El arribo de Barack Obama a la república de El Salvador, pone de manifiesto la relación de sometimiento que sufre la mayoría de los países latinoamericanos hacia los Estados Unidos y la guerra abierta aquellos que osan oponerse a sus mandatos. El Salvador fue el escenario de una cruenta guerra donde los Estados Unidos financió el extermino del movimiento popular, incluyendo la muerte de Monseñor Romero, al que contradictoriamente Obama pretende rendirle homenaje.
Atrás quedaron los días de la "esperanza" de una nueva relación entre norte y sur, creada por la elección de Barack Obama en el año 2008, disipada por el golpe de estado en Honduras, el incremento de las bases militares en el continente, la presencia de la IV Flota en los mares del sur -incluyendo en las aguas marrones- y la continuación de la absurda además de costosa guerra contra el narcotráfico destinada a afianzar la intervención militar en el continente.
La defenestración de la democracia en Honduras como producto de las presiones de la ultraderecha estadounidense, aliada con grupos empresariales en Honduras y apoyada por los militares de los dos países, fue un mensaje dirigido a toda América Latina en especial a los países que se han sumado a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América(ALBA).
El golpe de Estado a la hondureña, contó con la activa participación de la Corte Suprema de Justicia y el Congreso Nacional, donde se procedió a falsificar la firma del derrocado Manuel Zelaya, dando lugar a la denominada "sucesión constitucional", interpretación que luego fue asumida por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.
En Honduras más que una sucesión constitucional se dio una prostitución constitucional, donde la Corte Suprema liquidó la democracia, con el pretexto de evitar la violación a la constitución, siendo el remedio ofrecido por el poder judicial y legislativo peor que la supuesta enfermedad padecida.
La actitud pusilánime asumida por Obama en relación al golpe, donde si bien el mandatario estadounidense en un inicio reconoció la ilegalidad del acto, posteriormente se fue acoplando a las presiones de la ultraderecha, en especial a los ataques del presentador del Canal Fox, Glenn Beck (1) y del senador de Carolina el Sur, Jim DeMint, además la actitud descarada a favor del golpe asumida por la Secretaria de Estado Hillary Clinton.
La visita del senador DeMint a Honduras en apoyo al sátrapa Roberto Micheletti, sepultó la ultima esperanza de restitución de la democracia al pueblo hondureño; mientras tanto quedo la amenaza de golpe de estado dirigida a las naciones latinoamericana que no se plegan a los mandatos del imperio.
Las presiones de DeMint sobre la suspensión de las nominaciones de Andrés Valenzuela como subsecretario de estado para Latinoamérica y Thomas Shannon de embajador en Brasil, tuvieron su efecto y el 5 de noviembre del 2009, Hillary Clinton le dio la palabra a DeMint de suspender la insistencia del retorno de Mel Zelaya al Poder.
Así de fácil fue la entrega de la política exterior de la administración Obama, al reaccionario y recién surgido Tea Party, el que representa los intereses del sector mas reaccionario de los Estados Unidos, y cuenta con el apoyo de la todavía mayoría blanca, impregnada de una visión racista además de un exacerbado nacionalismo.
El "Tea Party" surge a principios del año 2009, contando con el financiamiento de los billonarios petroleros David y Charles Koch (2), incluyendo el apoyo incondicional de Rupert Murdoch y su enorme cadena de medios de comunicación. Como agitador de oficio están Sarah Palin y Glenn Beck, el que posee un programa de opinión en el Canal Fox, parte del imperio Murdoch.
Para finales del año 2009, y con la farsa electoral propulsada por el imperio en Honduras, dio por finiquitada el Departamento de Estado la crisis en Honduras. Los herederos del golpe han propiciado una serie de retrocesos sociales, tales como la flexibilización del mercado laboral, la entrega de cargos claves dentro de la administración a los militares involucrados en el golpe, la creación de bases militares estadounidenses y un incremento de la represión en un país que es considerado el campeón mundial en homicidios.
El periodista Pepe Escobar del Asian Times (3) denomina a la nueva política de Obama como la Doctrina de "alteración del régimen" en referencia a los acontecimientos que han evolucionado en el medio oriente alrededor de la revolución del jazmín, y presumimos a los hechos acontecidos en Honduras.
En cuanto a los deslices de la administración de Zelaya, calificados como afrenta a la democracia estilo USA, estos han sido imitados por el régimen de Porfirio Lobo, sin que hayan sido criticados por la elite de poder local o los amos del norte. El Congreso Nacional de Honduras aprobó recientemente reformas a los denominados artículos pétreos de la Constitución Nacional, y muy posiblemente sin efectuar ninguna asamblea constituyente como claman buena parte del pueblo hondureño, se de un llamado por parte de Lobo a legalizar la reelección.
Obama, dándole continuidad a la estrategia fracasada de la dinastía Bush, persiste en la supuesta guerra en contra del narcotráfico, la que lleva más de tres décadas, un costo inusitado de víctimas, además de miles de millones de dólares desperdiciados. El pueblo estadounidense cada día consume más drogas, mientras la sangre corre en los países productores y sus trampolines.
Con la actual gira imperial a América Latina, Barack Obama, ratifica las reglas juego hacia los gobiernos latinoamericanos, siendo el golpe de estado en Honduras una señal ominosa para los jefes de estado, que en cualquier momento pueden aparecer en pijama en algún país vecino. Como señal alarmante, Obama ordenó iniciar el bombardeo a Libia, precisamente cuando se encontraba reunido con Dilma Rousseff, esperamos que este no sea un mensaje ominoso para los países latinoamericanos que no bailan al son de los Estados Unidos
La Ceiba 23 de Marzo del 2011
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