7 de Junio del 2006.
A la familia de Ollin Alexis Benhumea Hernández:
Compañera, compañero:
A media mañana nos avisaron. Supimos entonces que, después de enfrentarse a
la empecinada trinchera que la fortaleza de Alexis le opuso por más de un mes,
el asesinato iniciado la madrugada del 4 de mayo se había consumado.
El gobierno mexicano asesinó a un joven. Ollin Alexis, su nombre; de
apellidos Benhumea Hernández. Más de 30 días tardó en matarle la vida. Por obra
de la muerte con la que el gobierno mata, moría de madrugada este joven
compañero.
Cuando el sistema cobra su cuenta cruel en la vida de un joven como Ollin
Alexis, la muerte aparece como una absurda interrupción, como un sinsentido
encajado en mitad del camino, cortándolo irremediablemente.
Dos décadas de vida inconclusa, arrancadas por una granada… de un arma… de un
policía… de un gobierno… de un sistema.
Apenas unas horas antes, entre quienes allá arriba se atropellan para hacerse
del botín de nuestra Patria, uno había prometido el mortal destino de Alexis a
todos los jóvenes de México,… y mejores sueldos y coartadas para los
asesinos.
Otro olvidó refrendar el aplauso entusiasta que otorgó cuando todavía en las
calles de Atenco corría la sangre fresca, y Alexis agonizaba sin poder recibir
la atención médica que le hubiera salvado la vida.
Uno más ratificó el silencio cómplice.
Y allá arriba apenas balbucean algunas torpezas y dicen que debaten
ideas.
– “Después de todo – piensan allá en lo alto – “¿a quien le importa un joven
de abajo y a la izquierda?” -.
Y respondemos:
A nosotras, a nosotros.
A nosotros, a nosotras nos importa.
Nos importa su muerte y nos importa su vida.
Y, con cuidado, doliendo, de su muerte tomamos nota en la larga cuenta de los
pendientes que habremos de cobrar algún día. De su vida y de su posición
política sumamos a la decisión que hemos asumido.
El gobierno mexicano mató a Ollin Alexis. Empezó a matarlo la madrugada del 4
de mayo del 2006 y terminó de asesinarlo el 7 de junio del mismo año.
Lo asesinó porque le tenía miedo. Porque su presencia solidaria en San
Salvador Atenco, el 4 de mayo del 2006, ponía en riesgo la legalidad, las
instituciones, las inversiones extranjeras, el “Estado de Derecho”, las buenas
costumbres, la tranquilidad, la paz y la estabilidad. Ollin Alexis Benhumea
Hernández, estudiante de la UNAM, era una amenaza y por eso lo eliminaron. Su
juventud era un peligro. Ahora los mercados de valores y el flujo de inversiones
y las campañas electorales y el gobierno de Fox y el del Estado de México y el
de Texcoco y el PAN y el PRI y el PRD pueden estar tranquilos porque Ollin
Alexis está muerto. Quienes lo asesinaron reciben condecoraciones, premios,
felicitaciones.
“¡Orden! ¡Mano dura!”, ladraron los dueños de todo, y los perros de caza
obedecieron.
A esto le temían y esto matan: 20 años de fresca existencia, un universitario
estudiando dos carreras profesionales simultáneas (economía y matemáticas), un
artista con 10 años de estudio de danza, una pasión por la historia y por el
compromiso con los de abajo, un otro joven de la Otra.
Ahí está la imagen de Ollin Alexis en tierras zapatistas: de pie, erguido,
joven, detrás del Comandante Gustavo (¿en una de las reuniones preparatorias de
la Otra?), cuidando, mirando, aprendiendo, con nosotros.
Desconocido para muchos, Ollin Alexis adquiere ahora nombre y rostro por la
brutalidad de quien no sabe gobernar como no sea intimidando, reprimiendo,
violando, encarcelando, asesinando.
Esto, la muerte matada para los jóvenes, es lo que ofrece este gobierno.
Y ahora aprendemos a conjugar su nombre en la muerte, cuando queríamos y
queremos en la vida nombrarlo.
Una otra joven, condiscípula de Alexis y de tod@s quienes estamos en la gran
escuela de la Otra, le escribió hace unos días con la esperanza de que se
recuperara y volviera a la lucha en un mundo donde la vida es injusta. “De
nosotros va que deje de ser así”, escribió ella en la carta.
Es cierto que Alexis ya no podrá leer esas líneas, pero también es cierto que
es de muchas y muchos el compromiso que reflejan esas líneas:
Que Alexis no repose solo en la noche, que no solo lo encuentre la oscuridad
de la tierra.
Que la voz colectiva que, con él, estamos construyendo para atravesar el
silencio, plante el relámpago que, como árbol de luz, hiera de muerte a las
tinieblas.
Sí, de nosotr@s va… que el viento de abajo se levante, crezca, avance.
Compañera, compañero:
¿Qué podemos decirles a ustedes, quienes lo conocieron de toda su vida, a
quienes duele su muerte como a nadie más?
¿Que nos hará falta? Lo hará, pero nunca como a ustedes.
Alexis ya no estará con ustedes pero estaremos nosotros, nosotras, la Otra
que somos.
Según nuestro modo, que Alexis no esté solo es también, y sobre todo, que
ustedes no estén solos.
Por eso les pido que acepten el abrazo que, en colectivo, los zapatistas les
damos, que reciban el saludo de nuestro silencio como lo que es, es decir, dolor
y rabia compartidos.
Con esa indignación levantemos juntos la mirada hacia los que arriba nos
matan con la matada muerte, con el desprecio y con el olvido. De pie
desafiémoslos y digamos:
“¿Qué puedes tú, maldito, contra el aire?
¿Qué puedes tú, maldito, contra
todo
lo que florece y surge y calla y mira,
y me espera y te juzga?
(Pablo Neruda. Canto General).
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