Una crítica a los posmodernistas: los movimientos sociales y los procesos revolucionarios en América Latina. Costa incluye dentro de los
posmodernistasa quienes: 1) consideran obsoleto el concepto de clase obrera, proletariado y la centralidad del trabajo; 2) alegan el fin de la centralidad de la lucha de clases; 3) piensan que las vanguardias políticas, los partidos revolucionarios, especialmente los comunistas, no tienen ya ningún papel a desempeñar en el mundo actual.
exactamente porque no existían vanguardias con capacidad de conducir y orientar esas luchas para la radicalidad de clase y la emancipación del proletariado. Para demostrar esta aseveración utiliza como ejemplos los casos de Bolivia, Ecuador, Argentina, Túnez, Egipto, Brasil y el Foro Social Mundial, donde, “después de un momento de euforia y movilización, los movimientos sociales son capaces de realizar proezas impresionantes, como desacreditar el viejo orden, desafiar las clases dominantes, pero en un segundo momento se agotan en sí mismos sin alcanzar los objetivos por falta de perspectivas… Es necesaria –reitera– la vanguardia política para conducir los procesos de trasformación”.
A partir de esta perspectiva, que engloba movimientos de una compleja y diversa composición social, étnico-nacional, política e ideológica, desde nuestra América hasta el norte de África, el autor expresa el siguiente juicio sumarísimo:
La ideología posmodernista es responsable de gran parte de las derrotas de los movimientos sociales en estas dos décadas, no sólo porque ese modismo teórico influenció parte de la juventud y liderazgos de los movimientos sociales, sino también porque llevó a la frustración a miles de luchadores sociales. Eso porque las luchas fragmentadas se desarrollan de manera espontánea. Al inicio, hay una trayectoria de ascenso, envuelve miles de personas, pero inmediatamente después el movimiento va debilitándose hasta ser absorbido por el sistema. Según Costa, los movimientos sociales, influenciados por el fetiche ideológico del posmodernismo –que representa
la ideología pequeño-burguesa de la sumisión sofisticada al orden del capital–, hoy más que nunca requieren de la conducción y orientación de las vanguardias revolucionarias, que con una plataforma estratégica de emancipación de la humanidad derrotarán al imperialismo y al capitalismo y transitarán hacia la construcción de la sociedad socialista.
Desde el marxismo y sin ponerme el saco del
posmodernismoque Costa hilvana, como en el pasado se utilizaban términos que satanizaban a quien no siguiera las líneas de la ortodoxia, uno inquiere: ¿dónde estaban las vanguardias políticas durante estos 20 años y cuáles fueron las acciones reales de los partidos comunistas (que no siempre son revolucionarios, antimperialistas y dirigentes reales de las luchas de los pueblos) en contra de la mundialización capitalista neoliberal y su brutalidad represiva? ¿Es posible analizar estas dos décadas desde la exterioridad, sin asumir una mínima autocrítica por omisión o comisión frente a hechos juzgados supuestamente desde la centralidad de la vanguardia política?
fracasoslas luchas antisistémicas y anticapitalistas como las que llevan a cabo los pueblos indígenas del continente? ¿Y el papel en las
derrotasde partidos como el PT brasileño y el PRD mexicano?
Tomado de La Jornada en línea: http://www.jornada.unam.mx/2012/04/27/opinion/023a1pol
Imprimir
No hay comentarios:
Publicar un comentario