El imperio mundial de la violencia contrainsurgente
Gilberto López y Rivas
Através de
Wikileaks tuve acceso al Manual de campo 31-20-3, tácticas, técnicas
y procedimientos de defensa interna para las Fuerzas Especiales en el
extranjero, que es el tercero de una serie que produce el Departamento de
Defensa de Estados Unidos para instruir y guiar a su soldadesca en las tareas
injerencistas y represivas en el ámbito mundial, bajo la cobertura
propagandística de ayudar a otros gobiernos a liberar y proteger a sus
sociedades de la subversión, el desorden y la insurgencia. ¿¡Qué sería de
nosotros si los buenos muchachos del Tío Sam no estuvieran listos para
salvarnos del caos!?
Como se recordará, los intelectuales del Pentágono
inventaron una entelequia eufemística-política-ideológica a la que denominan
nación-huésped, esto es, gobiernos obsecuentes a Estados Unidos que enfrentan
situaciones desestabilizadoras de variado tipo, pero sobre todo insurgencias
armadas y movimientos sociales que cuentan con apoyo popular, ante las cuales
recurren al desinteresado auxilio contrainsurgente de los rambos de
las fuerzas especiales. Así, el Manual de campo señala que: Una premisa
básica de nuestra política exterior es que la seguridad de Estados Unidos, sus instituciones
y valores fundamentales (léase: capitalismo) serán mejor preservados y
fortalecidos como parte de una comunidad de naciones realmente libres e
independientes (léase: sujetas a la órbita imperial). A este respecto, Estados
Unidos se esfuerza por alentar a otros países para cumplir su parte en la
preservación de esta libertad e independencia (léase: régimen autoritario y
renuncia a la soberanía). El objetivo es apoyar los intereses estadunidenses a
través de un esfuerzo común (más claro ni el agua). Donde intereses nacionales
estadunidenses están involucrados (léase: corporaciones, petróleo, territorios
geoestratégicos), Estados Unidos proveerá asistencia militar y económica para
complementar los esfuerzos de dichos gobiernos (léase: para mantener el orden
establecido). En suma, el propósito político del manual es la defensa de los
intereses del imperialismo estadunidense por medio del asesoramiento y
entrenamiento contrainsurgente de tropas de cipayos de la nación huésped.
A partir de esta proposición esencial, el
manual cubre al detalle todas las facetas de la guerra contrainsurgente,
monitoreada por los militares estadunidenses: las actividades previas a la
misión intervencionista, los análisis preliminares, los permisos para el
entrenamiento, el despliegue en la nación huésped, los programas de instrucción
de las tropas, las operaciones tácticas, el control de las poblaciones, las
operaciones conjuntas, las actividades posteriores a la misión, así como anexos
que van desde consideraciones legales (sic), operaciones de inteligencia,
fuerzas de autodefensa civil (paramilitares), establecimiento de bases, técnica
de minas, etcétera.
Como en otros manuales comentados, este texto da
importancia al barniz culturalista que los colegas antropólogos dedicados a la
contrainsurgencia han aconsejado a los militares. Esto incluye una especie de
manual de urbanidad con las reglas elementales de etiqueta y buen
comportamiento para que los nativos no se sientan disminuidos, manipulados o
discriminados por los asesores gringos, súbitamente transformados en
políglotas, corteses, cuidadosos del multiculturalismo, las diferencias de
género, y guardianes de las leyes y los hábitos democráticos que han aprendido
recientemente en Irak o Afganistán, con el precio menor que esta
educación ha costado en países destruidos y terroristas ejecutados, torturados,
desaparecidos o mantenidos en prisión.
El manual no descuida el papel de la prensa y los
medios de comunicación masivos en los esfuerzos contrainsurgentes, entre ellos,
por supuesto, el Servicio de Información de Estados Unidos (USIA), al cual se
le asigna la tarea de influir en la opinión pública de otras naciones en favor
de los objetivos ya señalados de la política exterior de su gobierno,
publicitando sus acciones, haciendo contrapropaganda a las opiniones hostiles a
Estados Unidos, coordinando las operaciones sicológicas abiertas bajo la guía
del Departamento de Estado.
Otro aspecto a destacar del manual es la
importancia que otorga al reclutamiento e integración de fuerzas
paramilitares o irregulares como parte integral de la batalla
contrainsurgente, componente clandestino que hemos denunciado en diversas
ocasiones para el caso mexicano, que continúa teniendo un estratégico papel
ahora con la acción de grupos del narcotráfico actuando como paramilitares.
También, el manual es muy claro en cuanto el
involucramiento directo de fuerzas de combate estadunidenses, si la situación
del gobierno de la nación huésped se deteriora a tal punto que los intereses
vitales de Estados Unidos se vean en peligro y para hacer un decisivo cambio en
el conflicto, el cual puede ser no sólo de naturaleza contrainsurgente sino
también provocado por el narcotráfico. Este aspecto debe tomarse muy en serio
para un análisis más responsable de la situación mexicana.
La acción de escuadrones de la muerte o
grupos de matones es aprobada en el texto comentado, e incluso descrita con
precisión y cinismo: “Cazar-matar. Las fuerzas amigas pueden usar esta
técnica (sic) en operaciones de consolidación… Ellas usan esta técnica de cazar
y destruir enemigos aislados. El equipo de cazar-matar consiste en dos
secciones: los cazadores y los asesinos. Los cazadores deben estar ligeramente
equipados y altamente móviles. Su misión es localizar a las fuerzas enemigas
mientras mantienen una comunicación constante con los ejecutores, quienes están
alertas y listos para entrar en acción. Cuando los cazadores hacen contacto,
éstos notifican a los asesinos.” No cabe duda, los caminos de la “democracia
a la estadunidense” son tenebrosos y fatales.
Tomado de la Jornada:
http://www.jornada.unam.mx/2012/03/02/opinion/022a1pol
Imprimir
No hay comentarios:
Publicar un comentario