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Anticapitalistas en la Otra
Anticapitalistas en la Sexta es un espacio de discusión y organización política de carácter anticapitalista e internacionalista, que busca enlazar las luchas y fortalecer la unidad de las y los trabajadoras de la Ciudad, el Campo, el Mar y el Aire, y del resto de l@s explotad@s por el sistema capitalista para avanzar en la construcción de un Programa Nacional de Lucha y su Plan de Insurrección. Como segundo propósito buscamos difundir las luchas, denuncias y actividades de los adherentes a La Sexta en el país y el mundo, y también de todos aquellos que que sin ser parte de La Sexta se encuentren abajo y a la izquierda.
Video del mes:
Palabras del mes:
Es preciso no olvidar que en virtud y por efecto de la solidaridad del proletariado, la emancipación del obrero no puede lograrse si no se realiza a la vez la liberación del campesino.
De no ser así, la burguesía podría poner estas dos fuerzas, la una frente a la otra, y aprovecharse, por ejemplo, de la ignorancia de los campesinos para combatir y refrenar los justos impulsos de los trabajadores citadinos; del mismo modo que, si el caso se ofrece, podrá utilizar a los obreros poco conscientes y lanzarlos contra sus hermanos del campo.
CARTA DE EMILIANO ZAPATA A GENARO AMEZCUA
Tlaltizapán, Febrero 14, 1918
Canción La Otra Obrera
lunes, 9 de mayo de 2011
La Otra Obrera: Proclama del Primero de Mayo de 2011
Cada primero de mayo miles y miles de obreros, proletarios, trabajadores salen a las calles en lo que se conoce como el día internacional de los trabajadores. La mayoría lo hace llevada por el aparato sindical, ya sea oficial o “independiente”. Como un mero desfile vacío que sirva de desfogue al descontento acumulado año tras año. Para refrendar la retórica que habla de una defensa de sus derechos: defensa que los sindicatos y centrales no emprenderán nunca.
Otros contingentes de trabajadores salen a las calles de manera diferenciada o integrándose con sus propias consignas a la cola de las movilizaciones sindicales. Incluso se enfrentan espectacularmente a la policía y represores del Estado. Pero sin lograr clarificar sobre sus propio programa como clase: van a las calles con grandes ímpetus de combatividad pero confundidos y atrapados en la ideología de grupos y expresiones ajenas a su clase, ya sea de las izquierdas que vulgarizan al marxismo convirtiéndolo en un dogma, como los estalinistas, o de anarquistas de tendencias pequeño burguesas, alejados años luz del anarquismo de clase y militante como en el que hacían filas los mártires de Chicago o los Flores Magón.
Contrario a esto, desde una perspectiva no solo anticapitalista, sino revolucionaria, el Primero de Mayo no puede ser tomado como un medio de apaciguar los ánimos, ni como un ritual, un fin en si mismo “porque hay que conmemorar”. Debe ser aprovechado como un medio, una oportunidad de hacer propaganda y agitación proletaria: para desarrollar y fortalecer la conciencia de clase y no para disolverla. Debe ser el encuentro de las minorías más conscientes con el conjunto de la clase, para reconocerse como un solo destacamento.
I. Hoy el mundo entero presencia con sorpresa la oleada de movimientos y protestas masivas en el norte de África y el Medio Oriente: de Argelia a Túnez, de Egipto a Libia, de Siria a Irak, Irán, Yemen y Bahréin. Cientos de miles de personas, principalmente de los sectores explotados salen a las calles y provocan la caída de dictadores, obligan a los gobiernos de la burguesía a promover reformas o a tomar medidas militares más restrictivas para ahogar las voces críticas en sangre y balas.
Es de destacar la participación de la clase obrera en Egipto con métodos de lucha históricos, propios de la clase, que impulsó huelgas y demandas propias frente al gobierno de Mubarak y del gobierno militar que trata de imponer el imperialismo.
Este conjunto de protestas demuestran los efectos devastadores de la crisis económica capitalista llevándolos al plano político. Y muestran como el capitalismo es incapaz de ofrecer alternativa a la humanidad, tanto que a los propios burgueses les resulta casi imposible ponerse de acuerdo entre ellos mismos sobre quién y como debe ejercer el dominio de la clase que sus gobiernos –hoy cuestionados en aquella parte del mundo – representan.
En el marco de sociedades atrasadas en relación a los países capitalistas de mayor desarrollo por la subordinación en las que las mantiene la intromisión del imperialismo, esas protestas que se repiten de una nación tras otra, reflejan que las clases explotadas y oprimidas han visto venir a menos sus condiciones de vida, e identifican como responsables de ello a los gobiernos. Las movilizaciones que inician por demandas económicas, pronto devienen en demandas políticas y viceversa: cada vez que se pone en cuestión a las tiranías políticas, queda claro que estas están organizadas para garantizar el despotismo económico que es el capitalismo.
Pueden representar la posibilidad de ir hacia una lucha revolucionaria, por una nueva sociedad sin explotadores ni explotados. Sin embargo, dada la inmadurez de la conciencia y organización proletaria en aquellos lares, las y los obreros, pese a llegar a jugar un papel tan decisivo como lo fue en Egipto, no logran aún constituirse como clase conciente y organizada e imponer sus demandas, su programa, sus métodos.
Las protestas se apaciguan a veces y se levantan de nuevo otras, en medio de la confusión proletaria y de la verborrea popular y nacionalista promovida desde la propia elite política y aún desde la confundida izquierda. Ahí donde los trabajadores empiezan a organizarse por propia cuenta y aprender lecciones importantes que perdurarán para futuras batallas, surge de inmediato el oportunismo de políticos burgueses que conducen las protestas al redil de su democracia, que sólo permite ejercitar el voto en condiciones ficticias de igualdad, es decir, de la sutil dictadura del capital.
Aún más, en Libia donde gobierna un Estado tan capitalista como los que hay en el resto del mundo, la represión gubernamental y las protestas han escalado a tal nivel que hoy la intervención militar imperialista se presenta no como la solución del problema sino como su profundización: Ni el milico Gadaffi ni la “oposición” (donde están integrados varios de los ex ministros del régimen) ni las fuerzas de la OTAN constituyen ninguna esperanza para los oprimidos de aquel territorio. Gane quien gane esa guerra el proletariado saldrá perdiendo.
Esta guerra imperialista que se ha sobrepuesto a la guerra interburguesa no representa una cruzada antiterrorista o “salvadora del pueblo”. Representa una guerra por el control de los recursos de los que depende la burguesía para su existencia como clase. Es la primera demostración plena de que la barbarie anunciada por el capitalismo es hoy ya una realidad: la guerra imperialista y la destrucción de todos contra todos allá arriba y en contra de los oprimidos de abajo. Los proletarios no deben tomar las armas a favor de uno u otro bando sino volver la guerra en contra de los que la promueven: la clase burguesa y los Estados.
II. Mientras el humo de las barricadas, misiles y cañones cubren aparentemente todo, en los países capitalistas centrales y en el resto de la periferia se sigue atacando las conquistas y condiciones de vida de los trabajadores: en Gran Bretaña el gobierno ha anunciado el recorte de 300 mil plazas y que se triplicarán los costos de las matrículas universitarias, entre otras medidas de ajuste. Esto no es sino una continuidad de los planes de ajuste que ya se vienen implementando en aquél país y en toda Europa y Norteamérica desde 2008 cuando estalló la actual crisis. Los mismos golpes a la clase trabajadora se repiten, se han repetido y se repetirán en Irlanda, España, Francia, Alemania, Italia, Grecia, Turquía. En Estados Unidos y en China, las principales economías del mundo se viven también las dos caras de la crisis: despidos y sobreexplotación. Lo mismo en las “ejemplares” economías de Brasil y la India. Igual en Rusia, en el cercano y lejano oriente.
Las protestas sin embargo no han podido tomar un camino independiente: principalmente en Europa donde hasta el año pasado vimos a miles de trabajadores salir a las calles, los sindicatos se han encargado de convocar y desviar el descontento. Las “huelgas generales” han sido utilizadas como medios de apaciguamiento y no de lucha. Dondequiera que amenaza con desatarse el descontento proletario aparecen los sindicatos y los partidos izquierdistas a montarse en el asunto para controlarlo. Aún así, pequeños pero muy significativos esfuerzos del proletariado en algunos sitios como Inglaterra y Francia, han demostrado que es posible que nuestra clase tome las riendas de sus propias luchas. En Inglaterra el último año se han organizado algunas huelgas de solidaridad, en Francia trabajadores y desempleados de diversas ramas y sectores se han reunido en asambleas por propia cuenta para organizarse en contra de los planes de Sarkozy sin la intervención de la mano negra sindical.
En EEUU, por su lado, demócratas y republicanos han anunciado proyectos que golpean aun más a los trabajadores. En Wisconsin el gobierno anunció que impediría la negociación colectiva y de inmediato los sindicatos pusieron el grito en el cielo y el propio Obama salió en su auxilio. No se trata de que sindicatos y gobierno defendieran a los trabajadores: los primeros defienden su lugar como negociadores y el segundo les paga favores por su apoyo económico a la campaña del presidente. Mientras tanto, en Nueva York el gobierno demócrata ya amenaza con 10 mil despidos y a nivel federal el propio Obama ha congelado los salarios de los empleados y también anuncia despidos que podrían afectar al 10 por ciento de los trabajadores del estado en todo el país.
III. En México la situación no es distinta: año y medio después de la derrota infligida a los trabajadores de Luz y Fuerza, luego del golpe del gobierno, el conjunto de la clase obrera se encuentra en peores condiciones. No porque se haya golpeado a un sindicato, sino porque desde la dirigencia se han visto frustrados los intentos de la clase obrera por defenderse, viéndose ésta desgastada con movilizaciones que no han tenido resultados y llevada a las huelgas de hambre, la lucha legaloide y otros recursos pacifistas, quedando aislados y anulados los intentos por ocupar los centros de trabajo como en Lechería y Necaxa. Para verlos aún más postrados, ahora con el encarcelamiento de 11 trabajadores, a los que se suma Miguel Márquez, se verán abriendo otro frente en el terreno legal, que es el marco que permite la burguesía para preservar sus sistema de explotación.
Lo mismo ocurrió con el desalojo de las huelgas mineras, en las que la resistencia de los trabajadores fue ejemplar, sin embargo la dirigencia del sindicato puso a los obreros en una falsa “lucha” con lo que el gobierno les dio la puntilla, prestigiando a los aparatos de control corporativo al presentarlos como “víctimas” y “defensores de sus agremiados”, reforzando así su sistema de control. Ello permitirá sin duda, que las burocracias sigan afirmándose, casos denotados son los de Hernández Juárez en el gremio de los telefonistas, el de Agustín Rodríguez que va para su enésima reelección al frente de su sindicato el STUNAM, y Valdemar Gutiérrez que en el sindicato del IMSS también le apuesta a la dirigencia vitalicia. El año pasado y este han sido pues años de golpes y derrotas, en los que la burocracia de los sindicatos, en complicidad con la patronal y el gobierno, ha desmantelado casi por completo la resistencia obrera.
El conjunto de la población trabajadora sufre además los efectos de la crisis, bajo la forma de desempleo, despidos y aumentos de precios en alimentos básicos como la tortilla, en energéticos como el gas, diesel y gasolina, en las tarifas de luz y agua.
Por si esto fuera poco se anuncia ya la aprobación de la reforma o contrarreforma en materia laboral: una iniciativa presentada por el PRI y avalada por el PAN, que pronto será aprobada con la “oposición” de comparsa del PRD y PT, que no harán nada por los trabajadores, siendo partidos de la burguesía, vendidos al mejor postor igual que aquellos.
Se contempla, entre otras cosas, eliminar la estabilidad laboral: los trabajadores nuevos podrán ser empleados solo por 30 días mientras el patrón los pone “a prueba”, sin ninguna obligación de garantizar contratación; se legalizarán los contratos con periodos “de capacitación inicial”, sin goce de sueldo. Se desconocerá el derecho a reclamar salarios caídos cuando un conflicto obrero – patronal se extienda por más de un año; la subcontratación por outsourcing es decir, la esclavitud hecha ley: el empleo con prestaciones, seguridad social y laboral nulas por parte de empresas casi fantasmas que venderán la mano de obra a los capitalistas y al Estado ahorrándose estos en costos. A cambio de todo ello la Iniciativa promete no tocar los privilegios de los líderes sindicales, en aras de mantener la “autonomía” y “organización”. Permanecerá intocable Elba Esther Gordillo mientras los maestros ya pierden su empleo o se les hace mayor la carga de trabajo con los turnos extendidos en las escuelas. Hernández Juárez seguirá chupando la sangre de los telefonistas.
Los únicos que saldremos perdiendo seremos los trabajadores, viéndonos despojados de oportunidades y conquistas, sumiéndonos aún más en la miseria y precariedad.
Aunque ya los sindicatos oficiales, “democráticos” e “independientes” anuncian protestas, sabemos de antemano que sólo llevarán a sus agremiados al desgaste, al callejón sin salida de la confianza en la legalidad, a creer en los diputados y senadores de izquierda como supuestos “aliados”, y a todo ese cretinismo al que nos tienen acostumbrados.
IV. Además de golpear a los trabajadores despojándolos de sus derechos, sectores más amplios de la población también resienten los efectos de la guerra de Calderón. O mejor dicho, de las múltiples guerras del Estado Mexicano en contra de todo lo que se mueva y no actúe bajo sus órdenes. La más sonada de estas guerras es la que se llama falsamente “combate al crimen organizado”, o más toscamente “guerra antinarco”, pero no es ni lo uno ni lo otro, sino simplemente el enfrentamiento entre los distintos cárteles de la droga por el control del mercado, todos ellos auspiciados desde los tres niveles de gobierno y con cómplices en los tres poderes. Suman ya decenas de miles de muertos inútiles en los distintos bandos y en la población civil, la principal e inerme víctima “colateral” de una guerra y de una violencia que no se detendrán porque existen dos razones muy poderosas: el gobierno federal -y en primer lugar Felipe Calderón y Genaro García Luna-, obedecen ordenes directas desde Washington para militarizar el país, y al mismo tiempo son los principales lugartenientes del Chapo Guzmán. No pueden desobedecer a uno ni a otro de sus jefes simplemente porque esto les costaría el puesto… o la vida.
Pero además de esa guerra de la que todos los medios e intelectuales y sociedad civil se lamentan, existe y sigue adelante la guerra contra los de abajo que es la represión y la criminalización de toda forma de organización autónoma o al menos independiente: de Tabasco a Sonora, del Golfo al Pacífico, soldados, federales, policías estatales y municipales, paramilitares, golpean, persiguen, encarcelan, torturan, desaparecen y asesinan gozando de una doble impunidad: la que les garantiza el auspicio del poder y la que, por acción u omisión, les regala el silencio de la “sociedad civil”, de la “opinión pública”, de los intelectuales “progresistas” que no dicen ni dirán nada porque saben que ahí todos los partidos tienen responsabilidad y tienen metidas las manos y manchadas estas de sangre, porque el denunciar y oponerse a esta violencia que es la violencia estatal e institucional no les redituará en prestigio para ellos ni en votos para ningún candidato.
Los casos mas conocidos –pero no los únicos- de esta otra guerra, la del Estado contra los descontentos son el constante acoso, agresiones y encarcelamientos en contra de las comunidades indígenas zapatistas en Chiapas y -hay que recordarlo aunque se molesten algunos autonombrados “revolucionarios” y “luchadores del pueblo” – el de la persecución paramilitar por parte del MULT-PUP y la UBISORT-PRI en contra del proyecto de Municipio Autónomo en San Juan Copala, Oaxaca.
Esta guerra contra las resistencias, aquí en la Ciudad de México tiene su representante en el gobierno de arriba y a la izquierda representado por Marcelo Ebrard. Con la puesta en marcha de sus megaproyectos ha demostrado que la izquierda institucional y electorera también sabe gobernar para los de arriba cuando de inversiones y ganancias millonarias se trata, no importando que para ello se lleven entre las patas los últimos reductos ambientales, que desaparezcan los pocos espacios de esparcimiento y recreación que no se han privatizado y entregado a los empresarios -como ya lo hicieron con el Zócalo-, no importando que ya cada vez menos haya aire respirable y se pueda salir de casa sin riesgo de ser atropellado. El gobierno del Distrito Federal se ha encontrado sin embargo con un obstáculo para sus planes y este es la intransigencia de quienes, en Contreras, en Atzcapotzalco, en Tláhuac o en Xochimilco dicen NO a la destrucción de la tierra. NO al cierre de espacios que son de todos. NO al negocio disfrazado de progreso. Es muy bueno y saludamos que estas voces se levanten, y aún mejor es que se reconozcan como una sola y se unan. Y lo que es más importante es que no se dejen engañar y utilizar por quienes en aras de “levantar la lucha popular”, terminan siempre mediatizando, traicionando y negociando movimientos.
V. Más allá de las resistencias, en todo México es necesario construir una alternativa de lucha. Una alternativa que enfrente al sistema en su conjunto. Porque al capitalismo no se le puede cortar una cabeza sin que le surjan otras. No se le puede derrotar por partes. Hay que pegarle en el corazón y tirarlo de arriba abajo. Hay que acabar con el poder de sus Estados, con la dominación de clase y con las relaciones de producción que lo mantienen. Y esta alternativa solo puede venir de una clase: la clase de las y los trabajadores, las y los obreros, las y los proletarios.
Este año y el que viene vendrán promesas electorales, querrán conducirnos una vez más al engaño, a la confianza en los partidos de la burguesía que son todos los que conocemos: PRD, PT, PRI, PAN, PVEM, son todos ellos la misma mafia y no nos representan. No vayamos a votar, ¡vayamos a la huelga! ¡Vayamos a la fábrica, a la mina, a la obra a la clínica, a la escuela, al muelle, al hangar y al centro de trabajo sea cual sea, a las calles si somos desempleados o no asalariados, a discutir nuestros problemas comunes y organizarnos sin pedir permiso a los burócratas de los sindicatos y sin aislarnos sectariamente unos de otros.
Y detrás de las promesas electorales vendrán otras voces que querrán “ponernos el ejemplo”, darnos “lecciones” de que hay “otras formas de lucha”. Las elecciones no son nuestro camino. Pero la “lucha armada” tampoco. Nuestra arma es la conciencia, la organización política. Nuestra mayor violencia contra la burguesía y su abominable sociedad, es el hecho de que somos la clase abrumadoramente mayoritaria sobre la faz de la tierra.
Porque somos los trabajadores los únicos que no ganamos nada con el capitalismo, no tenemos nada que perder derribándolo. Históricamente hemos construido un programa y consecuentemente debemos enarbolarlo: ¡Abajo la Burguesía y todos sus Estados! ¡Constituir e imponer nuestro poder de clase! ¡Socializar los medios de la producción y el cambio!
Esta lucha tiene que levantarse en todo el mundo, solo con el accionar autónomo, independiente e internacional de nuestra clase que es la mayoritaria, arrasando las fronteras patrias y las nacionalidades, se podrá cambiar el mundo y salvarlo de la barbarie. No habrá líderes ni salvadores, solo nuestra fuerza nos dará esperanzas. ¡Trabajadores de la ciudad, del campo, del mar y del aire: Uníos!
¡Vivan los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas y el EZLN!
¡Viva la resistencia del Municipio Autónomo de San Juan Copala!
¡Vivan las resistencias contra el capitalismo y sus megaproyectos!
¡Libertad a los 5 indígenas de Bachajón, Chiapas, a los12 trabajadores electricistas, a todas y todos los presos políticos, rehenes del Estado!
¡Justicia, no a la impunidad, castigo a los represores!
¡Abajo la Guerra de Calderón y la Iniciativa Mérida!
¡Abajo el circo electoral!
¡No a la reforma laboral!
¡No a la farsa sindical!
¡Si a la organización política, autónoma e independiente, de las y los trabajadores!
¡Vivan las luchas proletarias en todo el mundo!
¡Proletarios de todos los países del mundo, UNÍOS!
Sector Nacional Obrero y de Trabajador@s de la Ciudad, el Campo y el Mar de La Otra Campaña
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