Anticapitalistas en la Otra

Anticapitalistas en la Sexta es un espacio de discusión y organización política de carácter anticapitalista e internacionalista, que busca enlazar las luchas y fortalecer la unidad de las y los trabajadoras de la Ciudad, el Campo, el Mar y el Aire, y del resto de l@s explotad@s por el sistema capitalista para avanzar en la construcción de un Programa Nacional de Lucha y su Plan de Insurrección. Como segundo propósito buscamos difundir las luchas, denuncias y actividades de los adherentes a La Sexta en el país y el mundo, y también de todos aquellos que que sin ser parte de La Sexta se encuentren abajo y a la izquierda.

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Video del mes: Palabras del mes: Es preciso no olvidar que en virtud y por efecto de la solidaridad del proletariado, la emancipación del obrero no puede lograrse si no se realiza a la vez la liberación del campesino. De no ser así, la burguesía podría poner estas dos fuerzas, la una frente a la otra, y aprovecharse, por ejemplo, de la ignorancia de los campesinos para combatir y refrenar los justos impulsos de los trabajadores citadinos; del mismo modo que, si el caso se ofrece, podrá utilizar a los obreros poco conscientes y lanzarlos contra sus hermanos del campo. CARTA DE EMILIANO ZAPATA A GENARO AMEZCUA Tlaltizapán, Febrero 14, 1918

Firma en contra de la reactivación del proyecto de despojo en Atenco

jueves, 24 de enero de 2013

ELLOS Y NOSOTROS II Y III.- LA MAQUINA Y LOS CAPATACES

 
"ELLOS Y NOSOTROS.
II.- La Máquina en casi 2 cuartillas.
 
Enero del 2013.
Habla el vendedor:
 
Es maravillosa, muy “cool” para que me entienda. Se llama “globalización neoliberal versión 6.6.6″, pero preferimos nombrarla “la salvaje” o “la bestia”. Sí, un mote agresivo, de iniciativa pues, muy grrr. Sí, eso lo aprendí en el curso de superación personal “Cómo vender una pesadilla”… pero volvamos a la máquina. Su funcionamiento es muy sencillo. Es autosuficiente (o “sustentable”, como luego se dice). Produce sí, ganancias desorbitantes… ¿Qué? ¿Invertir parte de esas ganancias en paliar el hambre, el desempleo, la falta de educación? ¡Pero si precisamente son esas carencias las que hacen andar esta preciosura! ¿Qué tal, eh? Una máquina que produce al mismo tiempo el combustible que necesita para andar: la miseria y el desempleo.
 
Claro, también produce mercancías, pero no sólo. Mire usted: supongamos que se produce algo completamente inútil, que nadie necesita, sin mercado pues. Bueno, esta maravilla no sólo produce lo inútil, también crea el mercado donde esa inutilidad se convierta en un artículo de primera necesidad.
 
¿Las crisis? Claro, sólo oprime usted este botón de aquí… no, ése no, ése es el de “eyección”… el otro… sí. Bueno, oprime usted ese botón y ¡tarán!, ahí tiene usted la crisis que necesita, completa, con sus millones de desempleados, sus tanques antimotines, sus especulaciones financieras, sus sequías, sus hambrunas, su deforestación, sus guerras, sus religiones apocalípticas, sus salvadores supremos, sus cárceles y cementerios (para los que no sigan a los salvadores supremos), sus paraísos fiscales, sus programas asistencialistas con tema musical y coreografía incluidos… claro, un poco de caridad siempre será bien visto.
 
Pero no es todo, ahora permítame, deje que le ponga este demo. Cuando usted la pone en modo “destrucción/despoblamiento-reconstrucción/reordenamiento” hace milagros. Vea este ejemplo: ¿ve usted esos bosques? No, no se preocupe por esos indígenas… sí, son del pueblo Mapuche, pero podrían ser yaquis, mayos, nahuas, purépechas, maya, guaranís, aymarás, quechúas. Bueno, oprima usted el botón “play” y vea cómo desaparecen los bosques (también los indígenas, pero ésos nunca importan), ahora vea cómo todo se convierte en un páramo, espere… ahí llegan las máquinas, y ¡voilá!: ahí tiene usted el campo de golf que siempre había soñado, con su fraccionamiento exclusivo y con todos los servicios. Ah, maravilloso ¿no?
 
También viene con un software que es lo último de lo último. Puede usted darle click aquí, donde dice “filtro”, y en su tv, radio, periódicos, revistas, feisbuc, tuiter, yutub, aparecen sólo salmos y alabanzas para usted y los suyos. Sí, elimina todo comentario, escrito, imagen, ruido, toda la mala vibra que luego les da por colar a esos proles anónimos, sucios, feos y malos… y groseros, sí.
 
Tiene palanca al piso (aunque usted puede pasar al piloto automático con apenas un click); helipuerto; un boleto de avión no, porque luego no hay a dónde huir, pero sí un lugar en el transbordador espacial más próximo a partir; también tiene su “mall” super-hiper-mega exclusivo; campo de golf; servibar; club de yates; un diploma de Harvard ya enmarcado; casa de veraneo; pista de hielo… sí, lo sé, ¿qué haríamos sin la izquierda moderna y sus ocurrencias? Ah, y con esta maravilla usted podrá estar en “tiempo real” y simultáneamente en cualquier parte del planeta, es como si tuviera su propio y exclusivo cajero automático global.
 
Mmh… sí, incluye una bula papal para asegurarle un lugar V.I.P. en el cielo. Sí, lo sé, pero ya estamos trabajando en eso de la inmortalidad. Mientras tanto, le podemos instalar como accesorio (con costo aparte, claro, pero estoy seguro que eso no es problema para alguien como usted): ¡un cuarto de pánico! Sí, ya ve que luego a esos vándalos les da por exigir lo que les pertenece con eso de “la tierra es de quien la trabaja”. Oh, pero no hay de qué preocuparse. Para eso tenemos gobernantes, partidos políticos, religiones nuevas, “reality shows”. Pero claro, es un supositorio, ¿y si llegaran a fallar alguna vez? Por supuesto, en cuestiones de seguridad ningún gasto es oneroso. Claro, deje anoto: “incluir Cuarto de Pánico”.
 
Incluye también un estudio de tv, uno de radio y una mesa de redacción. No, no me mal interprete. No son para ver televisión, ni escuchar radio, ni leer periódicos y revistas, eso es para mal nacidos. Son para producir la información y el entretenimiento de quienes hacen andar la maquina. ¿No es genial?
 
¿Qué? Oh… bueno… sí… me temo que ese pequeño problema no ha sido solucionado por nuestros especialistas. Sí, si la materia prima, quiero decir, si la muchedumbre plebeya se rebela no hay nada que hacer. Sí, puede ser que el “cuarto de pánico” sea también inútil en esa situación. Pero no hay que ponerse pesimista, piense que ese día… o noche… está muy lejos. Sí, eso del optimismo “new age” también lo aprendí en el curso de superación personal. ¿Eh? ¿Qué? ¿Estoy despedido?

(continuará…)
 
Desde cualquier rincón, en cualquiera de los mundos.
SupMarcos.
Planeta Tierra.
Enero del 2013."



“ELLOS Y NOSOTROS.*
III.- Los Capataces.
En algún lugar de México…
El señor golpea la mesa, furioso.
- ¡Aniquílenlos!
– Señor, con todo respeto, llevamos más de 500 años intentándolo. Los sucesivos imperios encumbrados lo han intentado con todo el poderío militar de la época -.
– ¿Y por qué siguen ahí?
– Err… todavía lo estamos tratando de entender – el lacayo mira con reproche al que tiene uniforme militar.
El aludido se levanta y, en posición de firmes, extiende su brazo derecho al frente, con la mano extendida, y grita con entusiasmo:
¡Heil…! perdón, quise decir, lo saludo, señor – Luego de dirigir una mirada amenazadora que calla las risitas de los demás comensales, continúa:
- El problema, señor, es que esos herejes no nos enfrentan donde somos fuertes, nos dan la vuelta, nos atacan en nuestras debilidades. Si todo fuera cuestión de plomo y fuego, bueno, pues hace tiempo que esas tierras, con sus bosques, agua, minerales, gente, hubieran sido conquistadas y así usted hubiera podido ofrecerlas en tributo al gran Mandón, señor. Esos cobardes, en lugar de enfrentarse a nosotros sólo con sus heroicos pechos desnudos, o con arcos, flechas y lanzas, y quedar como héroes (derrotados sí, pero como héroes), se preparan, se organizan, se ponen de acuerdo, nos dan la vuelta, se esconden cuando se quitan la máscara. Pero no estaríamos en esta situación si me hubieran hecho caso cuando empezó todo -, y mira con reprobación al comensal en cuyo letrero en la mesa se lee “chupa-cabras versión 8.8.1.3″.
El comensal aludido, sonríe mientras dice:
General, con todo respeto, no teníamos una bomba atómica. Y aunque pudimos haber conseguido una de nuestros aliados (el comensal que tiene el letrero de embajador agradece la mención), habríamos conseguido aniquilar a todos los aborígenes, pero también habríamos destruido los bosques y el agua, además de que los trabajos de exploración y explotación de minerales serían imposibles por, digamos, varios siglos -.
Otro de los lacayos interviene:
Les ofrecimos que a su muerte habría canciones y poemas alabando su sacrificio, corridos, películas, mesas redondas, ensayos, libros, obras de teatro, estatuas, su nombre en letras doradas. Les dijimos que si se empeñaban en resistir y seguir vivos, íbamos a sembrar rumores y dudas sobre por qué no han desaparecido, por qué no han muerto, y que diríamos que eran creación nuestra, que íbamos a llevar adelante una campaña de desprestigio tal que incluso contaría con el apoyo de algunos intelectuales, artistas y periodistas progresistas – Los comensales aludidos hacen un gesto de aprobación, aunque más de uno lo hace de desagrado por tantos “istas“.
El señor interrumpe impaciente:
¿Y?
Nos contestaron con una señal así – (el lacayo enseña la mano empuñada pero con el dedo medio levantado).
Los comensales se revuelven indignados y claman:
¡Proles! ¡Nacos! ¡Groseros! ¡Plebeyos! ¡Barrio! -
El lacayo sigue con la señal de la mano, mirando de frente al señor. Éste lo increpa:
¡Ya entendí!, ya puede bajar la mano.
El lacayo baja la mano lentamente, mientras hace un guiño a los demás comensales. Después continúa:
El problema, señor, es que estas personas no rinden culto a la muerte, sino a la vida. Hemos intentado eliminar a sus líderes visibles, comprarlos, seducirlos.
¿Y entonces?
Además de que no lo hemos conseguido, nos hemos dado cuenta de que el problema mayor son los líderes invisibles.
Ok, encuéntrenlos.
Ya los encontramos, señor.
¿Y? -
Son tod@s, señor.
- ¿Cómo que tod@s?
Sí, todas, todos. Ése fue uno de los mensajes de lo que hicieron el día del fin del mundo. Logramos que no se manejara eso en los medios de comunicación, pero creo que aquí podemos decirlo sin temor a que alguien más se dé cuenta. Usaron un código para que nosotros entendiéramos: el que está arriba del templete es el jefe.
- ¡¿Qué?! ¿40 mil jefes y jefas?
Err… señor, disculpe, ésos son los que vimos, habría que agregar muchos más que no vimos.
Cómprenlos entonces. Imagino que tenemos dinero suficiente - agrega dirigiéndose al comensal con el letrero de “cajero no automático”.
El llamado “cajero”, empieza a balbucear:
- Bueno, señor, tendríamos que vender algo del Estado y ya casi no queda nada.
El lacayo interrumpe:
Señor, lo hemos intentado.
¿Y?
No tienen precio.
Entonces convénzanlos.
- No entienden lo que les decimos. Y a decir verdad, nosotros tampoco entendemos lo que dicen ellos. Hablan de dignidad, de libertad, de justicia, de democracia…
Bueno, entonces hagamos como que no existen. Así morirán por hambre, enfermedades curables, con un buen cerco informativo, nadie se percatará hasta que sea demasiado tarde. Eso, matémosles de olvido.
El comensal que se asemeja sorprendentemente a un chupa-cabras hace un signo de aprobación. El señor agradece el gesto.
Ya, señor, pero hay un problema.
¿Cuál?
Aunque los ignoremos, se empecinan en seguir existiendo. Sin nuestras limosnas, perdón, quise decir sin nuestra ayuda, construyeron escuelas, hicieron producir la tierra, levantaron clínicas y hospitales, mejoraron sus viviendas y su alimentación, bajaron los índices de delincuencia, acabaron con el alcoholismo. Y, además de que prohibieron la producción, distribución y consumo de narcóticos, elevaron su esperanza de vida y casi la igualaron con la de las grandes ciudades.
- Ah, o sea que sigue siendo mayor en las ciudades – el señor sonríe contento.
No señor, cuando dije “casi” es que la de ellos es superior. La esperanza de vida en las ciudades se redujo gracias a la estrategia de su antecesor, señor.
Todos voltean a ver con burla y reprobación al personaje de corbata azul.
¿Quieres decir que esos rebeldes viven mejor que los que se venden a nosotros?
Completamente, señor. Pero de eso no hay que preocuparse, hemos montado una campaña mediática ad hoc para tapar eso.
¿Y?
- El problema es que ni ellos ni los nuestros ven televisión, ni leen nuestra prensa, no tienen tuiter, ni feisbuc, ni siquiera señal de celular. Ellos saben que están mejor y los nuestros saben que están peor.
Se levanta la comensal con el letrero de “izquierda moderna”:
Señor, si me permite. Con el nuevo programa de Solid… perdón, quise decir con la Cruzada Nacional…
El lacayo la interrumpe impaciente:
Ya Chayo, no empieces con discursos para los medios. Todos nosotros concordamos en que el enemigo principal son esos malditos indios y no el otro innombrable. A ése lo tenemos bien infiltrado y acotado con personeros del señor aquí presente.
El del letrero chupa cabras asiente con satisfacción y recibe agradecido las palmaditas que le dan los comensales cercanos.
El lacayo continúa:
Pero tú y yo, y todos los que estamos aquí, sabemos que todo eso de los programas sociales es una mentira, que no importa cuánto dinero se invierta, al final del embudo no queda nada. Porque cada quien se lleva su tajada. Después del señor, con todo respeto, tú agarras una buena parte, todos los aquí presentes también, luego los señores gobernadores, los mandos de las zonas militares y navales, las legislaturas locales, los presidentes municipales, los comisionados, los líderes, los encargados, los cajeros, total, que para abajo ya queda muy poco, o nada .
El señor interviene:
- Pues hay que hacer algo ya, porque si no el Mandón va a buscar a otros capataces y ustedes saben bien, damas y caballeros, lo que eso significa: el desempleo, el escarnio, tal vez la cárcel o el exilio.
El personaje rotulado chupa cabras se estremece y hace un gesto afirmativo.
Y es urgente, porque si esos indios pata-rajada… (la hija del señor hace una señal de asco, la señora se siente súbitamente indispuesta y adquiere un color verde que olvídate de Linterna ídem). La señora se retira argumentando algo de un embarazo.
El señor sigue:
Si esos pinches indios se unen entre sí, estaremos en muy graves problemas porque…
Ejem, ejem, señor - interrumpe el lacayo.
- ¿Si? -
Me temo que hay un problema más grande, es decir, peor, señor -.
¿Más grande? ¿Peor? ¿Qué puede ser peor que toda la indiada insurrecta? -
- Bueno, pues que se pongan de acuerdo con l@s otr@s, señor -.
¿L@s Otr@s? ¿Quiénes son? -
- Mmh… deje veo… bueno, pues campesinos, obreros, desempleados, jóvenes, estudiantes, maestros, empleados, mujeres, hombres, ancianos, profesionistas, maricones y machorras, punketos, rastafaris, skateros, raperos, hip-hoperos, rockeros, metaleros, choferes, colonos, ong´s, ambulantes, bandas, razas, nacos, plebes…-
- ¡Basta!, ya entendí… creo.
Los lacayos se miran entre sí con una sonrisa cómplice.
¿Dónde están los líderes que hemos comprado? ¿Dónde los que hemos convencido de que la solución de todo es volverse como nosotros?
- Cada vez les creen menos, señor. Cada vez controlan menos a su gente.
¡Busquen a quién comprar! ¡Ofrézcanles dinero, viajes, programas de televisión, registros, diputaciones, senadurías, gobiernos! ¡Pero sobre todo dinero, mucho dinero!
- Lo estamos haciendo, señor, pero… – el lacayo duda.
- ¿Y? – lo apremia el señor.
Cada vez encontramos más… -
- ¡Magnífico! ¿Se necesita más dinero entonces?
Señor, quiero decir que cada vez encontramos más que no se venden.
- ¿El terror entonces?
Señor, cada vez son más los que no nos tienen miedo, o que si lo tienen, lo controlan.
¿El engaño?
Señor, cada vez son más los que piensan por sí mismos.
¡Hay que acabarlos a todos entonces!
- Señor, si desaparecemos a todos, también desaparecemos nosotros. ¿Quién sembrará la tierra, quién hará andar las máquinas, quién trabajará en los grandes medios, quién nos atenderá, quién peleara nuestras guerras, quién nos alabará?
Entonces hay que convencerlos de que nosotros somos tan necesarios como ellos.
Señor, además de que cada vez más gente se está dando cuenta de que no somos necesarios, parece que el Mandón está dudando de nuestra utilidad, y por “nuestra” me refiero a todos nosotros.
Los invitados a la mesa del señor se revuelven incómodos en sus asientos.
- ¿Y entonces?
Señor, mientras encontramos otra solución, porque la del “Pacto” no sirvió para nada, y viendo que hay que evitar la vergüenza de refugiarlo de nuevo en un cuarto de baño, hemos adquirido algo más conveniente: ¡un “cuarto de pánico”!
Los comensales se ponen de pie para aplaudir. Todos se arremolinan alrededor de la máquina. El señor entra y se pone frente a los controles.
El lacayo, nervioso, advierte:
Señor, sólo tenga cuidado de no oprimir el botón de “eyección”.
¿Éste?
¡Nooooooooooooooo!
Las maquillistas y titiriteros corren a dar los primeros auxilios.
El lacayo se dirige hacia uno de los camarógrafos que ha filmado todo:
- Tienes que borrar esa parte… Y dile al Mandón que vaya preparando un muñeco de repuesto. A éste hay que estarlo “reseteando” a cada rato.
Los comensales se arreglan la corbata, la falda, se peinan, tosen, buscando llamar la atención. Los clicks de las cámaras y la luz de los flashes opacan todo…
(continuará…)
Desde cualquier rincón en cualquier mundo.
SupMarcos.
Planeta Tierra.
Enero del 2013.
Datos tomados del Informe #69 del Servicio de Inteligencia Autónoma (SIA, por sus siglas en español) sobre lo escuchado y visto en una reunión ultra-archi-recontra-hiper secreta, realizada en México, D.F. traspatio de EU, latitud 19° 24´ N, longitud 99° 9´ W. Fecha: hace unas horas. Clasificación: sólo para sus ojos. Recomendación: no hacer pública esta información porque nos van a balconear. Nota: manden más pozol porque el Elías ya se lo acabó al grito de “¡atásquense que hay lodo!”, y está bailando ska con la rola de Tijuana No, “Transgresores de la Ley”, en la versión de Nana Pancha. Sí, está chida la rola, pero está cabreras entrarle al slam porque el Elías trae botas mineras de punta de acero.”

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