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CASO FERNÁNDEZ DE CEBALLOS: SOBRE LA MANIOBRA DE LA BURGUESÍA, LOS “EX DESAPARECEDORES” DESAPARECIDOS Y LAS FORMAS DE LUCHA.
Todo un fracaso político significó para sus autores el secuestro o captura del deleznable y pintoresco ex senador y ex candidato a la presidencia de la república Diego Fernández de Cevallos. Hasta el día lunes 20 ningún diario de circulación nacional en sus ediciones impresas, ni mucho menos canal televisivo alguno del sistema abierto habían difundido ni un punto ni una coma de un extenso comunicado (Boletín) en tres partes dado a conocer por la “Red por la Transformación Global”. Los portales de diarios como Le Monde, Der Spiegel, Corriere Della Sera, El País, The New York Times o The Washington Post ignoraron de plano el caso o lo mandaron a páginas interiores. Si era su intención que fuesen ampliamente conocidos los motivos expuestos en su extenso escrito, es evidente que los “Misteriosos Desaparecedores” (como ellos mismos se autodenominaron meses atrás antes de la liberación) vieron fallido su objetivo. Obviamente el texto de marras solo se difundió en diarios marginales, de circulación restringida (Milenio), medios alternativos de izquierda y algunos otros, tan extraños como “El Blog del Narco”. Aun cuando miles de páginas web hubieran difundido el comunicado integro, todos sabemos que la abrumadora mayoría de la población –al menos en México- no tiene acceso a la red de redes, sea porque no sabe utilizar un ordenador, sea porque no lo tiene en casa, o simplemente porque no sabe leer.
En cambio, cientos de miles y quizá millones de veces se habrán repetido los reportes televisivos y radiofónicos que daban la noticia de la liberación de este sujeto sin hacer la mínima referencia a lo expuesto por la dichosa Red. Pareciera que el individuo en cuestión -por cierto con una barba muy ad hoc para las fechas decembrinas- hubiera aparecido de la nada. Todos los comentarios se enfocaron a congratularse por el regreso de Ceballos, retacarnos aun mas con la cantaleta sobre la necesidad de combatir la “delincuencia organizada”, hacer leyes más severas y reclamar la intervención del estado para “que no haya impunidad.” Como anillo al dedo cayó además la cortina de humo que –literalmente- se extendió debido a la explosión de un ducto de PEMEX en el municipio de San Martín Texmelucan. Sea que se haya debido a un acto terrorista planeado desde el propio gobierno con fines distractores (a estas alturas no es descabellado pensarlo), de un accidente por el robo de hidrocarburos como afirmó la versión oficial o –lo más probable- , producto del nulo mantenimiento a las instalaciones; finalmente los medios masivos explotaron hasta la náusea la tragedia de las víctimas para llenar con ella el espacio que de otro modo hubieran ocupado en los titulares desde el viernes los desaparecidos ex desaparecedores.
Si la Red Por la Transformación Global hizo de su Epílogo, más que un catálogo, (parafraseando al Valedor Mojarro) toda una Enciclopedia de Agravios enlistando y abundando sobre todas las hazañas que cometió en su triple papel de político, empresario y traficante de influencias (abogado) el hombre de la barba; los mass media en un tris se encargaron de lavar su imagen, Ceballos literalmente volvió a nacer dos veces: una al ser liberado y otra al ser presentado como mártir, santo y héroe de la democracia mexicana. No se trataba de que a los periodistas les importara reivindicarlo, se trataba de sacarle jugo al asunto. Blanqueando la imagen de uno de sus más sucios y odiados personeros, la burguesía mexicana tenía en bandeja de plata la oportunidad de lavar aunque sea un poco su propia imagen. Todos los adjetivos, delitos y crímenes que la Red atribuyó justificadamente al “Jefe Diego”, bien pudieran extenderse a los políticos mexicanos de todos los partidos: en el PAN, en el PRI y en el PRD desde luego, abundan los diegos y dieguitos, solo que se llaman enriques, felipes, chuchos, andreses y marcelos. Toda la “clase política” en México (incluyendo a los líderes sindicales y al alto clero) tiene las manos manchadas de corrupción, fraudes, nepotismo, sangre. Todos los políticos de todos los partidos oficiales de izquierda y derecha tienen “cola que les pisen”. Todos viven de y para el sistema capitalista. Todos hacen de la política el ejercicio de la arbitrariedad, el atropello y el crimen contra los que dicen representar, claro, menos contra los suyos: los explotadores de este país, los que tienen el verdadero poder.
Toda su sentimentaloide cantaleta congratulándose por la liberación del cautivo, no es sino pura escenificación hipócrita para hacernos ver que la burguesía “también tiene su lado humano”, que les preocupa “la vida humana como valor supremo”, etc., etc. Los mismos que ayer tiraron al olvido a su líder, amigo, compañero de partido, abogado, pariente o cualquiera que haya sido el nexo o el favor económico y político que le debían, hoy se llenan la boca con palabras huecas y sonrisas falsas. Todo sea por hacernos creer que su dictadura tiene un “lado humano”, todo sea por que nadie se de cuenta de que el capitalismo no tiene ningún rasgo de compasión, pues si los burgueses olvidan, traicionan y asesinan a los suyos que puede esperarnos a los proletarios.
Tras la maniobra mediática seguramente venga la maniobra represiva. Ya se amenaza con aplicar “toda la fuerza de la ley”, quién sabe contra quién pero ya sabemos de que modo: si el gobierno de Calderón actúa al respecto, vendrá la propaganda negra contra organizaciones sociales, políticas y político militares de izquierda (tengan estas o no que ver con el asunto), las detenciones arbitrarias de luchadores sociales, las desapariciones, las torturas, y toda la variedad de métodos “de investigación” que suelen aplicar los cuerpos “de inteligencia” estatales contra los chivos expiatorios. El propio ex secuestrado lo sabe y ablandado por el largo
cautiverio ha pedido moderación en tal sentido, pero él sabe que no habrá quien le haga caso.
¿Y qué lección quedará? Es claro que el secuestro o captura no tuvo un objetivo militar (aunque desde ese punto de vista haya sido impecablemente llevado a cabo) pues en tal caso el cautivo hubiera sido ejecutado o intercambiado por alguno del propio bando de los captores. Tampoco pudo haber sido un objetivo económico, pues no hacía falta arriesgar tanto para ello, con alguna expropiación habría bastado para obtener la suma. Si los ex misteriosos desaparecedores querían llamar la atención sobre el pernicioso historial de este emblemático político (como un botón de muestra de la clase política mexicana), no hacía falta: a la mitad de la opinión publica le es conocido el asunto y a la otra mitad la vida de este fulano no le interesa en lo absoluto, como no le hubiera importado tampoco su muerte. Si lo fundamental era demostrar que el Estado no posee el monopolio de la violencia, resulta al final también inútil. En primer lugar porque la guerra que vive México (o sea la guerra del Cartel del Chapo y su Barbie Calderón contra la competencia por el monopolio del narco) demuestra día con día que no solo la burguesía en el poder puede hacer uso de la violencia. Que dicha violencia sea legal o no, es lo de menos: la impunidad esta garantizada para ejército, federales, policías de todos los niveles, paramilitares, sicarios… En segundo lugar porque los ex desaparecedores desaparecidos simplemente no entienden -como se deja entrever de su comunicado-, que la violencia revolucionaria no consiste en demostrar que “la izquierda”, también puede cometer secuestros, poner explosivos y portar armas de asalto…
La violencia que conlleva el cambio revolucionario para los trabajadores hacia el comunismo, no consiste sino en arrebatar por la fuerza el poder a la clase que hoy lo detenta, en expropiar a los expropiadores, en destruir todo Estado…y esto solo puede hacerse con la concurrencia masiva, consciente y organizada del propio proletariado. Y el proletariado no usa “todas las formas de lucha”: tiene las propias, definidas por su propia historia y por su carácter de clase mayoritaria. Nada que ver con el bluff militarista y pequeñoburgués de estos ex misteriosos desaparecedores , cuyo gusto por los membretes multiplicadores torpemente los autodelata; y cuyo programa no tiene nada de misterioso: su cháchara (verborrea) nacionalista no tiene nada de transformadora, y su proyecto de “Poder Popular” quizá los acercará “al pueblo” (o sea a si mismos y a sus bases confundidas), pero inevitablemente los alejarán de nuestra clase, el proletariado, que somos –nosotros si- , la única clase capaz de protagonizar la derrota mundial del capitalismo. Aun así: que tengan suerte en su repliegue. (D.A.)
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