Anticapitalistas en la Otra

Anticapitalistas en la Sexta es un espacio de discusión y organización política de carácter anticapitalista e internacionalista, que busca enlazar las luchas y fortalecer la unidad de las y los trabajadoras de la Ciudad, el Campo, el Mar y el Aire, y del resto de l@s explotad@s por el sistema capitalista para avanzar en la construcción de un Programa Nacional de Lucha y su Plan de Insurrección. Como segundo propósito buscamos difundir las luchas, denuncias y actividades de los adherentes a La Sexta en el país y el mundo, y también de todos aquellos que que sin ser parte de La Sexta se encuentren abajo y a la izquierda.

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Video del mes: Palabras del mes: Es preciso no olvidar que en virtud y por efecto de la solidaridad del proletariado, la emancipación del obrero no puede lograrse si no se realiza a la vez la liberación del campesino. De no ser así, la burguesía podría poner estas dos fuerzas, la una frente a la otra, y aprovecharse, por ejemplo, de la ignorancia de los campesinos para combatir y refrenar los justos impulsos de los trabajadores citadinos; del mismo modo que, si el caso se ofrece, podrá utilizar a los obreros poco conscientes y lanzarlos contra sus hermanos del campo. CARTA DE EMILIANO ZAPATA A GENARO AMEZCUA Tlaltizapán, Febrero 14, 1918

Firma en contra de la reactivación del proyecto de despojo en Atenco

miércoles, 22 de febrero de 2012

¿cambio de locus político o aceptación...orden establecido?Movimientos contestatarios

I


5. ¿CAMBIO DE LOCUS POLÍTICO

O ACEPTACIÓN SUTIL

DEL ORDEN ESTABLECIDO?

Cueva Agustín*

No nos hagamos ilusiones ni intentemos pasar gato


por liebre. La propuesta de desplazar el locus de la


política hacia fuera del Estado, tal como lo proponen


algunos “movimientos” de Occidente, no supone


ningún acuerdo que obligue también a la burguesía


a retirarse de él. Por el contrario, se basa en un


“pacto social” sui generis según el cual la burguesía


permanece atrincherada en el Estado (además de no


ceder ninguno de sus bastiones de la sociedad civil),


mientras que las clases subalternas se refugian en los


Intersticios de una cotidianidad tal vez más democrática,


en la que el Estado no interviene en la medida


en que las formas de sociabilidad elegidas no obstruyan


la reproducción ampliada del sistema capitalista-


imperialista.


Que un “pacto” como el que venimos examinando


es viable, bajo ciertas condiciones, lo prueba su sola


vigencia en las sociedades capitalistas avanzadas


(imperialistas), a pesar de la evidente derechización


En tales circunstancias, el capitalismo


bien puede intentar seguir “legitimándose”,


aquí en Latinoamérica,


más por el amedrentamiento que


por la distribución de bienestar.


Después de todo ya se comprobó,


en algunas áreas del Cono Sur, que


la “democracia burguesa con sangre


entra”, con base en lo que algunos


estudiosos han denominado la


“cultura del miedo”.


de éstas y la no menos patente decadencia de los


movimientos contestatarios y del espíritu libertario


que los caracterizó. Pero ese mismo ejemplo pone de


manifiesto la otra cara de la moneda; a saber, la


imposibilidad de transformar la sociedad.


(…) El conservadurismo forma parte consustancial


de la actual cultura de Occidente. Mas dicho conservadurismo


no es gratuito, ni representa, en rigor,


un precio que se pague por el ejercicio de ciertas


libertades en abstracto. Al contrario, el disfrute de


estas libertades es posible, sin que entrañe mayor


peligro para el sistema, porque hay un bienestar relativamente


generalizado, con las necesidades básicas


de la gran mayoría de la población satisfechas. En


síntesis, Occidente es conservador porque tiene


mucho que conservar y hoy, en medio de la crisis,


incluso es fuertemente reaccionario porque, con


razón o sin ella, ve en los “países del Este”, y sobre


todo en los del tercer mundo (la guerra es, a final de


cuentas, contra estos últimos), una amenaza a su bienestar.


En todo caso, la cuestión crucial para nosotros radica


en indagar si en la región latinoamericana se dan


o no las condiciones necesarias para el establecimiento


de un “pacto” similar, digamos, al de Europa


Occidental, en donde la razón capitalista y la razón


democrática parecieran estar plenamente reconciliadas.


Mas aquí surgen nuestras mayores dudas (...) La


dependencia y el subdesarrollo, cara de una misma y


única medalla, ciertamente no han desaparecido ni


están a punto de desaparecer, por mucho que hayan


sido “superados” por el discurso “posmarxista”. Y


tampoco hay el menor indicio de que el imperialismo


y las clases dominantes locales estén dispuestos a


reducir la extracción del excedente económico hasta


los límites compatibles con cierto bienestar generalizado


de nuestra población. Al contrario, Occidente


pareciera estar decidido a salir de su crisis, o al


menos a paliar los efectos de ella, a costa del tercer


mundo. Su sola negativa a negociar seriamente la


cuestión de la deuda lo prueba fehacientemente.


En tales circunstancias, el capitalismo bien puede


intentar seguir “legitimándose”, aquí en


Latinoamérica, más por el amedrentamiento que por


la distribución de bienestar. Después de todo ya se


comprobó, en algunas áreas del Cono Sur, que la


“democracia burguesa con sangre entra”, con base en


lo que algunos estudiosos han denominado la “cultura


del miedo”. Bajo esta “cultura” siempre pueden


desarrollarse, además, determinados rasgos que aparentemente


indican la “interiorización” de las pautas


de comportamiento capitalistas y hasta la aparición


de ciertos signos de “posmodernidad”:


(…) despolitización; considerable reducción


de las actividades realizadas en asociación


(…); apoyo a la privatización económica;


adopción de estrategias egoístas de sobrevivencia,


competición y especulación (…)


Sólo que, dentro de aquellas coordenadas perversas


de la dominación, estos comportamientos son más


bien modos de adaptación, puntos de retirada frente


al terror estatal. La población no ignora que detrás


de la fachada civil y civilizada, a veces inclusive


bonachona del Estado “representativo”, subyace,


intacto e intocable, el mismo aparato represivo de los


regímenes dictatoriales.


Más que en el consenso activo de los ciudadanos, el


sistema se asienta pues, actualmente, en la inducida


y escéptica prudencia de los gobernados. Por ello, no


es un azar que el pensamiento “posmarxista”, esté


empeñado como está en elaborar una crítica despiadada


de los sujetos políticos que históricamente han


intentado “subvertir el orden”, antes que una crítica


del sistema como tal. Y tampoco es casual que su


primordial esfuerzo esté encaminado a separar en


forma radical la razón democrática de la razón prometeana,


“demostrando” que no existe más camino


democrático que el seguido por el Occidente conservador.





* El texto …es parte de la antología


Entre la ira y la esperanza y otros ensayos de crítica latinoamericana,


organizada y presentada por Alejandro Moreano, editada


por CLACSO y Siglo del Hombre en la Colección de


Clásicos del Pensamiento Crítico Latinoamericano (2008)


que se presentará próximamente en la Feria Internacional del


Libro de Bogotá.
tomado de:
http://eldiplo.info/docs/clacso2.pdf
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