pero rompe cualquier piedra, cualquier roca
como saliendo para hacerse notar
para meter vida
y florecer también en el asfalto
plantando bronca y mensaje
en medio de la ruta
No escuchan los que debieran
pero envian los gendarmes
para recordarles
su condición de malditos
por empecinarse en sobrevivir
Para peor
son caminantes originarios
de aquellos territorios
suyos,
sin alambrados
No reniegan del origen
más bien se reivindica
lo que suena a cachetada
y amenaza para otros
Memoriosos de mil luchas
saben que sus campanas
son de palo
Aún así
el repique sin afloje
a veces logra ecos
y entonces se inquietan
el especulador ciudadano
el político jodedor
el patrón -sin adjetivo-
el perseguidor de profesión
el golpeador ocasional
No les hacen falta gritos
ni pitos, ni bombos,
ni marchitas
ni muecas quilomberas
Alcanza con la sola presencia
para observar de frente
tanta indiferente soberbia
y mandarla al carajo
sin mayor bulla.
Casi en silencio
desde la mirada
profunda
de sus montes sin dueño
más allá de esta ruta
donde circulan
Ahí están,
negando la condena
una vez más
saliendo al cruce
de tanta inmundicia
hecha costumbre
donde unos se llenan
los bolsillos y la panza
con la miseria ajena
-y como no hay peor astilla
que la del mismo palo-
tampoco faltan
los punteros del saqueo
y sus alcahuetes
esos que se van de boca
ofertando entrega
y sumisión
por la limosna
de las sobras,
no más.
Así
a pura presencia
autoconvocada
dicen lo que dicen
a quien pasa por ahí
y más allá también
mientras imaginan
esa otra gran comunidad
sin alambrados
donde la tristeza
no estará invitada
el mandamás quedará solo
enredado en sus corbatas
los ases de bastos se habrá hecho humo
y el alcahuete deberá trabajar
pues nadie pagará por su cizaña
cuando no puedan envenenar
el aire, las aguas
ni las gentes y su tierra
volverán a estar abiertas
las propias sendas
y la vida no necesitará
aguante ninguno
ni sufrir castigo
en las rutas de la injusticia.
Mientras tanto
la lucha continúa
y así debe ser
por que no hay otra.
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