Marx sobre la famosa deuda
La
única parte de la llamada riqueza nacional que realmente entra en la
posesión colectiva de los pueblos modernos es… su deuda pública .
De ahí que sea cabalmente coherente la doctrina moderna según la cual
un pueblo es tanto más rico cuanto más se endeuda. El crédito público se
convierte en el credo del capital. Y al surgir el endeudamiento del
estado, el pecado contra el Espíritu Santo, para el que no hay perdón
alguno, deja su lugar a la falta de confianza en la deuda pública.
(…)
La deuda pública se convierte en una de las palancas más efectivas de la acumulación originaria . Como
con un toque de varita mágica, infunde virtud generadora al dinero
improductivo y lo transforma en capital, sin que para ello el mismo
tenga que exponerse necesariamente a las molestias y riesgos
inseparables de la inversión industrial e incluso de la usuraria.
En realidad, los acreedores del estado no dan nada, pues la suma
prestada se convierte en títulos de deuda, fácilmente transferibles, que
en sus manos continúan funcionando como si fueran la misma suma de
dinero en efectivo. Pero aun prescindiendo de la clase de rentistas
ociosos así creada y de la riqueza improvisada de los financistas que
desempeñan el papel de intermediarios entre el gobierno y la nación como
también de la súbita fortuna de arrendadores de contribuciones,
comerciantes y fabricantes privados para los cuales una buena tajada de
todo empréstito estatal les sirve como un capital llovido del cielo, la
deuda pública ha dado impulso a las sociedades por acciones, al comercio
de toda suerte de papeles negociables, al agio, en una palabra, al
juego de la bolsa y a la moderna bancocracia.
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