Anticapitalistas en la Otra

Anticapitalistas en la Sexta es un espacio de discusión y organización política de carácter anticapitalista e internacionalista, que busca enlazar las luchas y fortalecer la unidad de las y los trabajadoras de la Ciudad, el Campo, el Mar y el Aire, y del resto de l@s explotad@s por el sistema capitalista para avanzar en la construcción de un Programa Nacional de Lucha y su Plan de Insurrección. Como segundo propósito buscamos difundir las luchas, denuncias y actividades de los adherentes a La Sexta en el país y el mundo, y también de todos aquellos que que sin ser parte de La Sexta se encuentren abajo y a la izquierda.

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Video del mes: Palabras del mes: Es preciso no olvidar que en virtud y por efecto de la solidaridad del proletariado, la emancipación del obrero no puede lograrse si no se realiza a la vez la liberación del campesino. De no ser así, la burguesía podría poner estas dos fuerzas, la una frente a la otra, y aprovecharse, por ejemplo, de la ignorancia de los campesinos para combatir y refrenar los justos impulsos de los trabajadores citadinos; del mismo modo que, si el caso se ofrece, podrá utilizar a los obreros poco conscientes y lanzarlos contra sus hermanos del campo. CARTA DE EMILIANO ZAPATA A GENARO AMEZCUA Tlaltizapán, Febrero 14, 1918

Firma en contra de la reactivación del proyecto de despojo en Atenco

viernes, 28 de diciembre de 2012

Raúl Zibechi: ¿Una acción militar de EU en América del Sur?

 
¿Una acción militar de EU en América del Sur?
Raúl Zibechi
La última edición de la Revista de Anticipación Política-MAP, publicada por el Laboratorio Europeo de Anticipación Política (Leap), está en gran parte dedicada al análisis de las tendencias regionales en América del Sur entre 2012 y 2016. El capítulo dedicado al tema tiene un título sugerente: Incertidumbre entre dominación estadunidense e independencia regional.
La publicación sostiene que el actual escenario regional e internacional presenta condiciones excepcionales para que Suramérica se constituya en una región geopolíticamente soberana, luego del fracaso del Consenso de Washington y de la estrategia de integración orientada por Estado Unidos a través del ALCA. Analiza brevemente la política estadunidense de construir una alianza con sus aliados del Pacífico, con el objetivo de crear una barrera que podría dificultar las relaciones comerciales con Asia a los países de la zona del Atlántico.
El punto álgido del análisis es el militar. Los analistas del Leap sostienen que América del Sur debe prepararse para una posible acción militar estadunidense, país que está militarizando el territorio latinoamericano para fortalecer su posición de dominio. El think tank geopolítico europeo, cercano al presidente François Hollande, se detiene en la creciente presencia militar del Comando Sur en la región y concluye que con el éxito del golpe institucional en Paraguay contra Fernando Lugo, Estados Unidos ha consolidado su poder militar en el corazón de países del Unasur.
La convicción de que la superpotencia en decadencia pretende recolonizar la región recurriendo a acciones militares no es novedosa, salvo por el hecho de provenir de un importante centro europeo y por llevar los análisis hasta las últimas consecuencias. El hombre siempre ha utilizado las armas que ha desarrollado, y el mundo acostumbra a salir de las crisis sistémicas con una gran guerra, después de la cual se dan las condiciones para el nuevo orden, son dos de las ideas-guías de ese análisis.
Surgen de inmediato dos preguntas. ¿Está la región preparada para enfrentar una acción militar recolonizadora del Pentágono? ¿Cómo imaginamos, y cómo nos preparamos para la transición a un mundo nuevo, quizá sólo multipolar, ojalá también socialista?
La primera respuesta es que aún no están dadas las condiciones para enfrentar, como región, a Estados Unidos. Sólo Brasil y Venezuela tienen conciencia de las dificultades que vendrán en el futuro inmediato y se están preparando para ello, según las capacidades de cada cual. Brasil se dotó de una Estrategia Nacional de Defensa bajo el segundo gobierno de Lula; está procediendo a revitalizar su industria militar y a construir los medios necesarios para su defensa, incluyendo, como ya se ha dicho en esta columna, la construcción de submarinos nucleares.
Sin embargo, tropieza con algunas dificultades y limitaciones. La nueva postergación de la compra de cazas de última generación, proceso que ya lleva dos décadas, y sobre todo la reciente inclinación por los F-18 de Boeing en vez de los franceses Rafale, revela cómo las presiones de la Casa Blanca consiguen resultados en países que parecían firmes en sus decisiones.
Como se sabe, Venezuela también ha dado pasos importantes para defenderse de eventuales acciones militares pero sigue estando en el ojo del huracán desestabilizador de Washington y las derechas regionales. En los demás países predomina o bien un claro alineamiento con la política del Pentágono (casos de Chile, Colombia, Perú y ahora también Paraguay) o posiciones ambiguas como las de Uruguay. En todo caso, en la mayor parte de los gobiernos de la región prevalece la convicción de que no habrá que enfrentar situaciones extremas.
La segunda pregunta sigue requiriendo un debate estratégico sobre cómo prevemos la llegada de los cambios y cómo nos preparamos para hacerlos realidad. En este punto se impone una reflexión lateral: los cambios de verdad, los que se relacionan con abrir el escenario político a nuevas relaciones sociales, a nuevas formas de poder y por lo tanto a una nueva sociedad, no vendrán de los gobiernos sino de los abajos, de la gente común organizada en movimientos.
Lo contrario no puede ser sino la continuidad de la opresión bajo otras formas. ¿Hemos aprendido algo de las revoluciones independentistas que sólo cambiaron las élites y dejaron sin tocar las relaciones sociales y de poder? En un texto luminoso, El problema primario del Perú, José Carlos Mariátegui sostuvo: La república ha significado para los indios la ascensión de una nueva clase dominante que se ha apropiado sistemáticamente de sus tierras. Fue más lejos y aseguró que el virreinato fue menos culpable de la situación del indio que los republicanos que los adormecieron al inscribir demagógicamente sus demandas en un programa que nunca cumplieron.
Así las cosas, surge el tercer problema: prepararnos para un futuro de guerras y confrontaciones impuestas por el imperio y las clases dominantes supone, en primer lugar, construir la convicción subjetiva de la inevitabilidad de estos escenarios. Un análisis que incluya como eje central la preparación de fuerzas para esa eventualidad, que no se reduce a una cuestión sólo militar sino implica algo más profundo y previo: la disposición anímica, que pasa por una ética de no involucrarse con los de arriba, se llamen burguesía, Estado, medios de la derecha u ONG.
Desde este punto de vista, en América del Sur estamos aún muy lejos. En la medida en que no tenemos recetas prontas para aplicar sobre cómo hacer y qué rumbos tomar, los ejemplos y referencias pueden ser de enorme ayuda. Esos hombres, esas mujeres y esos niños que el 21 de diciembre levantaron el puño en silencio en cinco ciudades de Chiapas nos muestran el estado anímico y organizativo necesarios para afrontar este periodo histórico. Escuchémonos a nosotros, bien adentro, para identificar lo que nos falta.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2012/12/28/opinion/015a2pol

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