación de ésta y del imperialismo, necesitan el cambio revolucionario para que sus necesidades y aspiraciones sean satisfechas.

La más firme, segura e importante de las futuras clases aliadas del proletariado , sobre todo en el campo, es el semiproletariado. Tanto por sus pésimas condiciones de vida, como por carecer casi por completo de toda propiedad y contar cada vez más sólo con su fuerza de trabajo para vivir, como por el número de elementos que integran esta clase y por sufrir en alto grado y durante períodos más o menos prolongados la explotación capitalista, el semiproletariado es la clase más cercana al proletariado y la que con más facilidad se identifica con éste en todos los terrenos. Para participar en la revolución socialista deberá ser educada con las concepciones socialistas.

La pequeña burguesía, tanto  en su sector urbano como rural, es la otra clase que habrá de participar en la revolución aliada a los obreros. Su peculiar situación de inestabilidad en la sociedad capitalista, producto del constante proceso de proletarización a que está sometida, se manifiesta como inestabilidad política y falta de firmeza y de consecuencia en  la  lucha revolucionaria. En la actualidad, cuando la clase obrera aún no actúa  como clase consciente, la pequeña burguesía, a pesar de las afirmaciones de muchos de sus más destacados representantes atrincherados en numerosos grupos seudosocialista,  lucha contra la burguesía con una política reformista.

En la sociedad capitalista, los pequeños agricultores, los pequeños industriales y comerciantes, los artesanos, profesionistas y las gran mayoría de los estudiantes , sólo pueden ser revolucionarios a condición de que abandonen sus  propios puntos de vista para hacer suyas las posiciones políticas del  proletariado, se alíen a él y estén dispuestos a actuar bajo la dirección del partido proletario.

La condición  principal para que el semiproletariado y la pequeña burguesía se coloquen al lado de la clase obrera en la lucha por el socialismo, es que ésta  vaya construyendo una  fuerza política lo suficientemente grande y sólida con la que pueda contrarrestar las tendencias  de esas clases a conciliar con la burguesía. El proletariado  habrá  de valerse de su alianza con  el semiproletariado, para vencer las vacilaciones y el espíritu conciliador de la pequeña burguesía.  Se comprende entonces porque, mientras el proletariado no defina su política de clase, ni se organice ni actúe de acuerdo a ella, la pequeña burguesía como clase no puede asumir una posición revolucionaria frente a la burguesía.

Junto con la fuerza del proletariado, la incapacidad de la burguesía para resolver las necesidades de las masas explotadas, incapacidad que todos los días podrán comprobar las masas por si  mismas, será un factor de gran importancia para que tanto el semiproletariado como la pequeña burguesía asuman una posición revolucionaria consecuente. A medida que vean que el régimen capitalista no puede resolver sus problemas, se les convencerá, por otro lado, de que tal cosa sólo será posible en el socialismo.

b.- Sólo  cuando el trabajo  socialista haya permitido la estructuración de sólidos núcleos socialistas en algunos sectores de la clase obrera y, consecuentemente, se haya desarrollado  una amplia capa de obreros simpatizantes del socialismo a escala nacional, será posible y necesario que se destinen fuerzas para difundir ampliamente las concepciones comunistas entre las otras clases potencialmente revolucionarias. Eso significa que los comunistas pueden y deben, en la etapa actual, realizar parte de su trabajo entre el semiproletariado y la pequeña burguesía, a condición de que sea más que nada, una labor de difusión propagandística de la teoría revolucionaria y tenga como finalidad atraer por esta vía a los elementos más destacados, decididos, firmes y capaces de esas clases a las filas de los comunistas, para que se incorporen a las tareas de organización y educación socialista de los obreros.

En un período posterior, cuando el proletariado sea una fuerza política independiente, deberá lanzarse a la tarea de capitalizar y consolidar en su beneficio, la simpatía que  sienten por el socialismo amplias capas de la pequeña burguesía y del semiproletariado. Entonces, la clase obrera podrá aprovechar para su causa la difusión que las ideas socialistas han tenido, por multitud de vías, entre esas clases,  armada de su programa y su política organizará y ganará, movilizará y preparará a sus aliados para la lucha contra la democracia burguesa, podrá combatir y derrotar las vacilaciones y las inconsecuencias que llevarán con ellas a la lucha revolucionaria.

4.- La lucha armada como única vía para el triunfo de la Revolución Socialista.

a.- La destrucción de la democracia, la dictadura y la propiedad privada burguesa, la destrucción del Estado Burgués, la destrucción de la moderna sociedad burguesa mexicana, sólo podrá realizarla nuestra clase obrera usando su violencia revolucionaria y la de sus aliados. La lucha  armada del proletariado, el semiproletariado y la pequeña burguesía, es el único camino para derrocar el poder político de la burguesía y derrotar la lucha contrarevolucionaria de la burguesía y el imperialismo.

Los obreros mexicanos deben  ser educados desde ahora y siempre, en la idea de que la burguesía y el imperialismo no renunciarán a sus privilegios que, por el contrario, defenderán a sangre y fuego su régimen de explotación, sus propiedades, su democracia, su dictadura. Deben ser educados en la idea del antagonismo irreconciliable existente entre sus interese  y los de la burguesía, deben ser educados en la idea de que la lucha será sin tregua, a vida o muerte, y que cualquier vacilación, cualquier ilusión en la burguesía o conciliación con ella pueden resultar sumamente costosas a la causa socialista, sobre todo en  los momentos decisivos en que, con las armas en la mano habrá de decidirse el destino de la lucha de clases en nuestro país: el triunfo del proletariado y sus aliados o el de la burguesía y su aliado el imperialismo.

b.- Desde ahora debemos señalar que no es posible lograr el triunfo de la revolución socialista por la vía pacifica, a través del parlamento burgués o por medio de las elecciones. Pero, además, dado que las elecciones burguesas para presidentes municipales, diputados, senadores, presidentes de la república, son instrumentos de la burguesía para mantener su dominación política, haciéndoles creer a las masas oprimidas que tienen el derecho de elegir a sus gobernantes y que seguirán siendo empleadas por ella para conceder reformas políticas que refuercen tales ilusiones, los comunistas debemos denunciarlas siempre como un engaño, como intentos para lograr que los trabajadores y el pueblo confíen en la democracia burguesa. En tanto en las elecciones a todos los niveles se expresa y manifiesta el problema fundamental de la revolución socialista, el problema de qué clase tiene el poder político, nuestro deber es señalar que la revolución  sólo podrá realizarse por medio de la violencia organizada de los obreros y el pueblo contra la burguesía y el imperialismo. En ningún momento será correcto que los comunistas postulen candidatos a elecciones, su labor será siempre de desenmascaramiento, de denuncia de estas y, cuando sea posible, de boicot a la farsa electoral, de boicot y repudio a estas manifestaciones de la democracia y el poder político burgueses.

c.-  A lo largo del período que va del momento actual a la lucha armada por el socialismo, nuestra clase obrera dirigida por los comunistas y su partido habrá de hacer  uso de todos los medios de lucha para organizarse, educarse, templarse, prepararse y preparar, templar, educar y organizar a sus aliados para la toma del poder político. La propaganda, la agitación, los mítines, las manifestaciones, las huelgas, el terrorismo, la guerra de guerrillas, etc., deberán ser empleados para educar en la política socialista a los obreros y a las masas trabajadoras, deberán ser utilizados precisamente en los momentos que correspondan tanto al estado de las fuerzas organizadas que luchan por el socialismo, como al grado de desarrollo de la conciencia de clase de los trabajadores y a la consolidación de  la simpatía popular por revolución.

En todas las acciones que se realicen,  lo más importante será siempre el contenido político que las oriente y que habrá de darles sentido. Para que a las masas trabajadoras se les eduque de verdad en las ideas socialistas, será necesario que tanto en la propaganda, la agitación, en  los mítines, en las manifestaciones se denuncie la democracia y la dictadura burguesas, como que las huelgas, el terrorismo, la guerra de guerrillas, etc., estén inspiradas por la política proletaria y sean expresiones conscientes y planificadas de la lucha contra la democracia burguesa.

La clase obrera y los comunistas no renunciaremos jamás a emplear todas las formas se lucha.  Haremos uso de ellas para aumentar el número de nuestros militantes, para ampliar nuestra influencia entre la masa obrera y la de nuestros aliados, para desarrollar y consolidar el prestigio de nuestra política y de nuestro partido, para debilitar y desmoralizar las filas de nuestros enemigos, para acumular fuerzas y templar a nuestros combatientes con vistas a los enfrentamientos decisivos.

d.- En la medida que se desarrolle y profundice la acción política consciente del proletariado, en la medida que éste gane para sus posiciones a sectores cada vez más amplios de la población y le quite base de apoyo político y social a la burguesía y al imperialismo, en la medida que fracase la política burguesa, se acercará el momento en que la lucha de clases habrá de pasar a su forma superior: la lucha armada. En México, tendrá el carácter de una GUERRA CIVIL REVOLUCIONARIA, que tal vez en algunos períodos podrá adquirir la forma de guerra de guerrillas.

Para pasar a la insurrección, el partido proletario deberá ayudar a crear las condiciones que le den las mayores posibilidades de éxito y habrá de contar con grupos de militantes y simpatizantes especialmente preparados para dirigir y organizar la lucha armada. El partido habrá de contribuir con sus directivas a crear una situación revolucionaria y deberá aprovechar la crisis revolucionaria en que “los de arriba ya no puedan seguir viviendo como hasta entonces y los de abajo ya no quieran seguir viviendo como hasta ese momento”, habrá de contribuir a la profundización de  una crisis nacional que afecte y ponga en movimiento a todas las clases y en la cual, el elevado nivel de consciencia de clase del proletariado industrial y agrícola, sumado al amplio y decidido apoyo del semiproletariado y de la pequeña burguesía  asegurarán el  éxito de la lucha armada socialista. Si no se han creado tales condiciones, la insurrección estará condenada al  fracaso, se convertirá en una aventura y terminaría por transformarse en un peligroso elemento de desorganización, dispersión, confusión y desmoralización de las filas revolucionarias.

V  ELMOVIMIENTO ESPONTANEO EN MÉXICO.

1.- Sus características políticas fundamentales.

a.- Las luchas de masa en México, las luchas de los obreros, semiproletarios y pequeño burgueses, jamás han rebasado los marcos de la política burguesa. Su característica fundamental es que siempre han sido espontáneos. Su espontaneidad se ha manifestado claramente en que en ninguna ocasión han levantado banderas de la lucha  contra el régimen social, económico o político de la burguesía desde posiciones proletarias, jamás han luchado o denunciado la democracia y la dictadura de la burguesía. Por el contrario, las banderas bajo las cuales se han desarrollado los movimientos han sido las de la política burguesa,  sus exigencias, peticiones o demandas  de  reformas económicas o políticas, siempre han expresado su confianza en la Constitución, las leyes, las instituciones y las soluciones de la burguesía. En su inmensa mayoría, las luchas espontáneas han sido dominadas y dirigidas de acuerdo con las ideas de la burguesía, salvo en casos como el de la rebelión cristera que fue expresión de concepciones más atrasadas.

La espontaneidad de la clase obrera y de las demás clases oprimidas, es su incomprensión de que la causa básica de todos sus sufrimientos, de todas las penalidades que padece, es el maldito sistema de explotación capitalista. La espontaneidad es la inconciencia histórica, es la ignorancia de los obreros acerca del papel histórico que como clase están llamados a jugar destruyendo la democracia y la dictadura, así como la propiedad privada burguesa, para establecer a cambio la dictadura del proletariado, garantizar la democracia proletaria y organizar la sociedad socialista. La espontaneidad de la clase obrera mexicana se expresa todos los días como lucha reformista en el terreno económico y político: lucha sindical, por salarios, por la vigencia de la constitución, etc.

En la medida que las luchas obreras en México han expresado que nuestro proletariado desconoce sus verdaderos intereses y objetivos históricos, de clase, proletarios, socialistas, le ha sido imposible reconocerse y organizarse como una clase distinta de las demás, le  ha sido imposible definir y reconocer a la burguesía como su enemigo de clase y, en consecuencia, no ha sabido ni podido combatirla como tal. Sometido a la ideología y a la política burguesas, el movimiento obrero mexicano ha carecido siempre de su verdadera independencia política.

En la misma medida que el movimiento obrero ha carecido de una perspectiva y una dirección  proletarias, las luchas de las otras clases explotadas han resentido esa inconciencia, pues por si solas no pueden rebasar su propia espontaneidad y son incapaces de luchar contra la burguesía con otras ideas que no sean  las de ella.

A pesar de que en ocasiones se han dado luchas muy  radicales por su forma, por su contenido democrático-burgués, en ningún momento han puesto en peligro la dominación capitalista.

Aunque los movimientos han  aparecido como independientes del control  y la dirección de las instituciones u organizaciones políticas burguesas, esta independencia ha sido más bien de forma que de contenido político. Al no poder sacudirse las concepciones burguesas y obrar de acuerdo  con lo que la burguesía les ha enseñado, las masas han actuado, en última instancia, conforme a las   posiciones y los intereses de su enemigo.

b.- La raíz de este fenómeno, la razón de que todos los movimientos realizados de 1917 a la fecha hayan sido en esencia luchas políticas burguesas, se localiza en dos causas fundamentales: primera, la burguesía dirigió de acuerdo con sus intereses, con su política y su ideología, a todas las clases participantes en la revolución democrático-burguesa iniciada en 1910. Los campesinos, que formaban la inmensa mayoría, los obreros y la pequeña burguesía actuaron bajo las banderas burguesas, ninguna clase le disputó  a la burguesía la hegemonía del proceso revolucionario. La clase obrera, que hubiera sido la única capaz de plantear una perspectiva diferente, por múltiples razones no se había organizado políticamente y no contaba con su propia política ni tenía conciencia de clase.
La segunda razón es que, durante más de 55 años en que se ha mantenido en el poder, la burguesía ha educado y organizado, controlado  y dirigido con su política y su ideología a todos sus enemigos, los ha enseñado a aplicar su política, haciéndoles creer, ayudada por los seudocomunistas y seudosocialistas agrupados en el PCM, PPS, FOCM, POCM, LLE, LCE, PMT, MMLM,  PCOM, trotskistas, Marcha Hacia el Socialismo, CNAO, etc., que la lucha por reformas económicas y políticas es parte de la lucha por transformar revolucionariamente a  nuestro país. De esa manera, la clase obrera, los  semiproletarios y la pequeña burguesía se han visto sometidos a una labor de desgaste permanente, a una labor de “humanización” del régimen capitalista, sin estar nunca, por ese camino, en posibilidad de adquirir conciencia de clase y, mucho menos, estar en condiciones de avanzar en el camino que las lleve a la destrucción del capitalismo.

2.- Las luchas de 60-73 y el “avance” del movimiento espontáneo.

a.- De 1960 a 1968, así como de 68  a 73, los movimientos han sido promovidos sobre todo por la pequeña burguesía, pues el rápido desarrollo del capitalismo lo ha afectado de manera más directa y profunda que a ninguna otra clase, lanzando violentamente a las filas del proletariado a muchos de sus integrantes.

Sin dejar de ser espontáneos, y por tanto, sin dejar de plantear una política burguesa, los movimientos que se han dado en esos años, “avanzaron” paulatinamente. Su  “avance” consistió en pasar del terreno de las peticiones exclusivamente económicas a las exigencias políticas democrático-burguesas, como ocurrió  en 1968  y después.

También debe señalarse que las masas han aprendido  que las luchas locales por si solas, con sus solas fuerzas, es muy difícil que puedan lograr la satisfacción de sus objetivos. A partir de 1965,  pero en particular desde 1968, se ha buscado y fomentando la alianza de las fuerzas en lucha con las fuerzas de otros sectores. Así, los movimientos han tendido a convertirse de locales en nacionales, han  creado formas de organización y lucha que permiten a los luchadores de una localidad o estado, solicitar, y contar, en un momento dado, con el apoyo de elementos de otros estados. Los estudiantes se han manifestado especialmente activos en este sentido y, de ese modo, poco a poco se ha ido dando la  alianza de los estudiantes con los campesinos y los obreros. Por esa misma razón, las  luchas tienden también a convertirse en populares. Sin embargo, las alianzas que se forman al obedecer a una concepción espontánea,  burguesa y reformista de la lucha de clases, expresan los defectos propios de  tal ideología: los programas que levantan expresan las aspiraciones de las  gentes que aún no han recibido una educación política proletaria y que todavía confían en las soluciones y en la democracia burguesa.

Como resultado de la acción inconsecuente y dispersa de los grupos seudocomunistas y,  en gran medida, como una reacción que mucho tiene de instintiva, se ha difundido más o menos ampliamente, de manera particular entre sectores de la pequeña burguesía, la idea, muy vaga y confusa todavía, de que para resolver los problemas en México, es  necesario una nueva revolución. Junto con ese se ha dado otro fenómeno de gran importancia para el trabajo futuro de los comunistas: un gran interés por las ideas  socialistas y una simpatía cada vez mayor por el socialismo, por parte de amplios sectores de la población.

En lo tocante a la clase obrera, las luchas de algunos de sus sectores  en el período 1960-1973: petroleros transitorios, camioneros, telefonistas, Ayotla, Rivetex, Medalla de Oro, electricistas, etc., se han mantenido en el nivel sindical. Las luchas campesinas centradas en torno a la exigencia de tierras, han llegado a convertirse en numerosas invasiones en varios estados

b.- Sin embargo, a pesar de los “avances” ya señalados, el movimiento espontáneo llega y llegará siempre a un punto máximo  en su desarrollo político en que, por sí solo no puede rebasar las concepciones políticas burguesas, de manera inevitable se estanca y sufre n un proceso más o menos lento de descomposición  política. Sin la acción de los auténticos  comunistas que inoculen o introduzcan en las luchas espontáneas la política socialista, la clase obrera y las otras clases explotadas nunca podrán liberarse de la política burguesa y, a despecho de las formas  muy radicales que  puedan adoptar sus brotes de rebeldía, el movimiento espontáneo que sólo es el ”embrión” de la lucha consciente, continuará siendo sólo eso: la posibilidad de la revolución. Aquí puede verse y medirse la enorme responsabilidad que tienen los comunistas verdaderos para transformar el movimiento espontáneo en movimiento consciente.

La existencia de pocas y pequeñas organizaciones que tienen y aplican la política socialista, la relativa experiencia de sus miembros y dirigentes: el predominio de las concepciones reformistas entre la multitud de grupos que se creen y dicen comunistas, su dispersión, su debilidad ideológica y política, su inexperiencia, al igual que la gran confusión que alienta en sus filas, son factores que determinan que todavía por un período más o menos prolongado los movimientos habrán de desenvolverse por los cauces democráticos-burgueses, de acuerdo con la política burguesa.

Además, la radicalización de algunos sectores puede propiciar el surgimiento de brotes armados, muy posiblemente campesinos, que podrían arrastrar a partes de la clase obrera en las que el acoso, el hostigamiento y la provocación constantes de que se hace objeto a elementos destacados, han contribuido a crear un clima en que la respuesta violenta a las provocaciones, en muchas ocasiones violentas también, no son descartadas por completo. En tales circunstancias, sería casi seguro que el estado burgués, que desde hace tiempo se viene preparando para enfrentar tal eventualidad aplastaría sangrienta y ferozmente, con relativa facilidad cualquier lucha en ese sentido, lo que podría significar, por la pérdida de valiosos elementos de la clase obrera y otras clases y la persecución más aguda de los grupos marxistas, un duro golpe al avance de la lucha revolucionaria.

3.- Quiénes Rinden Culto a la Espontaneidad.

a.- La causa principal por la que el movimiento espontáneo no ha sido transformado en movimiento consciente, es que hasta ahora no han existido  en México verdaderas  organizaciones políticas proletarias. Los grupos autodenominados comunistas o socialistas, desde 1919, año en que se funda el PCM,  hasta 1970, han sido incapaces de formular la política socialista que exigen las circunstancias históricas de nuestro país; razón por la cual, no han sabido organizar a la clase obrera para que luche acertada y consecuentemente por sus objetivos históricos.

El limitado conocimiento del socialismo científico, la falta de asimilación de los conceptos o categorías políticas, económicas y filosóficas fundamentales de nuestra  doctrina, la probada incapacidad para analizar críticamente la experiencia histórica internacional de la clase obrera, han dado origen a un enorme atraso teórico de los supuestos marxistas, han convertido el marxismo de “una  guía para la acción”, en un conjunto de frases, fórmulas y esquemas rígidos que se repiten una y otra vez pretendiendo con eso resolver  los problemas que nos plantea la necesidad de impulsar y organizar la revolución, han permitido el reinado  del dogmatismo con lo que éste necesariamente implica: la imitación servil, el traslado mecánico y acrítico de las experiencias y la política empleada por los obreros de otros países sin establecer los límites de la aplicación de tal experiencia.

En esa forma, el marxismo-leninismo no ha sido manejado en nuestro país como la ciencia de la lucha de clases, sino como un recetario en que se quiere encontrar la formula mágica, prefabricada, a todos los problemas. Así, desde que el PCM  fue formado por iniciativa de la III Internacional,  de acuerdo con las concepciones políticas definidas por la propia internacional, nos encontramos que los pretendidos comunistas mexicanos por no son capaces de aplicar sí mismos los principios generales del marxismo a las condiciones concretas de su país. La historia del PCM y de la inmensa mayoría de los grupos surgidos después, sobre todo en la segunda mitad de los años 60, es la historia de la aplicación ciega y dogmática del programa, la política, la táctica general, etc., de la revolución rusa a nuestra realidad.

Decenas y decenas de años de fracasos apenas permitieron a mediados de la década del 60 empezar a romper las rígidas concepciones acerca del carácter de clase de la revolución. Por primera vez en mucho tiempo empezó a plantearse como otra solución a la lucha de clases en México, otro tipo de revolución que no fuera la democrático-burguesa preconizada por el PCM y grupos similares: FOCM, PPS, POCM, etc., empezó a plantearse la Revolución Socialista. Pero liberarse del dogmatismo, superar el abismal atraso político e ideológico que por más de 50 años han arrastrado los “comunistas” mexicanos no es sencillo.

La pobre asimilación de la doctrina marxista ha dejado inermes, desprotegidos a muchos “intentos” de marxistas frente a la ideología y la política de la burguesía. Al dogmatismo, reflejo del raquitismo teórico de los “marxistas” se ha sumado desde la fundación del PCM, la asimilación de concepciones burguesas, de tesis políticas creadas por la burguesía internacionalmente, por parte de las organizaciones pretendidamente comunistas. Entre ellas destaca una por la enorme trascendencia que ha tenido y tiene aún en la formulación de la política proletaria, esta tesis se refiere a que la clase obrera en su lucha revolucionaria tiene que luchar tanto por sus intereses inmediatos como por sus intereses mediatos, los intereses inmediatos son todas las reformas imaginables, económicas y políticas, los intereses mediatos son, por supuesto, los objetivos históricos del proletariado.  La trampa política e ideológica tendida  por los ideólogos burgueses a nuestros “marxistas”, trampa en la que ellos y muchos otros en casi todo el mundo han caído  redonditos y candorosamente, consiste en que el marxismo-leninismo sólo reconoce como intereses del proletariado sus objetivos históricos: la dictadura del proletariado y la organización de la sociedad socialista, a los que señala como objetivos de clase, socialistas, proletarios. En lo que toca a las reformas, el marxismo lo más que puede reconocer es que  estas constituyen tareas u objetivos transitorios que la clase obrera debe alcanzar cuando las circunstancias históricas de la lucha por la revolución democrático-burguesa así se LO IMPONEN.  Pero el marxismo tiene mucho cuidado en poner especial énfasis al señalar que el contenido de clase de las reformas, de los mal llamados intereses inmediatos de la clase obrera es BURGUES y que son instrumentos revolucionarios SOLO DURANTE EL TIEMPO que dura la lucha por la revolución burguesa, cuando ésta triunfa, pierden su sentido revolucionario y SE CONVIERTEN EN INSTRUMENTO DE DOMINACION IDEOLOGCA Y POLÍTICA DE LA BURGUESÍA. Sin darse cuenta, los “marxistas” mexicanos, no sólo han permitido que la burguesía “corrompa” y  “castre” el socialismo científico, sino que han contribuido y contribuyen entusiastamente a tal tarea, y además adoptan y desarrollan concepciones revisionistas.

Por lo tanto, para que exista un verdadero partido proletario es indispensable que no sólo se formule acertadamente el carácter de clase de la próxima revolución en México, que se estipule muy claramente que ésta sólo puede ser SOCIALISTA; es necesario que se superen las deformaciones burguesas introducidas en el marxismo, que se extirpen las concepciones y la política burguesa que lo han trabado, que se establezca que las reformas son objetivos burgueses por su contenido de clase y que no ayudan, sino que por el contrario frenan el desarrollo de la revolución.

En estos meses el PCM y otros grupos han formulado, o casi han hecho tal cosa, que la próxima revolución debe ser o será socialista o “democrático-socialista”.  Pero detrás de esto se esconden nuevos engaños a la clase obrera con la misma vieja política burguesa, reformista. Por mucho que se hable de las medidas socialistas, por mucho que se escriba acerca de “lo que se hará” cuando se tome el poder,  por más que se repita que hay que luchar por la dictadura y la democracia del  proletariado, que debe destruirse la propiedad privada burguesa, esto no dejará de ser palabrería hueca y una trampa para elementos honestos, si estos grupos continúan lanzando por razones de “táctica” o del tipo que quieran, a los obreros, semiproletarios y pequeñoburgueses a luchar por las reformas que siempre han pedido.

Al mantener al  pueblo trabajador luchando por  los objetivos burgueses que históricamente ya fueron conquistados,  que la burguesía plasmó en su programa: la constitución de 1917 y a los que les dio el sentido que convenía a sus intereses, los grupos “comunistas” que realizan esta labor se colocan en el terreno del reformismo, hacen política burguesa y ayudan a la burguesía a mantener su sistema y su dominación.

De la incomprensión de cuestiones marxistas fundamentales como las ya señaladas y de muchas otras, se desprende una concepción espontaneísta de la lucha de clases, que es aplicada por estos grupos.  Su papel en las luchas espontáneas se limita a impulsarlas por el camino que estas toman desde que se inician, hacen suyas las banderas enarboladas espontáneamente por los luchadores y “en el mejor de los casos”, estos grupos pretenden que de la lucha económica las luchas pasen al terreno de la lucha por cuestiones políticas burguesas. De esta manera, cometen una doble falla: practican una política burguesa, se mueven en el reformismo y lo llevan a las masa y, en segundo lugar, se dejan arrastrar por el movimiento espontáneo, rinden culto a la espontaneidad, a la inconciencia histórica, de los movimientos y de las masas, porque además de no saben distinguir entre la política burguesa y la proletaria, nunca han podido comprender lo que significa el planteamiento teórico de que el papel de los comunistas es combatir la espontaneidad de las luchas.

El reformismo de los grupos seudocomunistas, que son la gran mayoría, es un fiel reflejo de las posiciones de la pequeña burguesía, que alienta esperanzas de llegar a un arreglo con la burguesía para mantener su existencia como capa intermedia en la sociedad capitalista; la lucha por reformas, por un lado, mucha palabrería socializante, ultrarradical y revolucionaria, por otro, son las características más relevantes de la pequeñaburguesía conciliadora que, a medias, quiere romper con la burguesía, pero que en la lucha política no podrá hacerlo hasta que el proletariado constituido como una fuerza independiente y organizado en torno a su propia  política, la obligue a ser consecuente y a colocarse firmemente en el verdadero camino que conduce a la Revolución Socialista.

b.- Las guerrillas y el terrorismo, los asalta bancos y los secuestradores de los últimos años, la difusión de las posiciones aventureras y de la teoría del “foco guerrillero todopoderoso”, entre los estudiantes sobre todo, son otras tantas expresiones de la espontaneidad, la impotencia y la desesperación de una parte de la pequeña burguesía ante el fracaso de sus esfuerzos por arrancarle concesiones a la burguesía. Demuestran, además, con toda claridad, la incapacidad de esta clase para enfrentar con sus solas armas políticas a la burguesía, su incapacidad para trazar una perspectiva verdaderamente revolucionaria que transformando la mentalidad burguesa de los obreros y el pueblo en una concepción política proletaria, impulsara la revolución.

Por la vía del terrorismo y las guerrillas, un sector radicalizado y desesperado de la pequeña burguesía, se identifica con el otro sector conciliador de su propia clase, al rendir culto a la espontaneidad de su propia indignación e impotencia ante las brutalidades del capitalismo y, rendir también culto a la espontaneidad del movimiento obrero al abandonarlo a la influencia exclusiva de la política y la ideología burguesas y de la acción de los ayudantes de la burguesía, los reformistas. Esto es consecuencia de otra incapacidad, la de comprender que la revolución es, ante todo, un problema político, que requiere la educación y la organización constantes de las clases que van a participar en ella; su concepción del fenómeno revolucionario se reduce al problema de la técnica  militar que debe desarrollarse para que las gentes se convenzan de la conveniencia de dar la lucha armada para derrotar las fuerzas represivas del  Estado Burgués.
Si bien el “revolucionarismo efímero e infantil”  de la pequeña obedece a su incapacidad para comprender y aplicar las tesis fundamentales del marxismo, al rebajamiento y vulgarización de esas mismas ideas revolucionarias, no puede dejarse de reconocer que también se debe, en gran parte, a la falta de una teoría y una política socialistas y de una organización proletaria sólida capaz de encauzar y dirigir las luchas del proletariado mexicano y de aprovechar en ese sentido el entusiasmo, el heroísmo, la entrega, la decisión y la abnegación de muchos elementos que, por desgracia, han caído en el camino del aventurerismo.

VI.- EL PAPEL Y LA MISION DE LOS COMUNISTAS EN EL MOVIMIENTO ESPONTANEO Y EN LA LUCHA DE CLASES

1.- La Política Socialista.

a.- Por política socialista debe entenderse la lucha que conforme a un programa o plan general, definido de antemano, se realiza organizada y disciplinadamente para alcanzar los objetivos históricos del proletariado: destruir la democracia, la dictadura y la propiedad privada burguesas y establecer la dictadura y la democracia proletarias y organizar la sociedad socialista.


La política socialista también es la realización concreta de las tareas que cada momento del desarrollo político de la clase obrera requiere, para que está organice su lucha de clase y se consolide y avance su lucha contra la burguesía. La lucha política socialista es la lucha de clase del proletariado.

Hacer política socialista en la actualidad, significa difundir y explicar las ideas fundamentales de nuestro programa: denunciar ante la clase obrera y el pueblo la democracia y la dictadura burguesas  en sus manifestaciones concretas, explicar detenidamente porque la existencia de ambas demuestra la necesidad de luchar por el derrocamiento del poder político burgués y por establecer la dictadura y la democracia proletarias. Hacer política socialista es denunciar y mostrar con absoluta claridad cómo la política burguesa está integrada por la represión que ejerce el estado burgués y por las reformas, por las concesiones, por las migajas que arroja la burguesía para apaciguar momentáneamente el descontento popular y obrero y cómo las emplea para defender y conservar la existencia de su régimen de explotación.

Hacer política proletaria en esto momentos, es convencer a los obreros avanzados de que el único camino para resolver las necesidades de su clase y de las otras clases oprimidas es la revolución socialista. Hacer política proletaria es organizar a los representantes avanzados del proletariado mexicano para que junto con nosotros difundan el programa y la política socialista.

Al dar la lucha política socialista, la vanguardia obrera demostrará que ha adquirido un concepto exacto, científico, de la lucha de clases, que comprende cuáles son los intereses y la política de cada una de las clases que componen la sociedad burguesa. Al luchar prácticamente por sus objetivos históricos, difundiendo el programa, la táctica y la política socialista generales, esta vanguardia, integrada por los mejores y más destacados hijos de la clase obrera, se estará reconociendo como parte de una clase con objetivos e intereses propios. En última instancia, la conciencia de clase, socialista, sólo aparece bajo la acción de la política proletaria y sólo existe cuando los obreros aplican prácticamente tal política.

b.- El papel de los comunistas, su misión histórica, consiste en crear una forma nueva y superior de la lucha de clases, la lucha socialista, de clase, consciente, del proletariado. Nuestra tarea como comunistas, ahora y siempre, será luchar por convertir en consciente el movimiento inconsciente, introduciendo en el movimiento obrero el socialismo científico, inoculando la política socialista en la mente de los obreros, combatiendo la inconciencia, la espontaneidad de la clase obrera con la política proletaria. Sólo combatiendo desde un principio y de manera intransigente la política burguesa que domina y paraliza a los obreros, sólo luchando contra su conformismo, su conservadurismo y sus ilusiones en la democracia y en el sistema burgués es que los comunistas lograremos organizar y educar a la clase obrera para que lleve a cabo su misión histórica.

Ese es el único camino para elevar a la clase obrera de las concepciones democrático-burguesas que hoy la esclavizan al nivel de las posiciones socialistas. Para avanzar por ese camino debemos confiar plenamente en las grandes potencialidades de desarrollo intelectual de nuestra clase obrera. Sólo bajo el influjo de la política socialista la espontaneidad de los obreros dejará de ser “el embrión de la conciencia”, el simple germen de la revolución Socialista, para convertirse en la encarnación real de la revolución proletaria.

c.- Toda nuestra labor de propaganda, agitación y organización estarán subordinados a la tarea de desterrar la política burguesa e introducir nuestra política en el movimiento obrero. Si bien es cierto que la propaganda y la agitación son cuestiones inseparables, en la presente etapa la propaganda de las ideas básicas de la revolución socialista se coloca en el primer plano y exige la dedicación de nuestros mayores esfuerzos y recursos.

Paulatinamente es necesario desarrollar también la agitación en zonas obreras determinadas de antemano. Por una parte, es posible hacer agitación política socialista con motivo de los problemas surgidos en las fábricas o zonas fabriles. Frente a ellos nuestra posición debe consistir en señalar lo justo o correcto de las aspiraciones de los trabajadores, indicando al mismo tiempo el carácter limitado, temporal y engañoso de las soluciones burguesas con las que creen poder satisfacerlas; establecer claramente la relación que existe entre esos problemas y el sistema capitalista en general, y en particular la relación que tienen con la democracia y la dictadura burguesas, a fin de mostrar como la dominación política de la burguesía es la condición esencial para mantener el inicuo sistema capitalista que es la fuente de todos los problemas que sufren las masas trabajadoras. Señalar con la mayor claridad posible, en términos exactos y comprensibles, sin excluir nunca los términos marxistas científicamente exactos y necesarios, de manera convincente, la necesidad de luchar porque los obreros tomen el poder y establezcan su democracia y su dictadura. En la agitación política socialista realizada a partir de esos problemas debe hacerse ver y sentir la revolución socialista como una necesidad que es exigida por la propia vida, debe hacerse ver  y sentir como una necesidad vital, porque es la única vía para transformar radicalmente las pésimas e inhumanas condiciones de vida de las masas trabajadoras.

El otro aspecto o manifestación de la agitación política socialista, el más importante, lo constituyen las denuncias políticas, que juegan un grandísimo papel en la educación política socialista de los trabajadores. Las denuncias políticas deben realizarse ininterrumpidamente, de modo sistemático. Deben servir para denunciar todos y cada uno de los atropellos, crímenes, arbitrariedades que cometen la burguesía y sus sirvientes todos los días contra todas las clases, poniendo al desnudo en las denuncias la verdadera esencia de la democracia y la dictadura burguesa, explicando a partir de ejemplos concretos, de hechos vivos y de actualidad cómo los derechos y las libertades sólo existen para los capitalistas, sus representantes políticos y sus sirvientes, en tanto para los obreros y las masas explotada por esos mismos capitalistas, oprimidas y humilladas por ellos y sus lacayos, no hay ningún derecho, ninguna libertad, sólo  promesas, represión, persecuciones, y, a veces, miserables migajas.

La agitación política socialista debe denunciar la política burguesa que se manifiesta como reformas, señalando su papel de instrumentos para crear ilusiones en la democracia burguesa y el capitalismo. La agitación política socialista debe  irse convirtiendo en un instrumento de educación política cotidiana de la clase obrera. Deberá despertar y desarrollar en los obreros y el pueblo  EL ODIO CONTRA LA BURGUESÍA, CONTRA SU DEMOCRACIA, SU DICTADURA Y SU SISTEMA DE EXPLOTACIÓN; deberá despertar y desarrollar su espíritu revolucionario, alentar su capacidad combativa, fortalecer su decisión de lucha, reafirmar su confianza en la victoria de su lucha por el socialismo, incitarlos al combate contra la burguesía y el imperialismo, animar a los obreros y al pueblo a unirse a las filas de los socialistas, llamarlos a apoyar la lucha revolucionaria en múltiples formas. La agitación política socialista deberá servir para ir dirigiendo con mano firme y segura, con audacia y decisión, la lucha de clase del proletariado.

d.- Debemos combatir y desenmascarar las actividades de los partidos burgueses: PRI, PAN, PARM, PPS; a los órganos de información que pretenden pasar como revolucionarios o hasta por socialistas: Siempre, Por qué, etc.; denunciar como demagogos y contrarios a la causa socialista a los Marcué, Herberto, Del Angel y demás personalidades democráticas y “revolucionarias” de la burguesía. Debemos librar  la lucha ideológica contra las teorías burguesas en el campo del arte, la filosofía, la historia, la moral, la política, la ciencia, etc.; combatir encarnizadamente los intentos de los ideólogos burgueses, que se disfrazan de marxistas, como Marcuse, para deformar y castrar la esencia revolucionaria de nuestra doctrina.

Una tarea de primer orden por su importancia la constituye la lucha permanente contra las organizaciones seudocomunistas que forman las vasta corriente reformista pequeñoburguesa, que desvían la lucha de los obreros de los objetivos socialistas para mantenerlos encadenados y sometidos a la política burguesa. Organizaciones y publicaciones como el PCM, PMP, Acción Proletaria, los troskistas, los maoístas, los aventureros o guerrilleros, PCOM, Punto Crítico, La Causa del Pueblo, Debate, Marcha Hacia el Socialismo, los francotiradores de toda laya y todos aquellos que de palabra son socialistas y comunistas y son políticos burgueses de hecho.

e.- La propaganda y la agitación con llevan forzosamente la organización de todas las fuerzas dispuestas hoy en día a luchar o a colaborar en alguna forma  por la victoria del proletariado. Debemos organizar a los militantes que formarán el Partido Proletario y a los simpatizantes del Socialismo. Necesitamos decenas, cientos, miles de gentes que en todo el país contribuyan con su esfuerzo y su entusiasmo en la propaganda, la agitación, la organización de círculos y células, el reparto de las publicaciones, la obtención de informes, la recaudación de fondos y muchísimas tareas más.

VII.          LA ORGANIZACIÓN DEL PARTIDO  PROLETARIO.

1.-   La inexistencia histórica del Partido Proletario en México.

a.- Desde su fundación en 1919 el llamado Partido Comunista Mexicano jamás ha sido el partido de la clase obrera mexicana, porque nunca ha representado sus intereses históricos.  El PCM no ha sido, ni podido formular el programa, la estrategia, la táctica general y la política general,  de la clase obrera mexicana para dirigirla hacia la REVOLUCIÓN SOCIALISTA. Por el contrario, sus concepciones programáticas y tácticas, al igual que su política general,  han reflejado siempre (salvo en ocasiones como 1922 en que al repetir las resoluciones de la III Internacional Habla del establecimiento de la dictadura del proletariado en México), el punto de vista y las posiciones políticas de la pequeña burguesía que se proponía participar en la revolución que el PCM ha caracterizado casi siempre (salvo tal vez en su futuro XVI congreso), como democrático-burguesa.

Subordinado siempre a la burguesía y sirviendo a sus intereses, el papel del PCM ha sido el de representar a uno de los sectores radicales de la pequeña burguesía. Ha alentado las luchas espontáneas de los trabajadores, ha fomentado las luchas reformistas de la clase obrera cuando le ha sido posible, y de esa manera ha alentado en ella ilusiones en la democracia burguesa; le ha hecho el juego a la burguesía organizando al proletariado mexicano para combatir a los enemigos de ésta, como en el caso del imperialismo norteamericano. En una palabra, ha desviado al proletariado de la correcta lucha por sus objetivos históricos y ha ayudado a mantenerlo en el pantano de la política burguesa.

Aunque en los últimos años, en particular después de su relativo fracaso en el movimiento del 1968, el PCM se ha debilitado bastante, sigue siendo el grupo reformista organizado más importante a escala nacional, y por lo mismo, el más peligroso en el sentido político. Por su trayectoria, por el nombre que inmerecidamente porta, por la falta de experiencia y conocimientos políticos marxistas de muchos elementos que quieren incorporarse  a la lucha socialista y se sienten atraídos por él, porque constituye un permanente e importante elemento de confusión política e ideológica, y porque en los últimos meses, al preparar su XVI Congreso y “reelaborar” sus concepciones políticas, en las que  ya “habla” de la revolución socialista, está sentando  importantes bases para un posible resurgimiento en un futuro no muy lejano, que aumentaría la confusión y fortalecería las vacilaciones en muchos grupos y elementos dispersos, el PCM es una de las organizaciones pequeño burguesas seudocomunistas a las que debemos de combatir de modo particular.
Es conveniente resaltar que el  PCM como organización política no desaparecerá, aún en la etapa en que ya se haya construido el verdadero partido proletario, porque es el reflejo y la manifestación política    de  una parte de la pequeña burguesía y, mientras esta clase siga existiendo, el PCM tendrá razón de existir.

b.- Al formularse la tesis de la necesidad de construir el auténtico partido del proletariado mexicano, no se supo, ni se pudo formular la teoría de la revolución Socialista Mexicana. Por tal razón  no era posible que los intentos de construir ese partido tuvieran buenos resultados. El período de 1960 a 1970  se caracteriza por los repetidos fracasos en ese sentido. La desaparición de la LCE en 1969, el esfuerzo más serio de esos años, es una experiencia que debe asimilarse a fin de evitar los errores que la llevaron a su muerte. En especial, no podemos ni debemos caer en el error principal de la LCE, causa básica de su desaparición: negar solo  de palabra al PCM como partido proletario, mientras en la práctica se sostenía y se aplicaba exactamente la misma política burguesa, reformista, que durante toda su vida ha sostenido el propio PCM.

c.- Hoy sabemos que la ley política fundamental que determina la existencia histórica, REAL, de un verdadero partido comunista en un país, es la de que se haya, elaborado  la teoría de la Revolución para ese mismo país, teoría que debe corresponder tanto a las condiciones históricas específicas existentes ahí, como a los objetivos generales del socialismo.

Eso significa que la base esencial sobre la que  habrá de construirse el Partido Proletario Mexicano, es la teoría de la revolución socialista mexicana, que debe definir con  toda claridad cuestiones centrales como: cuáles son los objetivos y el carácter de clase de la próxima revolución en México, cuál debe ser  la táctica general del proletariado en el proceso revolucionario, en qué consiste la política general de la clase obrera para toda la revolución y cómo crear el partido revolucionario del proletariado en nuestro país.

En este documento se responde a todas esas cuestiones. Sólo cabe señalar la especialísima importancia que tiene la política general del proletariado en toda la revolución socialista. Para organizar y dirigir al  socialismo a la clase obrera y a las clases aliadas a ella, no basta con establecer los  objetivos a lograr con su lucha, es primordial determinar con absoluta claridad de actitud, la conducta del proletariado frente a la burguesía, definir su conducta FRENTE A LA DEMOCRACIA BURGUESA, ANTE LAS REFORMAS;  en una palabra, definir la posición de la clase obrera respecto de la política y el poder político de la burguesía.

Al definir tal posición como una lucha constante de desenmascaramiento de la democracia y la dictadura burguesas, de denuncia de las reformas como manifestaciones de la democracia burguesa y armas políticas y base de apoyo fundamentales de la dominación política de la burguesía; al proclamar que los obreros y los comunistas debemos combatir la lucha reformista por ser expresión de la política burguesa y que nuestro deber es organizar las fuerzas socialistas para luchar por los objetivos históricos proletarios y difundir la política socialista, se ha definido ya la política general del proletariado para todo el período de lucha por la victoria del al revolución.

No definir en esos términos la política proletaria, seguir aplicando, por el contrario, como lo hacen la casi totalidad de los grupos seudocomunistas, la política general aplicada por el proletariado bajo las condiciones de lucha por la revolución democrático-burguesa en Rusia, China, etc., es proclamar de nuevo la  momificación del marxismo, pretender encontrar en el traslado mecánico, dogmático, de las experiencias de otros países con circunstancias históricas esencialmente distintas a las nuestras, el  único  camino para liberar a nuestro pueblo y a nuestra clase obrera del oprobioso yugo capitalista. Quienes hacen tal  cosa, reducen el marxismo a simples esquemas, mutilan su esencia dialéctica, le niega su condición de guía para la acción, y se niegan a comprender, ¡en nombre de una ciencia que desconocen! Que  la doctrina que nos legaron nuestros dirigentes exige ser aplicada creadoramente a las nuevas circunstancias históricas.

Seguir ese camino sería volver a aplicar la vieja política reformista del PCM y condenar, si esta corriente triunfara, al fracaso y a la derrota inevitable los esfuerzos y la lucha heroica de nuestra clase obrera. Pero hoy contamos ya con la teoría de la revolución socialista mexicana, ¡y eso no ocurrirá!

d.- La política proletaria está elaborada en sus aspectos generales y básicos. Sin embargo, como todo fenómeno, “se hace” todos los días. Los lineamientos existentes son normas que sirven y servirán para dar respuesta y definir una posición ante los acontecimientos diarios de la lucha de clases, por parte de nuestra organización. Para lograr el dominio pleno de ella es necesario aplicarla constantemente.

e.- Es necesario crear, organizar y seleccionar, así como educar a los cuadros proletarios, sobre todo provenientes de la clase obrera, que habrán de integrar e introducir la política socialista en la clase obrera. Deberán ser elementos capaces de asimilar la experiencia histórica de la clase obrera mundial, de tener un alto espíritu crítico y estar dispuestos a fundir su trabajo político y su vida con la gloriosa causa del proletariado.

f.- Las tareas del presente período son: terminar de definir sistemáticamente la teoría revolucionaria socialista para México, difundirla ampliamente entre los núcleos avanzados de la clase obrera y entre organizaciones simpatizantes del socialismo, a fin de discutirla y estudiarla, con miras, más adelante, a la posible integración en  una solo a organización comunista, que sostenga esos principios. Iniciar una campaña de agitación política cada vez más amplia, organizar a los militantes y a los simpatizantes socialistas en torno a la realización de esas tareas.

g.- La construcción de nuestro partido atravesará por distintas etapas. En una primera instancia podemos y debemos aspirar a crear una corriente política proletaria en la mayor parte del país, que sostenga consecuentemente el programa, la táctica y la política aquí expuesta. No importará mucho por el momento que esa corriente está integrada por organizaciones que funcionen de modo independiente desde el punto de vista orgánico.
Para la realización de esta labor no debe despreciarse el trabajo conjunto con grupos reformistas que, diciéndose socialistas, están  dispuestos a realizar cuestiones concretas que pueden favorecer nuestras tareas, como sería la publicación de nuestras tesis y documentos en sus órganos de difusión, la distribución de nuestros materiales entre sus militantes, la discusión de nuestros  puntos de vista, etc.

Si bien el futuro  de nuestra lucha descansa en  el principio de confiar plenamente en las capacidades intelectuales  latentes de nuestros obreros, sabemos que la clase en su conjunto no se definirá de golpe, ni de un día para otro, por la revolución socialista. Estamos conscientes de que durante un lapso  más o menos prolongado,  sólo unos cuantos trabajadores responderán a nuestra acción a y a nuestro llamado. Tal vez por algunos años seremos, más que nada, grupos o un grupo de vanguardia, embrión del partido proletario. Durante ese tiempo nuestra misión consistirá en difundir la política socialista en los sectores y ciudades industriales básicos del país; en defender la pureza del marxismo-leninismo, organizar a los mejores hijos del proletariado y acumular fuerzas para los grandes días en que, concentrados 20 años de desarrollo político pacífico, todas las clases sociales se lancen a la lucha de clases abierta, se pongan a  prueba todas  las organizaciones políticas y sus programas, y podamos, entonces, empezar a lograr que núcleos importantes de la clase obrera hagan suyo nuestro programa, nuestra táctica y nuestra política socialista general.

h.- Los comunistas mexicanos no debemos olvidar que el programa proletario es el núcleo de la política socialista,  lo que le dará coherencia, sentido, unidad, fuerza, independencia y el contenido de clase socialista a la lucha consciente de la clase obrera.

El programa proletario es y deberá ser siempre un arma política esencial en la lucha de clases cotidiana, es y será una línea de masas y en la medida que irá encauzando la lucha de la clase obrera y del pueblo, porque es la respuesta correcta en un nivel superior,  a sus más agudas y  vitales necesidades.

Cuando nuestra clase obrera se organiza y luche por el programa proletario, cuando lo haga  “carne de su carne y sangre de su sangre”, el socialismo se convertirá en  México en una gran fuerza política actuante; la fusión plena del socialismo científico y el movimiento obrero, la independencia política del proletariado respecto de la burguesía y la revolución socialista, serán entonces,  un proceso único, vivo, histórico, ¡ que marchará firme e incontenible hacia la victoria!

¡CAMARADAS!:
 ¡GUERRA A MUERTE A LA BURGUESIA Y AL IMPERIALISMO!
¡MUERAN LA DEMOCRACIA, LA DICTADURA Y LA PROPIEDAD PRIVADA BURGUESA!
ADELANTE EN LA CONSTRUCCION DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO DEL PROLETARIADO!
¡PROLETARIOS DE MÉXICO, POR LA REVOLUCION SOCIALISTA, UNIOS!
¡VIVA LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA MEXICANA”
¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAISES, UNIOS!

GRUPO “MARXISTA-LENINISTA”

Septiembre de 1973

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