Javier Brandoli | Maputo
Actualizado
sábado 15/09/2012 16:15 horas
La Policía sudafricana ha decidido actuar, tal y
como lleva repitiendo en las últimas horas un Gobierno que ha optado por volver a la mano dura, ante la magnitud que está
tomando el conflicto, para impedir que la caldera de
Marikana explote de nuevo.
Más de 500 agentes se han presentado en el asiento
minero, entrado en las casas y confiscando armas tras una mañana de redadas
generalizadas. Una operación que las Fuerzas de Seguridad han señalado como
"preventiva" y que ha terminado, según las primeras informaciones,
con al menos 12 personas detenidas. Entre las armas confiscadas hay
numerosas catanas y palos. Los enfrentamientos con la población han sido
constantes.
Sin embargo, los habitantes de Marikana denuncian
"brutalidad" policial y son numerosos los testimonios de hombres y
mujeres que denuncian haber sido heridos con balas de goma. "Estoy
profundamente triste. Íbamos un grupo de mujeres y al salir de una tienda ellos
me dispararon en una pierna", es una de las denuncias efectuadas
por Notmbe Ncence al periódico Mail&Guardian. "Yo nunca he participado
en las protestas. Estaba en mi tienda y de pronto la Policía me ha disparado
por la espalda", explica también Ntashantha.
Los acontecimientos parecen formar parte del nuevo
escenario que se está produciendo en Sudáfrica. La postura de los mineros
parece radicalizarse y extenderse a otros sectores. Es probable que la semana
que viene haya una huelga general en el Transporte y hasta el Ejército se ha
implicado ya en la revuelta, lo que ha hecho saltar todas las alarmas. El
sector minero está sufriendo paros de diversa índole que afectan al 30% de
su producción.
No se atisba que vaya a haber un entendimiento en
las próximas horas. Lo acontecido en estas últimas horas forma parte del guión
anunciado por el ministro de Justicia, Jeff Radebe, que dijo a los periodistas
que "las protestas ilegales iban a acabarse rápidamente".
Información enviada por Trabajadores Autónomos de Uniroyal
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