El sábado, las seis columnas venidas de toda España llegaron a la plaza de la Puerta del Sol, epicentro del movimiento de los "indignados".
Madrid. A pie, bajo un sol radiante, cargando durante días sus carros llenos de equipaje, centenares de "indignados" atravesaron España para una nueva manifestación este domingo en Madrid en contra del desempleo y la crisis económica.
"Al principio no sabíamos lo que iba a pasar. En el segundo pueblo vimos que era genial. Llegó el cura con una bandeja enorme llena de comida", cuenta José, un estudiante de cine de 19 años que partió el 20 de junio de Valencia, en el sureste de España.
"Utilizamos su coche de servicio para llevar cosas. La gente quería sentirse parte del movimiento. Daban todo lo que tenían como aportación", añade.
En el mismo grupo, Raquel, una manifestante de 29 años que perdió su trabajo justo una semana antes de la partida, recuerda que "en otro pueblo, cuatro abuelas hicieron un gazpacho" y que "comimos con la alcaldesa".
"Fue algo muy emotivo, nos acogían con bandas de música", dice por su parte Miguel Angel Ruiz Gallego, que partió de Málaga, Andalucía, el 25 de junio transportando en su pequeña carreta "agua, bebidas, medicamentos".
"A veces dormíamos en las tiendas, en parques o en plazas, a veces en polideportivos, por la ley de trashumancia los ayuntamientos tienen obligación de abrirlos", explica.
Este obrero de 33 años, que lleva puestas unas sandalias destrozadas por 600 kilómetros de caminata, explica que hicieron "etapas de 12 a 42 kilómetros”. "Fue algo muy duro, por el calor, un día hizo 42 grados en la carretera a las 2 de la tarde. Yo no pensaba que iba a llegar, y llegué", dice.
El sábado, las seis columnas venidas de toda España llegaron a la plaza de la Puerta del Sol, epicentro del movimiento de los "indignados" que denuncia un desempleo récord (21.29 por ciento), el de los jóvenes en particular (45.4 por ciento), los excesos del liberalismo o la "corrupción" de los políticos.
Simbólicamente, volvieron a tomar posesión por un fin de semana de la gran plaza madrileña, ocupada durante casi un mes, del 17 de mayo al 12 de junio, por un campamento de carpas que se convirtieron en el corazón del movimiento.
El domingo por la noche, reforzados por los habitantes de Madrid y por otros manifestantes llegados a la capital en ómnibus, los caminantes desfilarán por el centro de la capital, desde la estación de Atocha hasta la Puerta del Sol.
El último gran día de movilización de "indignados", el 19 de junio, reagrupó a más de 200 mil personas en todas las ciudades de España.
Comenzado a mediados de mayo por un hartazgo generalizado de la crisis y sus consecuencias sociales, el movimiento sumó jóvenes, desempleados, empleados o jubilados y recibió el apoyo de la opinión hasta arraigarse en toda España.
"Había gente de todas las edades, desde 10 años hasta 67 años. Había un padre con su hijo que está a punto de ser desalojado de su casa, que tiene que elegir entre comer o pagar la hipoteca", cuenta Héctor, de 33 años, que llegó de Valencia y plantó su carpa en el césped del Paseo del Prado a la espera de la hora de la manifestación.
La expulsión de propietarios endeudadísimos, una de las consecuencias sociales más explícitas de la crisis, se convirtieron en una causa común de los "indignados" que acostumbran ahora a reunirse para evitar que esas familias sean expulsadas.
"Estaba cansado de ver la gente quejándose de no poder llegar a fin de mes" agrega Ruben Rodenas Moran, desempleado de 26 años. "Fui a las asambleas y me enamoré del movimiento", y decidí "tomar la calle, apagar la tele y manifestarme".
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