Anticapitalistas en la Otra

Anticapitalistas en la Sexta es un espacio de discusión y organización política de carácter anticapitalista e internacionalista, que busca enlazar las luchas y fortalecer la unidad de las y los trabajadoras de la Ciudad, el Campo, el Mar y el Aire, y del resto de l@s explotad@s por el sistema capitalista para avanzar en la construcción de un Programa Nacional de Lucha y su Plan de Insurrección. Como segundo propósito buscamos difundir las luchas, denuncias y actividades de los adherentes a La Sexta en el país y el mundo, y también de todos aquellos que que sin ser parte de La Sexta se encuentren abajo y a la izquierda.

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Video del mes: Palabras del mes: Es preciso no olvidar que en virtud y por efecto de la solidaridad del proletariado, la emancipación del obrero no puede lograrse si no se realiza a la vez la liberación del campesino. De no ser así, la burguesía podría poner estas dos fuerzas, la una frente a la otra, y aprovecharse, por ejemplo, de la ignorancia de los campesinos para combatir y refrenar los justos impulsos de los trabajadores citadinos; del mismo modo que, si el caso se ofrece, podrá utilizar a los obreros poco conscientes y lanzarlos contra sus hermanos del campo. CARTA DE EMILIANO ZAPATA A GENARO AMEZCUA Tlaltizapán, Febrero 14, 1918

Firma en contra de la reactivación del proyecto de despojo en Atenco

martes, 7 de septiembre de 2010

Caciquismo y resistencia amuzga

Zapateando. Xochistlahuaca, Guerrero.- El caciquismo que padece el pueblo amuzgo es una muestra del que asuela el país. Acedeth Rocha Ramírez es la cacique actual en Xochistlahuaca. Ha saqueado grava, dañando al río que da vida a la actividad campesina.

El retrato de un cacique de los sesenta sirve como botón de muestra de cómo un poder opresor tiene sus operadores locales. La rebelión amuzga de los noventa y la persecución de quienes la encabezaron es también muestra de la resistencia indígena a esos señores de horca y cuchillo.

El cacique Rufino Añorbe Dávila, al principio era un campesino, hijo de un ganadero que compraba chivos, contó Eric Carmelo, quien platicó a partir de su vida y la persecución en su contra. En ese tiempo, a inicios del siglo XX, se llevaban a revender, por miles, los chivos a Huajuapan, a Puebla y a Oaxaca.

El cacique es hijo de un ganadero español, para los amuzgos es importante, porque eso le permitió el ascenso político. “Don Rufino”, así llaman al cacique, vivió con su tío político. Por crecer cerca de la ciudad de Ometepec, era bilingüe, además de amuzgo hablaba español, y sabía leer y escribir. Su tío político siempre vivió cerca del ayuntamiento “y de ahí sacaba lo que podía”, y con eso compró terrenos y vacas. Y “un poco también de robos: abigeato”

Rufino Añorbe trabajó con Juan Ruperto López Barroso. En sus campos sembraba maíz y frijol. El hecho de ser mestizo, “tal vez le hizo sentirse superior a quienes hablan lengua amuzga”. Xochistlahuaca y Ometepec se comunicaban por camino de herradura, eran siete u ocho horas de camino, “así que era muy difícil que un amuzgo aprendiera a hablar español”. Los amuzgos eran “casi otra nación, saliendo de Xochistlahuaca era casi otro país”.

La persona que aprendía español, “era de mucho respeto, gran poder, más todavía si sabía leer y escribir.” Por eso estas personas bilingües “encontraron la manera de ejercer autoridad sobre los amuzgos”. El presidente municipal necesitaba un secretario bilingüe. Ahí encontraron “mucho poder para manipular la situación política y administrativa en el pueblo, con un espíritu autoritario, de forma brutal.” Por eso se califica de cacique, con una imagen muy negativa, pero también considerado “guía” de quien no habla español. Porque los amuzgos no entendían el castellano.

Cuando su tío político falleció, sin tener hijos, le heredó todo a Rufino Añorbe, quien “ejerciendo su poder y astucia, era una persona que se creía mucho y hacía menos a los amuzgos”. Comenzó a manipular a los indígenas y organizó el robo de ganado. A cambio de participar en el abigeato, les pagaba cualquier miseria. Había una idea de que acercarse a alguien que viene de lejos y tiene poder “les da importancia ante los demás compañeros”. Eso hacía que al cacique lo respetaran, que lo quisieran para padrino y compadre, casi todo el pueblo eran sus compadres y ahijados. Eso le favorecía para manipular la política de pueblo: todo presidente municipal, a fuerza tenía que ir a reportarse con Don Rufino.”

Al cacique le consultaban todo, y eran las autoridades municipales las que tenían que ir a la casa del cacique. Incluso “los maestros que llegaban, a la primera persona que buscaban era a Don Rufino”. Cuando Carmelo hizo su servicio social, le dijeron (en México) “van a ir a los lugares feos, donde no hay comida, no hay agua que tomar. La primera persona que deben buscar al llegar es al cacique, porque los va a proteger, los va a ayudar. Porque el cacique es el que tiene el pueblo en sus manos, es quien controla todo, si él dice que sí pues sí, y si dice que no, pues no.”

Al regresar a Xochistlahuaca, como pasante de medicina, fue un pariente quien le dijo que el cacique lo quería ver. Le decía que el cacique era “buena gente” y ayuda. El pariente lo llevó, con pretextos, a ver a “mi compadre Don Rufino”. Quien le ordenó a Paloma, su señora que llevara comida: “Siempre trataba bien a las personas que tuvieran importancia” en el pueblo, los sacerdotes, los maestros, los médicos, “cualquier persona que considerara de importancia en el pueblo, para poder controlar”.

El cacique hacía el bien cuando el quería, “porque tenía medios”, pero cuando quería hacer el mal, pues lo hacía, porque el pueblo lo respetaba. “Mandó a asesinar a varias personas, a quienes no le caían bien”. Incluso mandaron a matar al médico, pero “no les convino el precio, o no sé por qué, no me asesinaron.”

En los años 1990- 1993, hubo un grupo de quienes estudiaron y regresaron queriendo mejorar el pueblo, pero el cacique pensó que querían quitarle el poder y veía la forma de deshacerse de ellos. Marciano Guzmán fue de quienes más lo enfrentaron, pero era casi todo el pueblo quien se opuso al cacique. Se sabía que había mandado a asesinar a personas, con sus policías, a fines de los sesenta. Pero el cacique tenía parientes en el poder, como Marcelino Añorbe, quien ocupaba un puesto en Chilpancingo.

Los profesionistas que regresaban de estudiar encabezaron el movimiento que tomó el palacio municipal, lo cerró e impulsó un gobierno autónomo con su propia sede. Los jóvenes luego fueron perseguidos y tuvieron que huir para que no los mataran. Salieron a escondidas y estuvieron exiliados en lugares lejanos, como la ciudad de México. El gobernador era Rubén Figueroa Figueroa y luego Alejandro Cervantes. En el pueblo hay la idea de que Cervantes había ordenado al cacique Rufino matar a todos los opositores. “Una tarde llegaron policías preventivos, tres o cuatro carros llenos de ellos”. Los jóvenes perseguidos salieron caminando a otro pueblo, y de ahí huyeron a Oaxaca y hasta México a buscar apoyo.

Al igual que en Veracruz, Chiapas, Oaxaca, los caciques apuntalaron su poder en pistoleros, en este caso los traían de la costa, porque con la leyenda de que la gente de color es muy mala y matona asustaban a los amuzgos, aunque incluso algunos pistoleros o guardaespaldas eran amuzgos.

Actualmente los caciques siguen siendo quienes monopolizan la riqueza y ejercen en lo local el poder opresor, pero como en los noventa, hoy el pueblo amuzgo se organiza y enfrenta el poder de los caciques, defendiendo su río, y construyendo alternativas, como la comunicación comunitaria de Radio Ñomndaa “La palabra del agua”.

Tomado de Zapateando: http://zapateando.wordpress.com/2010/09/06/caciquismo-y-resistencia-amuzga-2/

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