Reseña de las memorias del Pantera Negra Marshall Eddie Conway,
preso político durante 41 años
x carolina
“Desde el momento que la puerta de mi celda se cerró de portazo, supe que sería mi responsabilidad resistir, como mis antepasados esclavizados en el estado de Virginia han de haber resistido. A veces esa resistencia sería más importante que mi verdadera inocencia porque fue precisamente mi determinación de resistir la supremacía blanca que me llevó a prisión en primer lugar”, dice el preso político Marshall Eddie Conway en el prólogo a su autobiografía
Marshall Law: The Life & Times of a Baltimore Black Panther (Ley Marshall: La vida y tiempos de un Pantera Negra de Baltimore), escrita en conjunción con Dominique Stevenson y publicada por AK Press, Oakland, California, 2011.
http://www.akpress.org/
Eddie, quien ha estado encerrado en las mazmorras del estado de Maryland durante 41 años, explica que “de la misma manera que la esclavitud dio lugar a la creación del Ferrocarril Subterráneo, las prisiones han necesitado el desarrollo de un sistema parecido compuesto de relaciones y rutas que ayuden al preso a escapar de la inhumanidad del encarcelamiento. He podido mantener mi humanidad durante cuatro décadas solo con el apoyo de mi familia y mi comunidad porque me ayudan a recordar que soy humano”.
Es precisamente a través de estas relaciones y rutas que Eddie Conway conoció a la co-autora de su libro, Dominique Stevenson, una activista anti-carcelaria con los cuáqueros del Comité de Servicio de los Amigos Americanos. En Baltimore, este grupo y otros han estado en un diálogo mutuamente enriquecedor con Eddie a través de visitas en prisión y eventos en la librería Red Emma’s, donde los asistentes pueden participar en llamadas telefónicas colectivas con él.
http://www.archive.org/details/GreatestThreat-TheCointelproProgramWPoliticalPrisonerEddieConway
Eddie nació el 23 de abril de 1946 y creció entre familiares que lo cuidaron bien en el proyecto de vivienda pública Cherry Hill en Baltimore. Se acuerda de una tarde cuando tenía mucha sed y vio un vaso de agua en la mesa de su cocina. Lo alcanzó y lo tomó de un trago. Muy pronto se estaba ahogando y agarrando su garganta en agonía porque el líquido no era agua, sino cloro. Para Eddie aquella experiencia caústica se convirtió en una metáfora para un choque tras otro que él tuvo con la amarga mentira de la superioridad blanca y sus múltiples manifestaciones. Dice que “lo que nos salva son esas partes del espíritu que quedan intactas, no afectadas por las mentiras, y que nos hace atragantar y rehusar a someternos.”
Uno de sus primeros choques fue cuando Eddie estaba en el tercer nivel de la primaria y visitó a una escuela para los blancos para actuar en una obra navideña. Se dio cuenta de que esta escuela grande con alberca, auditorio nuevo y libros nuevos era totalmente diferente a la suya, donde los libros de segunda mano eran tan viejos que apenas se podían leer y el edificio era pequeño y feo.
En su adolescencia, Eddie conoció las fiestas, el trago, el sexo y la vida en la esquina. El movimiento por los derechos civiles de los negros ya estaba en curso, pero Eddie y sus amigos pensaron que los problemas raciales se limitaron al Sur de Estados Unidos. Dice: “Nunca se nos ocurrió que Baltimore también era el Sur y que el país entero era el Sur cuando se trataba de la opresión y el racismo”.
A la edad de 18, después de casarse y tener un hijo, Eddie se alistó en el Ejército y fue enviado a Alemania, donde se volvió médico. Ahí conoció la discriminación enfrentada por los soldados negros y el hostigamiento de grupos afines al Ku Klux Klan. En julio de 1967, experimentó un profundo choque cuando vio una foto en el periódico de un soldado americano que le apuntaba una ametralladora a un grupo de mujeres negras sin armas en una esquina durante un disturbio en Newark, Nueva Jersey. No se lo pudo creer. Dice que después de esto ya no quería ir a Vietnam y matar a gente que no le había hecho ningún daño.
Al regresar a Estados Unidos, Eddie esperaba estudiar medicina pero su sueño se desvaneció cuando trabajó en un hospital y observó el desprecio total de los doctores hacia la gente negra que ingresó a la institución. Un día presenció la muerte de una mujer negra ocasionada por una cirugía hecha carnicería; el autor intelectual y material fue un doctor quien usó un bisturí eléctrico a una altísima velocidad, así provocando la pérdida de un tremendo volumen de sangre porque lo único que le preocupó era terminar rápido para llegar a la cancha de golf. Al escuchar al doctor dar la triste noticia a sus familiares y decirles que él le había hecho todo lo posible para salvarla, Eddie se enfureció, descontó al doctor y reveló a la familia lo que el criminal había hecho. Hizo un gran esfuerzo para lograr que el hospital lo acusara del asesinato, pero sin éxito. Después de esto, encontró otros empleos, pero en cada nuevo trabajo, se metió en una nueva batalla racial.
En 1968, Eddie conoció a los Panteras Negras y se unió a esta organización revolucionaria, participando en sus grupos de estudio y programas comunitarios como el Programa de Desayuno Gratis para los Niños. Como Eddie y su esposa Kay trabajaban de noche, ellos iban directamente a la cocina al salir de su turno. Kay cocinaba y Eddie recogía a los niños y los llevaba a desayunar.
Dice Eddie que siempre había presión para que la gente no asistiera o apoyara al programa. El Director del FBI J. Edgar Hoover envió un memo que decía “el programa de desayuno gratis representa la mejor y más influyente actividad de los Panteras Negras (BPP), y como tal, es la amenaza más grande contra los esfuerzos de las autoridades de neutralizar al BPP y destruir lo que representa”. Una de las medidas del gobierno para eliminar el programa fue la presentación en canales nacionales de televisión de un cuaderno de colorear, supuestamente hecho por los Panteras Negras para los niños, que les enseñaba cómo matar a los policías.
Eddie fue el Jefe de Seguridad para el grupo de Panteras en Baltimore y le tocó desenmascarar a un informante de la Agencia Nacional de Seguridad y otros tres agentes que se habían infiltrado en el Partido, creando un clima de temor y desconfianza.
En julio de 1969, asistió a un Congreso en Oakland donde se abrió un debate sobre el fascismo en Estados Unidos. En aquel momento algunos grupos izquierdistas sostenían que EU no podía ser un estado fascista debido a la existencia de los dos partidos políticos, la falta de una policía secreta y la falta de la centralización del gobierno y de la riqueza. Pero para los Panteras, dice Eddie, “Todo en nuestra experiencia colectiva indicaba un sistema diseñado a reprimir y últimamente eliminar nuestra libertad….No hubo manera de saberlo en aquel entonces, pero…el FBI y otras agencias estatales y locales de la policía estaban funcionando como una policía secreta nacional….Sin lugar a duda, la riqueza ya estaba y todavía está centralizada, e históricamente cualquier persona que representa una oposición real al estatus quo ha sufrido horrendas consecuencias.”
Explica Eddie que el Programa de Contrainteligencia conocido como COINTELPRO existió oficialmente desde 1956 a 1971. Entre 295 acciones dirigidas hacia grupos denominados “grupos de odio del nacionalismo negro” entre 1967 y 1971, 233 fueron dirigidas contra el Partido Pantera Negra. Eddie destaca que el programa ilegal de COINTELPRO nunca ha dejado de operar bajo otros nombres y ahora ha sido legalizado en la Ley Patriota.
Las actividades de COINTELPRO incluyeron una serie de redadas contra las oficinas de los Panteras Negras en varias partes del país, los asesinatos de Fred Hampton y decenas de otros Panteras, y el encarcelamiento de cientos de compañeros y compañeras.
Eddie Conway estaba trabajando en el Departamento de Correos en 1970 cuando fue detenido y acusado de la desaparición de un informante del FBI. Un poco después, fue acusado, enjuiciado y condenado a cadena perpetua por el asesinato de un policía en Baltimore, en un juicio totalmente amañado. A Eddie no le fue permitido a escoger su propio abogado y los únicos testigos eran policías, informantes de policías y empleados del gobierno. Dice: “Los siete días de mi juicio demuestran más allá de la sombra de una duda que este país en realidad es un estado policial”.
Durante las cuatro décadas que Eddie ha pasado en las prisiones del estado de Maryland, nunca ha dejado de resistir. A pesar de las represalias de los guardias y la hostilidad de las pandillas que operan como empresas capitalistas en las prisiones, ha participado en varias formas de organización tras las rejas. Las experiencias que cuenta en sus memorias son muy valiosas para mostrar que la vida no termina al estar en prisión y que hay muchas maneras de dar golpes contra el sistema desde sus entrañas.
Cuando Eddie llegó a la Penitenciaria de Maryland, se sorprendió al enterarse de que ya existía ahí un grupo que se identificaba como Panteras Negras con 40 o 50 integrantes y alrededor de 100 personas que los apoyaban. A pesar de unas dudas iniciales, Eddie se unió al grupo y, con sus nuevos compañeros organizó colectivos en cada dormitorio. Adoptaron ciertas políticas, se pusieron de acuerdo sobre la necesidad de educación política y física, escogieron compañeros para supervisar capacitación, y formaron comités de acción en las áreas de comunicación, información, seguridad y educación. Se ocuparon de las malas condiciones en la prisión y de la extrema violencia de los guardias.
Eddie cuenta que un día hubo un tenso enfrentamiento entre unos 200 presos armados con palos y tubos y dos filas de guardias armados con toletes, escudos, rifles y escopetas. Pero justamente cuando pareció que se iba a iniciar una batalla campal algo totalmente inesperado ocurrió. Uno de los guardias negros quitó su casco y cruzó el patio para ponerse al lado de los presos. Luego media docena de los guardias negros lo siguieron y fue posible negociar unas de las demandas con el director del Penitenciario. Por un rato, las condiciones mejoraron un poco, pero luego empezaron las acciones de escarmiento de los guardias.
En un capítulo del libro titulado “Después de George”, Eddie habla del tremendo impacto del asesinato de George Jackson sobre los presos. Para él, esto representó el principio del fin de lo que había sido un fuerte movimiento revolucionario dentro de las prisiones. En Nueva York y California, diferentes tipos de organización se realizaban. En Nueva York, bajo el lema “Somos hombres, no animales”, hubo un llamado al mayor número de presos posible a resistir las condiciones de opresión, que desenvolvió en la Rebelión de Ática. En California, la forma de organización era más selectiva.
Eddie y sus compañeros decidieron combinar aspectos de los dos tipos de organización y empezaron a organizar el Sindicato de Presos Unidos (United Prisoners Labor Union). Su éxito en inscribir 500 hombres resultó en duras represalias que incluyó golpizas y el aislamiento de los líderes y el encerramiento de todos los presos. Pero no desistieron.
Mientras los organizadores todavía estaban aislados, la situación cambió cuando un solo preso trepó alto en las vigas de la vieja mazmorra para protestar la falta de atención médica que necesitaba. Subió a un lugar donde la gente en la calle lo podía ver, y muy pronto atrajo bastante atención de los paseantes. Muchos presos lo apoyaron con comida y ropa de abrigo y su acto se convirtió en una protesta generalizada en la sección de encerramiento especial. Un plantón de apoyo se estableció afuera de la prisión y varias personas se encargaron de difundir las condiciones de los presos en los medios masivos.
En aquel momento, el grupo de los Panteras, quienes ahora se llamaron el Colectivo de Sobrevivencia Inter-Comunitario de la Penitenciaria de Maryland, empezó a producir y distribuir un boletín de una sola página con una perspectiva izquierdista de clase. Tenían diferencias de opinión con los Musulmanes Negros pero procuraron que no hubiera conflictos graves porque “todos eran hombres negros encarcelados bajo las misma condiciones opresivas”. Entrenaron en las artes marciales en secreto, cambiando de lugar con frecuencia. También mantenían una oficina y una biblioteca extra-oficiales.
En una ocasión un preso llamado Bobby Mack le informó a Eddie que un guardia, el Teniente D, le había dicho que Eddie planeaba matarlo ese mismo día. Pero el Teniente, quien obviamente buscaba provocar el asesinato de Eddie, se equivocó al escoger a su sicario. Lo que no sabía es que Eddie le había ayudado a Bobby en otras ocasiones y que Bobby respetaba a los Panteras Negras. Los dos presos enfrentaron al Teniente D, y Eddie le informó que lo iba a pagar caro si algo le pasaba. Al enterarse que el Teniente era parte de un grupo de racistas que intencionalmente fomentaba violencia entre los presos negros, el Colectivo lo hizo público y así calmó las tensiones durante un rato.
En otra ocasión, el Colectivo peleó con un grupo de guardias para proteger a uno de sus integrantes. Ganaron la pelea, pero sufrieron fuertes represalias. Eddie casi murió y fue mantenido en aislamiento total durante dos años y medio. Dice: “Extrañé tantas cosas durante ese periodo. Era como si fuera la comunidad hubiera desaparecido y luché para recordar cómo eran mis propios familiares”. Pero no hubo vuelta atrás. Durante tres años leyó libros de todo tipo y desarrolló una consciencia más amplia sobre lo que pasaba en el mundo. Sintió que había vivido un tipo de renacimiento espiritual y se resolvió a iniciar una nueva etapa de lucha al salir del aislamiento: “Yo capacitaría y educaría a mis compañeros presos para liberarse a ellos mismos y también para liberar a nuestra comunidad”.
El Colectivo inició varios nuevos proyectos, siempre en beneficio a la población general, y como resultado tuvo mucho apoyo popular. Al trabajar en conjunción con una bibliotecaria progresista y unos especialistas en comunicación, un grupo de presos con consciencia social logró organizar un seminario de comunicaciones enfocado en el desarrollo de un periódico, estaciones de televisión y radio para la prisión, y otros programas. A pesar de muchos obstáculos, los presos empezaron a publicar un periódico oficial y establecieron una estación móvil de radio no oficial que transmitía cada noche desde las 11:30 pm hasta la medianoche.
Con la ayuda de los “presos de confianza” que trabajaban en las oficinas de la prisión, pudieron robar documentos oficiales, copiarlos y devolverlos a su lugar. Así sacaron a la luz varios escándalos que incluían:
--el desvío a los guardias de fondos designados para artículos como jabón y pasta dental para los presos indigentes
--el descubrimiento de un grupo de guardias con lazos al KKK que trabajaba con presos racistas para distribuir armas y propaganda de odio a los presos blancos con el fin de provocar conflictos con los presos negros
--el uso de presos con problemas mentales para provocar incidentes violentos.
El Colectivo también inició programas de alfabetización y un programa muy exitoso de educación popular llamado “El decir sus propias palabras” (To Speak their Own Words) para establecer contacto entre los presos y un buen número de expertos en varios campos. Entre otras cosas, los invitados ayudaron a iniciar clases o programas en videotecnología, español, historia afro-americana y filosofía. En algunos casos la interacción entre profesores y alumnos fue profunda y longeva. Un conferencista terminó dando una serie de clases en filosofía y como resultado, él se volvió integrante del Templo de la Ciencia Mora mientras varios presos se volvieron serios estudiantes de filosofía.
Desde entonces, Eddie ha sido mentor de cientos de presos jóvenes y ha ayudado a organizar varios otros programas, incluyendo uno que se llama “Un amigo de un amigo” (A Friend of a Friend). Su meta es la preparación intelectual y emocional de los jóvenes para ayudarles a sobrevivir la experiencia traumática de prisión, y para equiparles a aportar algo a sus comunidades cuando regresen a casa.
Mientras tanto ha sido trasladado a varias otras prisiones en el estado de Maryland, incluso el Abu Ghraib del estado que se llama North Branch en el pueblo de Cumberland, presumiblemente por leer libros sobre el Partido Pantera Negra mientras estaba preparando su tesis para su Maestría, y también por siempre estar hablando con los presos jóvenes y ayudándoles con sus problemas. Para Eddie, la prisión de alta tecnología sin ventanas, sin espejos, y con cámaras que graban todo, es simplemente “un campo de concentración del Siglo XXI”. Una campaña organizada por su hermana Cookie logró su traslado de ahí después de un mes. Ahora está encarcelado en la prisión en Jessup, que tiene sus propias facetas del infierno.
URGENTE
El 1 de noviembre de 2011, Eddie tendrá una audiencia importante para determinar si obtiene la libertad bajo supervisión.
Para apoyar su libertad, envía un FAX a 001-410-764-4355 o escribe una carta* a la siguiente dirección:
Maryland Parole Commission
6776 Reisterstown Road
Suite 307
Baltimore, MD. 21215
Para comunicarse con Eddie, envíale una carta o tarjeta a esta dirección:
M. Eddie Conway #116469
Jessup Correctional Institution
PO Box 534
Jessup, MD 20794
*Carta modelo:
Maryland Parole Commission
6776 Reisterstown Road
Suite 307
Baltimore, MD. 21215
October 18, 2011
To Whom It May Concern:
I am writing this letter to request that the Maryland Parole Commission grant parole to Marshall E. Conway #116469 whose scheduled hearing is November 1, 2011. Mr. Conway's prison record is exemplary, and he has continually worked to create programs to decrease violence within the prison. Mr. Conway has served as mentor and teacher to numerous other prisoners. His time has been spent educating himself and implementing programs that help prisoners transform their lives, such as To Speak Their Own Words, one of the first programs in the Maryland Penitentiary to bring outside volunteers into the prison. Since that time, he has been a leader in a number of initiatives that promote personal change and transformation, the latest being A Friend of a Friend mentoring project.
As a result, Mr. Conway is well known and respected by many people who work for peace and justice throughout the world. He has authored two books and obtained a bachelor's degree from Coppin State University in Baltimore. In addition, the Baltimore City Council, on two occasions passed resolutions calling for clemency for Mr. Conway. Thus, I hope that the Parole Commission will consider these facts and render a favorable decision for Mr. Conway.
Sincerely,
[tu nombre y apellido]
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